¡Ay, paloma, mi pecho!
No enseñes el dolor que te hace leve.
No pronuncies el nombre que te delataría.
Sobrevuela el espacio que ocupo por tu boca,
lánzate valerosa sobre mis ojos tristes
y devora la lágrima que convive conmigo.
Que el rey y señor mío
no sepa que en mis brazos han florecido albahacas.
Él es cruel y no entiende que nuestro amor es alto.
No vayas por el aire,
que él es halcón furtivo y ha afilado sus garras
para hincarlas a muerte sobre tu piel reseca.
Que piensa devorarte
y arrastrar tus cabellos por las tierras de Ammán.
Ha propuesto a la corte
que se dicten las leyes necesarias y urgentes
para dejarme sola al llegar el invierno
y tu voz y tu cuerpo se hagan inalcanzables.
Construye empalizadas, levanta torreones,
abre vados y zanjas para que todo el reino
quede aislado del mundo
y no puedas hacerte de mi nido tu lecho.