Voces para una batalla (I)

A Jorge,

en el umbral de sus 80 años,
por los mares que junios hemos visto,
esta visión…

‘…porque el día de su retorno
ha sido abolido. ‘
Hornero, Odisea.

allá
donde la espuma se mezcla con el resplandor del día
acurrucados
como pidiendo un perdón inmerecido
con andrajos vestidos los imaginan
malolientes de años a la deriva
embrutecidos
y hasta caníbales al timón
si barcos son esos que traen desechos humanos
burla de grupas marinas corcoveando
antes del embuche final

poco a poco se van viendo otras manchas
refieren a mí
ciego desde que vi la luz
según la negra gracia de mis pares
que se amontonan groseramente en la duna
por donde acabo de rodar
oyendo en sus gritos
los de los náufragos que aún no llegan
por la distancia creciente chapoteo
de remos y brazos
despertando el recuerdo de un rostro amado
el calor de otro cuerpo en noches frías
una canción que se apaga
la playa…

desde aquí es brisa en mi frente cansada
tacto de arena finísima escurriéndose
mientras una niña susurra que agitan banderas
y el oleaje se encarniza con más rabia anuncia
el desenlace funesto
y agrieta quillas el rencor de quienes nunca el mar
surcaron
sino el miedo apenas a sus profundidades
golpeando como el sol mi testa calva
que en silencio lo agradece al preguntar:

¿y si no fuesen ellos
los nuestros
llorados en los atardeceres junto al templo ahora en
ruinas
honrados con ofrendas de flores y vino
a las divinidades de este mar
al que también yo pertenezco?

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Voces para una batalla (II)

dicen que nací para escuchar y recordar
pero mi memoria falla a medida que me hago viejo
además no sé contar
la presencia de un auditorio ávido de sangre y falsas
pasiones
termina por ofender mi ya escasa dignidad
conquistada desde niño sobre el regazo de mi madre

deletreando sonidos que eran lugares objetos
seres para mí desconocidos
todavía hoy al decir azul marino
mi mente se sume en ese desconcierto propio
de quien nombra algo incomprensible
amor orgullo cobardía
que forma tendrán
sin esa música que las encierra en una articulación
caprichosa

pero antes de que mi voz fuese reconocida
antes de poder levantarme para decir: quiero
frente al enjambre de chismosería exaltada
de golpe calla
como hembras prontas para la monta
antes del silencio cargado de presagios colgando de mi
lengua
tuve que aprender a callar
a esconderme como un criminal o leproso
en establos nauseabundos aprendí a amar el estiércol
y la paja
la baba de las bestias el metal
de argollas y cabestros forjados con maestría
para someter a la fuerza pura
tuve que soportar
golpes y odios que mis versos nunca cuentan
burlas y sarcasmos
de los que Disio el idiota se ha librado
porque sólo a mí estaban reservados
y las mujeres suspiraban que nadie
nadie hubiese sido tan bello como yo
de no haberme faltado la vista ni el andar acompasado

hoy sé que lo decían para humillar mi cuerpo
inepto para el amor y la guerra

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Voces para una batalla (IX)

antes de que los mejores se embarcaran
mi madre ya se había perdido en los pliegues de un
sueño negro
bañando en la plata del espejo su cara desfigurada
con gritos y amenazas la vieron arrastrarse
entre una multitud azorada ante su ruina sordos

a su queja fulminante mirada indescifrable para mí
otros
dijeron que había sido ella la causa del gran viaje
y la culpa se instaló en mi pecho
los mejores…
fueron a matar a robar a destruir
para ser aclamados al regreso
con una cabeza enemiga en cada mano fueron
a degollar para el aplauso
aquí todos quieren aplaudir
romper en mil pedazos este silencio de piedra que
resiste
a las más grandes olas de la propia renuncia
y abandonarse extasiados a evocar batallas
combatidas sólo en algún suburbio de la
imaginación resurgirán
poblaciones exterminadas
como una discusión tediosa se prolonga
delatando una razón exhausta de ternura y
humildad
los mejores…
qué mentirosas hazañas traerán para narrar
rodeados de adolescentes deseosas de sus brazos
magullados
por proezas inexistentes audacias
que mis versos disfrazarán de innato coraje
para que puedan emborracharse junto al fuego
negado a mis sentidos
muertos para el brillo del iris
¡ah!

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Voces para una batalla (V)

quién puede decirlo
quién quiso cómo fue cuándo
decidieron desertar los hogares para las fábricas
sacudir
el sopor de calles y de plazas
ahuyentar al dios que vigilaba el sueño y la razón
debieron de ser los mejores de nosotros sin duda
azuzados
por una fuerza desconocida
aún nadie logra explicar
aquella fiebre invadiendo las conversaciones
el llanto de las mujeres el precio de la sal
o acaso una muerte improvisa un desvío azaroso
del curso habitual de luchas y divisiones
una sequía
dio inicio a los preparativos y se dejó de hablar
de lo justo y de lo injusto
de mis miedos y tus rencores
los mejores
abrazaron la tempestad y el peligro
porque el mar estaba allí esperando
ser cortado agredido violentado
para vomitar el fruto que aridece nuestros campos
el orden en el que nadie cree ya entonces
estaba infecto de cálculos y secretos aprisionando la
risa
desnudez
en busca de un nuevo sentido
puedo decirlo
tantas veces lo he sentido dentro de mí
todo es aire vuelo
en el que me despeño sin sombra de raíz
ala despegando de las chatas costas de esta isla gris
huida furtiva en nave de piratas…

si quedaran mares para piratas
si el oleaje no me diese náuseas
abandonaría la casa materna
que con rabia antigua me posee
misteriosa corriente:
ya no se remonta

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