A la orilla del sueño algo de mí despierta

A la orilla del sueño algo de mí despierta
Brasas que miran la otra parte que
como siempre
duerme

Hay una barca que se abre ante el mar como una espera
Hay una vertical sombra sin rostro que me invita a subir
A irme de viaje por estas aguas turbias
en estas horas que alzan su ramazón
su tallo oscuro
en el tiempo que crece antes del alba

Hora de gallos asustados
que concentran pavor bajo sus alas
Estancias tibias en donde irrumpe el frío
como un silbido de cristal

Alza su pecho gris la incertidumbre
Entra mi pie en la barca
Despierta la otra parte de mí
que siempre duerme
y unta un frío sudor sobre mi frente

Enciendo luz
Salto fuera del sueño

Tiemblo.

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Canto en voz baja

«Triunfará del olvido tu hermosura»
Francisco de Quevedo

Éste es un canto para ti
Entero como el aire que pasa y acaricia las flores del durazno
Feliz como una noche total
Dulce como los niños que se enamoran de su maestra
y no saben decir dónde les duele y lloran

Éste es el canto de tu cabello largo como la tarde
Arroyo donde el sol se sumerge
Agua donde mis dedos arden como peces
Red que sale del mar cargada de colores
Arena fina entre mis manos

Éste es el canto de tu mirada que hace danzar los árboles
Que hace hermosos a los perros y al aire triste de la ciudad
y a la ciudad y sus muertes innumerables

Canto a tu mirada Refugio de la luz
casa del día como quien canta las pozas bajo la espesura
de los bosques
Canto la frescura y el brillo
la calma y la tentación del hundimiento

Este es un río que de golpe avanza
y se transforma en viento sobre los pastizales
y se hace luz sobre el espacio azul.

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Cantos para una joven concubina

Son tres
Están juntas
Presentes en una
La Negra
La Blanca
La Roja:
LA LUNA

Para mi joven concubina
La Hechicera
esta lenta madrugada que se alarga
en el canto quebradizo del gallo
esta luna creciente cuya punta filosa
ha comenzado a desgarrar la cuajada negrura:
una brillante sangre empezará a fluir

Para mi joven concubina
este pequeño montón tibio:
ceniza del insomnio
y este hueco: mi costillar vació
donde golpea mi corazón
con un sonido que se apaga
poco a poco
en la noche

*

Pequeña concubina:
no mires hacia atrás

Yo te estaré mirando desde cualquier rincón
como un duende
como un desasosiego
como un presentimiento
como una sombra rápida que cruza la ventana.

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Círculo de calma

Con un callado golpe de alas negras
se mete al pensamiento

Después arropa con su aliento tibio
Nos rasca la cabeza con amorosas manos
Nos tiende brazos cálidos sobre la cama dura

Es cuestión de dormir
Entrar al sueño con el pie derecho
Palpar los muslos de agua o de ceniza
de esta amiga reciente sin rencor y sin miedo

Y sin ninguna prisa.

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Como una lenta piedra

La noche y sus lamentos
El rumor sordo de su respiración
No sé qué sangre fluye bajo el piso de la ciudad

Una imagen de mí como una lenta piedra
llega de las finales marejadas del día
de las horas quemadas por el sol
Viene del horizonte
De la línea dolida de la sombra
De las cenizas recientes del pasado
Del fondo de esta noche

En estos días he visto tantas cosas de mí
Me he aprendido en tu voz
En el atrevimiento de tus manos
En tu cuerpo arrojado al reposo después de la tormenta
reflejándome oyéndome

Te recuerdo de pie frente al espejo tocada apenas por la luz
Llenos de ti mis ojos Mis manos insaciables
El húmedo cabello derramado en el lecho
Tus hombros salpicados por la sombra
La lengua de la luz en tus caderas blancas

Al fino talle prendo garras dulces
Mis brazos de hacen alas y te envuelven
Hundo sobre la alfombra cascos de minotauro
Embisto
Rasgo
Aúllo
Me despeño

Soy agua derramada sobre ti
Soy la más tibia lengua
El río más tierno
Agua.

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Después te dormirás

Después te dormirás
Bajo tus ojos se dormirá el sueño

La piel no duerme nunca
Me mantiene despierto
Por eso no quiero ver tus labios
en silencio
dormidos

Quisiera despertarte
Traspasar la delgada película del sueño
Habla
Que todo viva
No quiero más este apagado grito.

