Voces para una batalla (I) de Javier Barreiro Cavestany

A Jorge,

en el umbral de sus 80 años,
por los mares que junios hemos visto,
esta visión…

‘…porque el día de su retorno
ha sido abolido. ‘
Hornero, Odisea.

allá
donde la espuma se mezcla con el resplandor del día
acurrucados
como pidiendo un perdón inmerecido
con andrajos vestidos los imaginan
malolientes de años a la deriva
embrutecidos
y hasta caníbales al timón
si barcos son esos que traen desechos humanos
burla de grupas marinas corcoveando
antes del embuche final

poco a poco se van viendo otras manchas
refieren a mí
ciego desde que vi la luz
según la negra gracia de mis pares
que se amontonan groseramente en la duna
por donde acabo de rodar
oyendo en sus gritos
los de los náufragos que aún no llegan
por la distancia creciente chapoteo
de remos y brazos
despertando el recuerdo de un rostro amado
el calor de otro cuerpo en noches frías
una canción que se apaga
la playa…

desde aquí es brisa en mi frente cansada
tacto de arena finísima escurriéndose
mientras una niña susurra que agitan banderas
y el oleaje se encarniza con más rabia anuncia
el desenlace funesto
y agrieta quillas el rencor de quienes nunca el mar
surcaron
sino el miedo apenas a sus profundidades
golpeando como el sol mi testa calva
que en silencio lo agradece al preguntar:

¿y si no fuesen ellos
los nuestros
llorados en los atardeceres junto al templo ahora en
ruinas
honrados con ofrendas de flores y vino
a las divinidades de este mar
al que también yo pertenezco?
¿y si no fuesen ellos que fuimos olvidando como ramas
infectas

ganado segregado a tiempo del rebaño obediente que
nos alimenta?
¿y si no fuesen ellos…
por qué el santo idiota de la aldea estaría encaramado
a mis débiles hombros
balbuceando con horror y alegría
las mismas sílabas que profería el día de la partida?

no
ya no tendrán fuerzas para arrojarse y nadar hasta la
orilla
dicen los hombres c s descubren un repentino coraje
de qué guerra habrán huido vencidos
por pueblos que nunca conocieron tanta vileza
protestan las mujeres de cuerpos ya blandos
mal amados
en los que a veces me apoyo para acostarme
así los caracoleos que dibujo en mi oscuridad
temblorosa
van tragando una tras otra esas planchas de esperanza
inútil
con ellas va perdiéndose el recuerdo de la gran empresa
porque debía de tratarse de una gran empresa
la que aquellos hombres (o éstos)
iban a acometer

estará escrita en algún rincón
de mi cuerpo flaco y achacoso
donde las vociferaciones se trocan en murmullos
sofocados por un monstruo marino aún sin nombre
a su merced
tripulantes
en la borrosa imagen vuelven a zarpar entre augurios
y sollozos
que esta caja de ecos rescata del olvido a mi pesa