En un bostezo de horror,
tuerce el estero holgazán
su boca de Leviatán
tornasolada de horror…
Dicta el Sumo Redactor
a la gran Sombra Profeta,
y obsediendo la glorieta,
como una insana clavija,
rechina su idea fija
la turbadora veleta.
Ríe el viento confidente
con el vaivén de su cola
tersa de gato de Angola,
perfumada y confidente…
El mar inauditamente
se encoge de sumisión
y el faro vidente, en son
de taumaturgas hombrías,
traduce al torvo Isaías
hipnotizando un león.
Estira aplausos de ascua
la hoguera por los establos:
rabiosa erección de diablos
con tenedores en ascua…
Un brujo espanto de Pascua
de Marisápalo asedia,
y una espectral Edad Media
danza epilepsias abstrusas,
como un horror de Medusas
de la divina Comedia.
En una burla espantosa,
el túnel del terraplén
bosteza como Gwynplaine
su carcajada espantosa…
Hincha su giba la unciosa
cúpula, y con sus protervos
maleficios de hicocervos,
conjetura el santuario
el mito de un dromedario
carcomido por los cuervos.
Las cosas se hacen facsímiles
de mis alucinaciones
y son como asociaciones
simbólicas de facsímiles…
Entre humos inverosímiles
alinea el cañaveral,
con su apostura marcial
y sus penachos de gloria,
las armas de la victoria
en un vivac imperial.
Un arlequín tarambana
con un toc-toc insensato
el tonel de Fortunato
bate en mi sien tarambana…
Siento sorda la campana
que en mi pensamiento intuye;
en el eco que refluye
mi voz otra voz me nombra;
¡y hosco persigo en mi sombra
mi propia entidad que huye!
La realidad espectral
pasa a través de la trágica
y turbia linterna mágica
de mi razón espectral…
Saturno infunde el fatal
humor bizco de su influjo
y la luna en el reflujo
se rompe, fuga y se integra
como por la magia negra
de un escamoteo brujo.
En la cantera fantasma,
estampa Doré su mueca
fosca, saturniana y hueca,
de pesadilla fantasma…
En el cementerio pasma
la Muerte un zurdo can-can;
ladra en un perro Satán,
y un profesor rascahuesos
trabuca en hipos aviesos
el Carnaval de Schumann.