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El regreso

Las tres de la mañana

El invierno planea
entre girones densos de la noche
y los pies trashumantes de la niebla

Las ráfagas que vienen de sus alas
zumban entre las ramas:
congelan el rocío en las ventanas

Afuera todo es frío

Pero yo vengo de tu cuerpo
Y estoy alegre
reposado
tibio.

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Elegía frente al río

…el triste corazón de los humanos.
Percy B. Shelley

Las once de la noche
y el trópico descansa de un combate feroz contra sí mismo

Vuelan nocturnas mariposas torpes
Hiende la luz el agua
Canta un sapo en la sombra que parte en dos la noche:
denso muro de grillos

Y estoy aquí
sin tus libros a mano
Oigo pasar el río
que un kilómetro abajo se junta con el mar

Fluye despacio la memoria:
te conocí bajo el árbol de imágenes
con el que reconstruiste el universo

Pardeaban los sesenta
Se hacía más confusa la confusión de los dieciséis años

Adivino la palabra por tu voz
de algún modo
Pero sucede que no será posible decírtelo
ni oírte
ni mostrarte jamás mi primer libro

A veces
la vida muestra todo su obsceno resplandor
Entonces
el tiempo es una gota congelada
un golpe suave que nos calla un segundo
y fija con extraño poder la circunstancia

Sucedió hace dos noches
Iba a leer en público
y alguien dijo tu muerte de repente

Ahí empezó todo esto

Sembrada está en el fondo del oído esa semilla amarga

A orillas de mi voz pienso en Manrique:
oigo el río de Tuxpam que un kilómetro abajo se junta con el mar

El trópico descansa

Entra Raúl Garduño al pensamiento

Adviene la palabra
Muerde el tiempo:
las once de la noche
para siempre.

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Fin de fiesta

Esto empezó con besos
Ahora es un rosario infinito de dolores
y sordos y llagados lamentos

Alacranes en doble dirección
fluyen
cuando los labios quieren acercarse
de nuevo.

*

Miro a la bestia sonreír
resbalosamente

De su hocico fluyen palabras negras:
se transforman al contacto del aire
en gotas de una rarísima baba purulenta
que caen
y corroen la madera del piso.

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Inundación

El río trajo troncos y lúbricos helechos:
la creciente mantuvo mi memoria anegada.
La inundación es gris. La niebla húmeda nada
entre ruinas y patos y lúgubres desechos.

Mundos rotos, barcazas, heridas en el pecho
del río, y un olor como a selva concentrada;
un hedor incipiente y una aguda parvada
de gritos en la cumbre del paisaje maltrecho.

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Pasan los días

Pasan los días
El vidrio de la luz se desvanece
No hay espejo capaz de verle el polvo
No hay ojo que lo pesque entrando en la otra orilla
filtrándose en la sombra

Pasan los días
Se entume el dedo el lápiz el verbo la memoria
Piedra redonda dura el pensamiento
Esfera de vacío la palabra

Pasan los días

¿Qué hice ayer?

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Pero yaces ahí

Pero yaces ahí un poco más allá de mi piel y no te veo:
me tocan
con ligero aletear
tus movimientos

Sé de tus labios blandos
Sé del pensar solemne de tu respiración
y de la tibia caricia solar bajo tus dedos

Estoy aquí
y no sé dónde comienza el frío
No sé si viene de los tejados negros
Si nace de la luz bajo la puerta
o de la claridad que la ventana no detiene

No sé si existe en realidad la música
o son ciertas las voces que recorren la calle

Pero todo está ahí:
la niebla gris vagando por San Diego por la Isla y la
Almolonga
por el Arco del Carmen oscuramente antigua

Pero tú estás aquí tan cerca de estos labios de pronto
enmudecidos

Y te amo
Amo el escándalo oscuro de tu cabello
La desolación pensativa de tu frente
Viajo despacio por tu rostro
Vago por tus labios
Voy por la plenitud fértil de tu cuello
Amo tu carne que alimenta mis brazos
tus muslos por donde mi deseo navega
la forma hundida de tu piel bajo el vagabundear abandonado
de mis dedos

(Qué más deseo entonces Por qué no
estoy tranquilo
Qué torpe eternidad estoy buscando)

Regreso Estoy de nuevo errando por tu rostro
En cada retirada de las sombras
En los milímetros que el sol recorre borrando la penumbra

Afuera
la niebla se deshace en los brazos del día
Bajo el balcón crece la sombra indígena que vende
Surgen voces más claras
Ruidos
Rumor del vecindario que
despierta

Te vas entonces con la niebla
Desapareces por la hilera de cerros que bajan a Palenque
Hacia los grandes ríos
Hacia la lejanía entrañable de las imágenes.

