Mi pasado está invadido
y lloro lentamente.
Me ha llenado de miedo una noche en el Neva
me ha llenado de fe una tarde en Bakú.
Se quedó Samarcanda como alguna promesa
y la calle de Arbat para soñar a Eszenin
siempre, siempre.
Poemas de Elena Tamargo
Pensar, robar, gozar
todo un único espasmo.
Arpegia y pica, Lázaro.
Salta de los tejados cuando nadie te vea
y muestra el interior de la sonata.
Aquella criatura desenfrenó la nada.
Es la maldad tan natural lo que te bambolea.
Y hoy está crecido el mar
no es que la marea suba por un hecho natural
es que llora Yemayá
Juan Formell
De niña, entre las grietas de la tierra
buscaba en ti mi aurora
a semejanza mía, a semejanza tuya
cuerpo oscuro y esbelto de mi sueño.
Soy otra vez muchacha en el invierno
y nadie me regala una gardenia.
Pero el regreso de mis lunas
ahíjo taciturna del fondo de la calle
casi feliz, aletargada
bajo esta piedra roja.
Retozo como un campo florecido
es la herencia adecuada de una mujer despierta
un sueño desprendido del cuerpo que lo ha usado.
Y si llegaras mar
cuando mi cuerpo fuera tierra arada
y lloviera en mis ojos?
Alga y sal de prusia calentura
¿no te crecen las uñas?
Te veré frente a frente
presa en tus quemaduras, levantando las cejas
dejando ver los ojos con esa indiferencia.
Todos los días se matan en La Habana
dos millones de gatos y quinientos caballos.
Quinientas yeguas solas sostienen el rencor de su dureza
se abrazan
en la pira arrogante del león babilónico.
Trasgos de sangre suspenden el azul y el animal del trópico
se agota.