Dejar atrás mi pueblo,
el recuerdo elemental de cada amigo
los paseos de domingo salvadores
y los almuerzos en mesa compartida
Rodar por otros rumbos, ausente de los míos
fijar nuevos sentidos impuestos por el lloro
del agua vespertina que nunca me abandona.
Cambiar el sol por nieve, y el calor por la helada
vivir entre extraños una vida menos sustancial
y tener como amiga la acacia siempre ausente.
Otros seres se cruzan por mi vida
sin poder saber nunca si están de mi parte
o detrás de las máscaras me clavan su cuchillo…
Todo lo que he dejado
hoy
se yergue como torre al centro de mí misma.