Esta exhumada ánfora de arcilla
fue en su tiempo lo que yo soy ahora:
Un amante no amado, mas que adora,
y de fe y de pasión es maravilla.
Y estas dos asas de su cuello erguido
que al libador ofrécense, anhelante,
fueron los brazos de un feliz amante…
Y así quedó, y el vaso fue cocido…