Corre, amor, por el aire,
no detengas tu vuelo.
La reina tiene miedo, amor,
la reina está asustada,
que ayer sostuvo el arco y las flechas reales
cuando vio a los guerreros dispuestos a la caza.
El vuelo de mis alas se extendió sobre ellos
y el rey dijo: «Matadla».
Pero la reina dijo:
«Está llena de gracia,
tiene el vuelo ligero y las alas le brillan
al descender la noche.
Y cuando vuelve a casa huele a arrayán su pelo
y tiene los pies fríos de haber volado tanto.
No la matéis, señor,
es Shamra, la pequeña,
la hija más amada,
la que habéis prometido como reina a Damasco.
Dejádmela que viva.
Le cortaré las alas y aunque se vuelva triste
los caminos de Bosra no volverán a verla.»
Eso fue lo que dijo.