El ruido de la heladera que cesa de pronto y se
puede escuchar el murmullo del televisor en el
cuarto. También me pareció escuchar la voz de mi
hijo. No hay nada más y todo parece estar en
orden, pero yo sé por dónde entra el vacío en
esta escena. Pienso: yo mismo soy el vacío. Pero
sé que no es verdad. Después escucho gritos en la
vereda. Alguien está peleando, o sólo se trata de
borrachos.
Estos ya son sólo recuerdos cuando me siento a
escribirlos. Imágenes que vuelven, esta noche,
para decir que tendría que haberme quedado con
ellos. Acompañarlos en la tarde. Estar mirándolos
solamente. Haber dejado en sólo un instante, esta
lucha cruel que sigue y sigue. En un punto en que
ya no puede ser poesía hablar de estas cosas.