En la tibia quietud de nuestra sala
sentiré que te acercas a mi lado,
conteniendo el aliento fatigado
y en puntillas, como una colegiala.
Un secreto. Y tu mano, que resbala
por tus cabellos me tendrá vendado,
y en tu voz habrá un tono inusitado:
arrullará como si fuera un ala.
Luego, en silencio, en la penumbra densa,
saborearemos la fruición intensa
de un doble amor que se transmuta en uno.
Tanta ventura nos infunde miedo.
Mas, por instinto, lloraremos quedo,
como temiendo despertar a alguno.