Cuando le dijeron qu’él ya’staba muerto sintió una congoja;
le dio como una ansia, y en nadita ‘stuvo,
que la probe al suelo cayera redonda.
Dimpués se compuso; corrió p’al petate onde ‘staba Concha
-su chilpayaúta di apenas seis messes-, l’agarró en sus brazos, la besó en la boca
y salió corriendo mesmamente como si estuviera loca.
Ansina…corriendo… casi sin resuello jue a dar hasta l’obra
onde él trabajaba y all’intonces supo como jue la cosa:
¡su viejo… su Pedro… al qu’ella le bia dado su carino y entriegado su honra,
el padre de su hija!, en una de malas cayó del andamio más alto de l’obra.
¡ Ai’staba la sangre entovia fresca sobre de las losas!
Cuando ella la vido, no pudo la probe chistar ni palabra;
quedó como sonsa, con los ojos fijos sobri aquella sangre
qu’estaba en las losas… ¡En tal vez pensando lo qu’iba a ser d’ella
quedándose sola…! ¡ Solita en el mundo con su chilpayata!
¡Solita en el mundo con su bijita Concha!
Y a poquito tiempo, cuando ella ya bía llevado al empeño toditas sus cosas
-primero su catre, aluego la cómodda dispués las cobijas, aluego la colcha,
y, ansina, todito lo que le quedaba de cuando con su hombre juera tan dichosa,
intonces dialtiro jue pior el asunto; se puso muy grave la probe mocosa.
¡Tá claro, si ansina, con tantas miserias y tantas congojas,
la probe criatura mamaba veneno en vez di otra cosa!
En balde la madre pasó muchas nochis interas velando a su hijita Concha…
¡ aquel angelito, en muy pocos días voló pa la gloria!
Y cuando la vido ya muerta, y aluego que se la llevaron pa echarla en la fosa,
onde hemos d’ir todos los que no tenemos, pa cuando nos muéramos, un poco de mosca,
(porque en este mundo ni dimpués de muertos los probes y ricos son la mesma cosa),
intonces dialtiro perdió su celebro, se quedó sin juicio y se golvió idiota.
Y, aluego de tiempo, ¿quén iba a dicir qu’esa pordiosera cochina y piojosa
que todos los dias pasaba las horas, junto de la casa onde’stuvo l’obra,
cuando el probe Pedro se quebró la cholla,
era aquella era aquella mesma tan arregladita,
era aquella mesma tan trabajadora
que jue gúena madre y jué gilena esposa…?
Todos los vecinos de por ese barrio,
vieron muncho tiempo a la probe loca,
qui allí sentadita pasaba las horas,
sin chistar palabra, pidiendo limosna,
cada vez más triste… cada vez más mensa…
¡ Con los ojos fijos sobri aquellas losas…!
¡ Y ansina harto tiempo¡… ¡ Ansina hasta el día
en qu’él Siñor quisó llevarla a su gloria!
Por fin, una nochí del mes de decembre,
jallaron ya muerta a la probe loca…
¡ Ya muerta por l’hambre!…
¡Tiesa por el fro!
¡Tirada a lo largo en las mesmas losas
en qu’el probe Pedro
-iba pa dos años-se quebró la chollla!
¡La verdá de Dios!… ¡De veras, mis cuates,
me da muncha cólera de ver que la suerte,
con los que son guenos, dialtiro la troncha,
¡en l’ínter qui hay munchos que son puras mulas y son los que gozan!
Pero… ¡ ansina es la vida y, manque nos pese,
no semos nosotros quenes la compóngamos!
Y ora….. ¡pos a darle mientras que nos toca!
¿Qué toman astedes?… ¡A ver, don Ambrosio,
ora yo disparo, sírvanos las otras!