Yo era un hombre cuando cierto día
encontré a mi padre parado en mi vía.
Alto como torre, duro como bloque,
firme como prócer, fuerte como padre.
– Apártate, padre – yo le dije entonces.
– Apártate, padre.
Yo era un hombre cuando cierto día
encontré a mi padre parado en mi vía.
Alto como torre, duro como bloque,
firme como prócer, fuerte como padre.
– Apártate, padre – yo le dije entonces.
– Apártate, padre.
Con el vaso en la mano, mirando las montañas,
le acaricio el lomo a mi perro.
Estas montañas nuestras
del interior,
casi olvidadas de tan familiares,
casi invisibles de tan vistas,
no es seguro siquiera que no sean
enseres en un sueño.
Me gusta acariciarlas siguiendo con los ojos
morosamente
sus líneas abruptas,
mientras en sus dorsos la luz
de modo imperceptible
va del verde al azul
al violeta.
Me gusta acariciarlas con los ojos,
como acaricio
el lomo de mi perro con la mano
libre.
A los grandes muertos,
al linaje glorioso,
a los que ven más allá de la muerte,
ofrendo.
Sitting Bull, águila.
Moctezuma, príncipe.
Netzahualcoyotl, poeta..
Cuauhtemoctzin, tigre.
Caupolicán. Manco Capac,
a los grandes muertos,
a todos ellos
a los que no conozco, a los muertos oscuros
al alma de la raza,
ofrendo.