¿Dónde encontrar al testigo,
al hombre despierto que vive su tiempo con un gozo
sustancial y claro;
al que toca las aguas y ve;
al que planta el árbol y ve;
al que ciñe un duerpo de amor y ve el amor;
al que traspasa con sus ojos la distancia
y la duda?
Poemas de Filoteo Samaniego
Evidencia y muerte
en la eternidad que me niegan
tus armas de polvo,
tus caminos de humo.
He aquí el compromiso:
transar con el otoño vagabundo;
elegir el consentimiento del junco vencido;
asir la mano del alba cuando, temblorosa,
se anida en los muslos locos,
y amar la carne profunda en sus nieves
y torrentes.
Idioma vencido de tus labios:
palabras muertas de nieve
brotan, como almendra antigua,
amenazada de males, de albas,
de murmullos.
Y la roca, y la arcilla, sin alas
se aferran al aluvión, huyen del viento
y funden su soledad en la extraña máscara:
rasgos fijos del amante en la edad, imprecisa
y sin tiempo, de la amada.
La puerta del alma medio abierta:
por allí, te exilias del ardor del día,
preservándote.
Más acá, serías como un fantasma
tachonado de agujas, miradas y dicterios
Incesante herencia de crepúsculos,
revives el mar, la ola elemental, el eco
transparente y mágico.