La puerta del alma medio abierta:
por allí, te exilias del ardor del día,
preservándote.
Más acá, serías como un fantasma
tachonado de agujas, miradas y dicterios
Incesante herencia de crepúsculos,
revives el mar, la ola elemental, el eco
transparente y mágico.
Pero el reino de tu cuerpo tambalea
se cierra el libro.
Nace el enigma y la evidencia de vida
y habla el silencio.
Estás presente y se me abren tus camino
de fuego y tus depuestas armas de luz.
¡Yaces, al fin, vencida!