De pronto, en el silencio de la noche,
se alzó un rumor lejano y temeroso
y el camino que corre frente a casa
sonó de viento y se encrespó de ola.
Era una larga tropa de ganado,
cientos de vacas, bajo los testuces,
desgarrando la sombra con los cuernos,
midriáticas de espanto las pupilas,
deshechas con la helada las pezuñas,
dolientes de mugidos maternales.
Era una larga tropa de ganado,
flanqueada de fantásticos jinetes,
apretada a pechazos en la huella,
toda alada de gritos y de ponchos.
Mañana un hombre desde un carricoche
en el local sonoro de la feria,
al enérgico golpe de martillo
que hace al sol un relámpago de plata,
indiferente os venderá, vaquitas,
y resignadas partiréis de nuevo
tal vez hacia la muerte.