Vencimiento (III) de Filoteo Samaniego

La puerta del alma medio abierta:
por allí, te exilias del ardor del día,
preservándote.

Más acá, serías como un fantasma
tachonado de agujas, miradas y dicterios

Incesante herencia de crepúsculos,
revives el mar, la ola elemental, el eco
transparente y mágico.

Pero el reino de tu cuerpo tambalea
se cierra el libro.

Nace el enigma y la evidencia de vida
y habla el silencio.

Estás presente y se me abren tus camino
de fuego y tus depuestas armas de luz.
¡Yaces, al fin, vencida!