Der, die, das de José Luis Piquero

Tu torpe Ich komme aus salva la tarde
de un día atroz. Pronuncias
encantadoramente
mal todas las palabras. Te has dejado
el libro en casa y yo te lo agradezco
sin decir nada. Llueve
tras el cristal oscuro que duplica
nuestras cabezas juntas. Soy feliz
y durante un instante son felices
la vida, los idiomas y las clases nocturnas,
la lluvia, las ventanas, los inviernos…

Mas, ¿qué será de mí mañana? Sigue
salvándome. No te marches a casa.
Durmamos en la Escuela. Yo te enseño
a pronunciar ich heisse y noch einmal.

De repente, una noche, nada importa.
Los gestos son los mismos tiernos gestos de siempre
y podemos jurarnos lo que quieras.

Pon tus ojos en mí, mira mis manos.
Repetiremos juntos un curso y luego otro.
Si es verdad que los hombres se mueren de sí mismos
yo no me moriré. Tú no te mueras.

Vamos a recorrer estos pasillos.
Nunca me dejes solo. No te vayas
a casa cuando el timbre suene y suene…