Destierro Voluntario

(Fragmento de Obra)

A veces,
en la pausa de alguna piedra a la vera del destierro,
se oye susurrar al viento, alborotando a las estrellas.
Y la agonía de un hombre solo
camina ancha y errabunda en medio de los pastizales,
en medio de la noche estentórea
tan llena de murciélagos y de esperanzas muertas;
alguna luz en la otra orilla
-en la otra orilla del sueno-
nos guía hasta las fogatas de los hombres
(fogatas hidroeléctricas
llamas cuadradas, incendiadas nieblas).

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El loco de PuertoCortés

Es otro el Mar Caribe de los barcos mercantes;
insectos venenosos y verdes platanares abatidos
enturbian el color del mar casero.
Tahúres, vagabundos,
marineros varados en noches torrentosas,
montañas de ginebra y de sexos estériles,
explotan, rugen, pasan…
y vuelven con la ronda de otros barcos…
¡Quién no se vuelve loco como tú′,
en medio de esta usina paralítica!

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Gladys, morena sílfide

En este medio día del trópico
tu cuerpo se iba amotinando pájaros,
pequeña sílfide del Caribe;
el sol, vertical y broncíneo, caía en plena calle,
hesitando en la prisa de los hombres reverberándote…
Nada te ha vulnerado al descubrirnos
tu apoteósico escorzo;
mariposa fugaz,
vela blanca que hinchaba el Mar Caribe.

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