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Si tuviera un amigo

Si tuviera un amigo
o un hermano mayor con la mirada dulce
o un padre con la mano sobre mi hombro
o una madre tocándome la frente
le diría que es tarde que ha llovido
y que estuve abrazando a una mujer (su llanto ardía)
y nos dolía la noche porque estábamos juntos
pero yo me había ido

(Mi caudaloso amor: este páramo seco
este cauce polvoso de un río que murió soñando sauces
estuvo aquí total completo
Pero un día cambió
Se tornó un arroyuelo cálido que recorría la casa
Me seguía silencioso o maullando como un pequeño gato triste
Escuchábamos jazz
Leíamos poemas entrañables mientras ella volvía

Yo la esperé junto a una fuente turbia
Hasta el hastío más hondo
Hasta el zumbar de moscas en el espejo de agua
Hasta escupir la fiebre

Primero fue el tizón del horizonte
El cráneo a punto de estallar del que lo duda todo
Después la noche y su cerrado enjambre de insectos
derribándome

Mis ojos fueron nido de su veneno negro
Fui su prisión su casa fui su invadido continente

El río de otro tiempo reptaba en mi interior como canción amarga

¿A qué dolerse ahora?

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Te contemplo desnuda

Te contemplo desnuda
Soy
un cuchillo redondo
que te apunta.

Se iluminan los cuadros Los más lejanos soles resplandecen:
tus muslos lentos se abren.

No existe un solo pensamiento
Sólo la claridad que nos habita
La decidida vocación del pedernal
que a embates repetidos
quemó la historia
con su llama.

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Tú me conoces ya como la palma de la mano

Tú me conoces ya como la palma de tu mano
Soy esta acumulación lenta de imágenes
este puño de tierra húmeda en que palpita un breve corazón
de oro limpio

Tú me conoces
Soy un poco de sombra herida por un alambre
tenso

Soy mis sentidos como un pozo en que la luz desciende
La luz es un panal que gotea sol
un sol que gotea luz
un árbol derramando su follaje cuajado de sentidos como un ave
sus plumas
Digo «tú me conoces»
y algo más grande que mi cuerpo me envuelve en una manta tibia

Digo «tú me conoces»
y una pluma brillante de pavo real desliza su silencio sobre mi piel
desnuda.

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Uno ama Es amado…

Uno ama Es amado Saca rosas rojísimas de la piedra
más negra
Vive -en resumen- Ríe Cultiva su jardín en las tinieblas
Uno no necesita más que tiempo quemándose a su paso como
una hoguera suave
Marchando pues al ritmo de la sangre
sobre las tardes tibias y empedradas

Pero un día conoce la temperatura del Deseo:
Una la ama toda la tarde bajo la tempestad
Un día sus labios queman con dulcísimo sol el hombro de uno
Una noche la sueña: cruza con ella ríos inesperados

Uno ya no es el mismo
mira su rostro en el espejo redondo de su vino
en el espejo donde uno se disuelve

Se hace pequeño el mundo

Ya no le alcanza el aire
el día
la luna de antes

Uno despierta un día sobre el lecho de siempre y se encuentra
más solo
Uno se pone triste de repente
Uno se ve las manos en la luz: algo les falta
Uno siente sus brazos vacíos su hombro sin peso

Uno quiere de pronto tener alas

Uno no está con uno en ningún lado

Uno
ya
es
Otro.

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Yo te beso

Yo te beso
Frente a la destrucción y el aire sucio
te beso
En el estruendo de los automóviles
-la migraña del día-
te beso
En el festín de los ladrones
En el pozo de los iracundos
Ante el cuchillo de los asesinos
Ante la baba fóbica de los intolerantes
Frente a la sangre agusanada de los corruptos
Frente a la mansedumbre
Frente a la podredumbre
Frente a la muchedumbre
Yo te beso de frente
Y el día empieza a caminar
con la frente muy alta.

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Ala del sur

La gran selva dormida:
gritos bramar de monos
crujir de ramas leves
y un silencio magnífico después

Desde la fronda
un billón de ojos miran el estrellado cielo:
su reflejo

El ancho río fluye como una vena dulce en la espesura

La densa noche tropical
y su vaho amoroso
bajo la blanca Luna.

