EL CÍNICO Y EL HIPÓCRITA de Antonio Plaza Llamas

Su maldad cuenta el cínico, la abulta;
su aliento es miasma, su sonrisa hielo;
porque ocultar pretende con anhelo
el rudo arpón que el infeliz sepulta.

Y sus maldades el devoto oculta,
de santidad cubiertas con el velo;
pero al subir en éxtasis al cielo,
su negro corazón al cielo insulta.

La sociedad al cínico aborrece,
y es digno de piedad por desgraciado;
al santurrón respeta y enaltece,

y merece la horca por malvado:
porque el cínico el alma tiene herida,
y el hipócrita su alma corrompida.