1
Huele a muchacha el aire de mediodía,
huele a muchacha natural,
y está tan cargado de olor a muchacha
el aire de mediodía
que estoy a punto de gritar
que el aire de mediodía huele a muchacha.
2
Me he puesto mi traje nuevo y he limpiado mis zapatos;
en el claro día relucen mis cabellos limpios
y el viento suave que danza por los corredores de las calles
da a mis manos un dibujo perfecto;
siento que la gente que pasa me mira con agrado,
huelo a fresca lavanda
y doy los pasos al ritmo que el corazón me marca:
soy un muchacho que puede amar.
7
La iremos haciendo piedra a piedra
hasta que no quede más remedio
que llamarla casa.
Luego la enseñaremos a cruzar los ríos,
crecerá como un animal,
será perfecta.
¿Qué sueño habrá en la ciudad
más rico que su sueño?
Gimiendo nos pedirán posada
los altos agapandos,
hospedaremos al sol como un rey
en los pisos superiores,
y arriba nosotros, mirando la ciudad,
nos amaremos en setenta posiciones
hasta que la casa se caiga
despedazada por la dicha.