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Ala que no vuela

Para Gertrude Duby

I

Aquí
la selva

Larga la soledad con que nos nutre
Hora de lentos pies donde el puñal se hunde
Raíz de luna helada sus venenos más fuertes

Aquí el árbol anclado en el asombro:
lagunas congregadas al silbo de serpientes

El saraguato rasca su viejo cuerpo
El quetzal pierde la hoja más larga de su cola
La piel come los huesos al jaguar
Muerden balas y fuego su elegante silencio
Su hermosura

¿Se escucha el canto que hinca sus uñas sobre las ramas secas?

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Cartas desde Bonampak

Para Balam, mi hijo

I

Llueve.
Llueve desde hace días.

Hoy desperté con una sensación de tibia soledad.

Desde mi hamaca escucho el chasquido parejo de la lluvia.

Días atrás los chicleros mataron un gran tigre:
me dolió, pero me gustaría llevarme la piel para que
en ella duermas.

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Casa de los monos

Para qué hablar
del guayacán que guarda la fatiga
o del tambor de cedro donde el hachero toca

A qué nombrar la espuma
en la boca del río Lacanjá
Espejo de las hojas Cuna de los lagartos
Fuente de macabiles con ojos asombrados

Quizá si transformara en orquídea esta lengua
La voz en canto de perdiz
El aliento en resoplar de puma

Mi mano habría de ser una negra tarántula escribiendo
Mil monos en manada sería mi pecho alegre
Un ojo de jaguar daría de pronto certero con la imagen

Pero no pasa nada Sólo el verde silencio

Para qué hablar entonces

Que se caiga este amor de la ceiba más alta
Que vuele y llore y se arrepienta
Que se ahogue este asombro hasta volverse tierra
Aroma de los jobos
Perro de agua
Hojarasca

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Cielo y tierra

Y las aguas de Arriba amaron a las de Abajo
y eran las aguas de Abajo femeninas
y las de Arriba masculinas…

¿Has oído, amada?

Tú eres la Tierra y yo soy el Cielo
Tú eres el lecho de los ríos y el asiento del mar
y el continente de las aguas dulces
y el origen de las plantas
y de los tiernos o duros o feroces animales
de pluma o pelo o sin pluma ni pelo

Yo soy la lluvia que te fertiliza

En ti se cuecen las flores y los frutos
y en mi el poder de fecundar

¿Has oído, amada?

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Donde habla la ceniza

Don Juán Ballinas (1842-1905),
primer explorador de la selva lacandona,
in memoriam.

I

Con regusto de ciervo entre las fauces
el puma tiene sed
Su pupila apuñala el corazón del aire

Todo futuro es verde

Entrar ahí
Dejar en las espinas la piel y la memoria
Ser sobre el humus sol
que se arrastra y trastorna su espina dorsal
como los gatos

Entrar
hasta que no se note si es sangre o clorofila
lo que nos quema dentro

Andar Andar Andar
Aprender el oficio de los ríos
Erosionar el tiempo hasta volverse un puro centelleo

Así era papá Juan

La mirada del puma atraviesa el presente

Todo futuro es sepia.

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El agua desdichada

Todo quiere ser agua
Quiere licuarse la montaña entera

Las atalayas hunden en el río sus leves pies calcáreos

Quemados por la boca espumeante del calor los
cactos arden
amando ya su polvo su ceniza que un día
descenderá sobre las aguas

Se quieren agua el lirio y la sombra y la piedra
y el amarillo ardiendo

Ya la montaña lenta se desliza
como una vena verde
por la lenta cascada.

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El caldito

Cuando el Fuego ama al Agua,
y la acaricia, la enciende y la calienta hasta la ebullición,
nace un producto nuevo
que integra a los amantes en alquímica unión
y al que nombramos caldo.

Trabajé todo el día,
labrando en una piedra una vasija blanca,
y después me dormí.

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El poeta revela a las criaturas el nombre de su amada

Toda la página del cielo para poner un Nombre
Todas las palomas traspasando la niebla matinal para erigir un sueño

Despierten cúpulas somnolientas de la Ciudad
Ya el joven sol se filtra
haciendo restallar su luminoso látigo en la mitad brillante de los árboles

Vaya una mano inmensa para apartar la última capa gris
Vaya una mano inmensa para otra vez teñir de azul el cielo
Una mano para trazar con pájaros el Nombre:
el Alto Nombre de la Amada

Al suelo el polvo el humo el aire sucio
A las lentas alturas la Delicia

El Nombre de mi Amada viene del Manzanar
El Nombre de mi Amada incendia la Penumbra
El Nombre de mi Amada alimenta palomas en los parques semidormidos

Un sueño un Alto Sueño: una breve Semilla
y habrá de germinar la Eternidad

Claveles blancos para escribir su Nombre
Todas las gotas de rocío para trazar las letras de su Nombre

Con los rayos más cálidos escribiré su Nombre sobre el frío
y el día entero se estremecerá

Con aroma de mangos y de piñas
Con violetas con flores amarillas con tulipanes rojos
escribiré su Nombre

Estoy hablando de Ella criaturas perezosas
¡Despertad!

