No me has visto. Siglo. Siglo. Oh, prestigitador.
Al lado de la carpa inmensa venden
barquillos. ¡Y algodones de azúcar!
Y dicen: «Ya estamos hartos de tus opiniones.»
No me has visto. No has venido a preguntar por mí,
el de los dedos cortados.
Poemas de Ángel Escobar
Por ahí viene el calor. Doblándose en los postes
cae su pergamino de oro.
Viene huyéndole a los gritos que el mar suelta, solo, de pie en la costa de Cojímar.
Adela entra en la siesta.
El verano se le para en los párpados de leche
y le exprime un limón maduro
entre los pechos.
Estoy parado en esta esquina –
entre la cordillera y el mar,
entre el sur y el desierto.
Soy pobre, pero no puedo vender mi pobreza,
ni cambiarla por un augurio.
Seguramente estoy esperando algo
parado en esta esquina del mundo,
pero ya no sé qué.
mírame bien / ves esta cara redonda como el parche
de algún tambor de feria / te pregunto
la ves/ tú estás seguro que la ves
si así es puedes rajarla no más con proponertelo
lo harás cogiendo tus baquetas golpeando
un poquito más duro que antier / te aseguro
que hoy no hará la misma fuerza que mañana
rómpela / pronto / rómpela
no te detengas / yo me torné inmaduro difícil cuestionable
yo conservé el error y la posibilidad de lo imperfecto
yo celebré el desliz que salía caliente de mi plexo solar
y de mi cara
metía y meto la pata en cualquier hueco y el riñón
menos apto y el pulmón y la cara /
mira que fallo cometió el universo
al empujar tantos litros de sangre a este abandono
acercarte perfecto
puedes coger el martillo / hacer añicos
mi cara / este trozo de terracota mal moldeada
yo sé que piensas que se parece a un cero / pues no
lo pienses más / decídete y golpea
que el cero es una posición muy incómoda
ven machácala y anda / machácala y trota
podrás hacerte un escalón
cuando ya esté mi cara derrumbada
Juntémonos en tu casa el sábado.
Sí: tiremos cualquier cosa a las brasas-
auque sea un hombre:
sí: volvámonos caníbales –
eso da prestigio y fama –
eso hace que uno deje un trazo
como hace el caracol sobre la tierra –
si es que la Tierra es algo.
No te he abandonado.
Estoy aquí contigo.
Te han atado en la costa
a un madero,
entre el mar que desdeñas
y la tierra que amas.
La marea sube; el poste
resistirá. Mientras tanto,
los cangrejos pueden comer tus vísceras.