Yo soy el hombre silencioso,
silencioso para cantar.
No sé del grito, del sollozo
ni del ronco rumor del mar.
Mi voz ungida en suavidades,
que canta lo triste y lo mío,
irá a través de las edades
como el rumor de un claro río.
No quiero que mi voz herida,
ni que mi canción dolorida,
por sobre los humanos yerros.
dolor derroche;
tal el ladrido de los perros
en la noche.
Mi dolor es hondo y eterno,
pero en mi canto se hace leve,
frente a la alegría encendida;
es un albo copo de nieve
para las llamas de la vida.
Mi voz no ha de amargar la fiesta
de los que se embriagan en esta
vida mortal;
de mi corazón al abrigo,
yo me quedo solo conmigo
y con mi mal.
No turbaré el albo reposo
ni el alborozo jubiloso
de los que se entregan a amar
En mí no hay grito ni sollozo
Yo soy el hombre silencioso
para cantar.