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Fuego en voz alta para encender la primavera

Vibro
Estoy cantando
Ilumino la oscuridad cantando
De la fruta ligeramente amarga del corazón
se levantan delgadas capas de una suave corteza
Capas ligeras como el aroma que se desprende bajo el sol
de un paquete compacto de grandes hojas de tabaco

Estoy cantando
Me descubro extendiendo mi voz como la piel de un animal
que se pone al sereno llena de sal y estacas
estirada en la noche como una mancha

Estoy cantando
Voy extendiendo la noche como una piel enorme
y clavo las estacas de mi canto en la piel de la noche
y la cubro de sal con la sal de mi canto
y la pongo a secar con el calor pálido de la Luna
bajo el temblor de las estrellas

Abro la noche en dos
Afilo las estacas doradas de mi canto
Parto su corazón luminoso
Y lanzo la blanca sal de mi palabra
sobre la piel recién desollada de la noche
y la pongo a secar con las estrellas pálidas

Abro en dos cada estrella
y de su corazón cercenado por la estaca feroz de mi palabra
brota mi canto para regar de polvo estelar mi corazón sombrío

Y parto en dos mi corazón sombrío
y en mi mano sólo brilla una estrella alargada
y en el fondo de mi sombrío corazón sólo hay polvo de estrellas
que cae sobre la piel recién cortada de la Medianoche
que se extiende clavada contra un cielo vacío
donde sólo hay un canto como sal derramándose

Estoy aquí Oigo las cosas crepitar bajo un incendio subterráneo
Me persigue cada ínfimo sonido de la noche cada rama delgada
cada crujido leve de la hojarasca

Cantando
he hundido mi mano hasta el fondo de mi sombrío corazón
y no sangre
y no dolor
sólo mi mano resplandeciendo de polvo estelar vibra bajo la noche

Y estoy cantando
Y estoy ardiendo
Y hay un enjambre luminoso en mi palabra negra
Yo soy la lengua de la noche
Soy sus negros pulmones
Y canto
Y ardo
Y me desprendo en capas sucesivas
en delgadas cortezas de mí mismo
como el aroma de las hojas compactas de tabaco
bajo la mano bienhechora del sol

Ah pero la noche hizo fogatas bajo las construcciones
Y hay hombres calentando sus manos junto a las fogatas
Y los hombres tiemblan de frío y repiten entre dientes mi canto
y una fogata interna los calienta y humean
y se desprenden de sí mismos cantando
como en delgadas capas como en cortezas sucesivas

Y en las casas hay madres preocupadas agitando termómetros
que vigilan la fiebre de sus hijos

Y hay hijos convalecientes que agradecen
con la flor débil de su risa
los labios de las madres sobre su frente febril
Y los niños febriles y las madres cansadas
cantan entre dientes conmigo
Y la luz los arropa

Y hay un enamorado con los ojos llenos de noche
que prepara una soga
y hay un adolescente arrodillado frente a un arma pequeña
y hay una joven fea preparando somníferos
y una muchacha hermosa preparando veneno
y desde la ceniza de su amor quebrantado
asoma poco a poco mi canción
y sube a su garganta
y mueve con dificultad sus mandíbulas tensas
y entre dientes repiten mi canto
y una sonrisa cada vez menos triste va naciendo en sus ojos
y el Orgullo comienza a crecerles por dentro como una rama tierna

Canto
Y mientras canto la Noche se desliza por el tren subterráneo
donde los hombres danzan una danza lentísima
con los brazos en alto sujetando quién sabe qué Seguridad inútil
con los ojos vacíos
o llenos hasta el borde de un material vacío
o mirando al vacío y reflejándolo en el espejo tibio de sus ojos
Danzando apenas con un ademán ciego y detenido en el aire
y sus piernas valsando un ritmo cada vez más ruinoso
a medida que el tren comienza a detenerse para entrar en la próxima estación

Y las manos
otra vez empuñando con desesperación ese poco de Seguridad
mientras beben el aire narcótico y la noche del túnel se alarga nuevamente
con un temblor que vibra bajo la danza insomne
de los hombres que avanzan con los ojos abiertos
hacia un futuro pequeño

Y yo canto
mientras la noche y su billón de pies danzando muellemente
sobre el tren subterráneo
les da a los hombres un espejo sucio donde ellos sólo miran el vacío

Pero todos los hombres cantan de pronto conmigo
y el cielo vuelve a descansar sobre sus rostros con sueño
Y sueltan la seguridad
y flotan
y van a la salida levitando
mientras la Noche teje un alba lentísima
Cantemos todos ahora
Sumerjamos nuestras manos en el polen oscuro de la noche
Hundamos nuestras manos hasta el fondo del corazón sombrío
Veamos nuestras manos iluminadas por el polvo estelar
Lavemos nuestras manos en el agua celeste

Con la mano derecha
hagan más grande la concha de su oido:
mi canto llega más allá de la estrella polar
porque de más allá viene mi canto.

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Heridas entre el cuarto menguante y la luna negra

¿Quién es el muerto en traje de bodas de este día?

La una de la tarde:
su campanada resquebraja el interior del día:
resquebraja la luz:
me resquebraja

La una: su lentísimo bronce

Hacia nosotros vuela la una de la tarde:
la paloma:
la paloma podrida de la tarde

Urde el tiempo la trama de su crimen

Fulge un escupitajo en la frente de la virgen

Una mujer hermosa escupe escarabajos:
la luz amarga fermentó en la sombra.

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Imágenes dispersas bajo la Luna llena

He sido siempre un hijo de la Luna.
Siempre vi, desde niño, las Lunas
más hermosas: la enorme Luna en llamas de Ocosingo saliendo allí, justo
detrás del cerro, tras la casa del rancho.
La enorme Luna roja sobre el
inmenso valle, en el Anochecer, bajando de las tierras altas de San
Cristóbal hacia mi húmedo pueblo, cuando tenía veinte años.

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Invocación

Lengua de mis abuelos habla por mí

No me dejes mentir

No me permitas nunca ofrecer gato por liebre
sobre los movimientos de mi sangre
sobre las variaciones de mi corazón

En ti confío
En tu sabiduría pulida por el tiempo
como el oro en pepita bajo el agua paciente del claro río

Permíteme dudar para creer:
permíteme encender unas palabras para caminar de noche

No me dejes hablar de lo que no he mirado
de lo que no he tocado con los ojos del alma
de lo que no he vivido
de lo que no he palpado
de lo que no he mordido

No permitas que salga por mi boca o mis dedos una música falsa
una música que no haya venido por el aire hasta tocar mi oreja
una música que antes no haya tañido
el arpa ciega de mi corazón

No me dejes zumbar en el vacío
como los abejorros ante el vidrio nocturno

No me dejes callar cuando sienta el peligro
o cuando encuentre oro

Nunca un verso permíteme insistir
que no haya despepitado
la almeja oscura de mi corazón

Habla por mí lengua de mis abuelos
Madre y mujer

No me dejes faltarte
No me dejes mentir
No me dejes caer
No me dejes
No.

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Tzintzuntzan (Visión desde las yácatas)

Este íntimo tono de plácida dulzura
en que la luz deambula
desnuda
por la tierra

El sol niño que asoma su rostro sobre el lago

Los millares de flores amarillas danzando

A lo lejos
la leve línea azul de las colinas:
ala del cielo añil lamiendo el agua

Un trino de cristal quiebra la transparencia

La quietud crece como un ramaje deslumbrante

¿Es verdad tanta luz?

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Valle de Ocosingo

I

El peso del silencio

El valle que se aleja de sí mismo
a galope

Hoy vine a ver
esta distancia que se fuga
escondida tras el oro del día

Qué hermoso espejo el sol para el valle extendido

Vaga el pensamiento al ras de los potreros

Desciende el alma
culebrita
a la canción del valle

Un sonido de grillos ecos pájaros
rasga la piel del aire
Árboles que se agrupan como pájaros

Palomas cuyas alas descienden hasta el mar

La reunión de los pinos

El rancho que compró la lejanía

La claridad
envuelve la mirada indecisa de la lluvia
que no se atreve a unir su asombro
al mío

Es hora de beber el horizonte:
oír el arco iris
diadema de silencios
en la fronda del día.

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