Ciego en plaza de toros

A la memoria de Alberto Acuña E.

Un paso adelante, y puede morir el hombre;
un paso atrás y puede morir el arte.
José Alameda

Porque la tarde apenas nacía
en el reflejo de tus lentes oscuros,
la barbilla reposada en las manos
y las manos aferradas al báculo.

 » Leer Mas…

Dudas del astronauta

todo regreso es imán
de la posición de equilibrio.
José Carlos Becerra

Desde el balcón del universo
el astronauta acaricia en la pantalla su virtual Oklahoma.
¿Qué hace un vaquero en la exosfera
exhibiendo sus debilidades y virtudes
por circuito cerrado en Cabo Cañaveral?

 » Leer Mas…

El regreso de Robinson Crusoe

Para Jorge Esquinca

En un archipiélago del océano pacífico
existen paquetes turísticos con tu nombre,
paraíso para jugar al golf o al tenis,
para iniciar a los recién casados:
villas Dafoe, comedor Viernes, curiosidades Crusoe.
Ahora sólo eres más viejo, Robinson,
no tienes que enseñar hablar a nadie;
todos hablan por ti aunque no se entiendan.

 » Leer Mas…

Fiumiccino

(1974)

Sobrentendido es no hablar de aquel diciembre,
mencionar siquiera el tintineo de los cubiertos
y los cuentos para niños hartos en el avión.
Nadie puede olvidar en un trazo de crayola,
por colorido que sea, a quienes sirvieron el ambigú
ignorantes de que sería su última cena.

 » Leer Mas…

Geografía familiar

La familia sólo coincide en bodas o entierros,
los parientes se reparten estrechos abrazos,
retoman una conversación nunca concluida:
las mismas preguntas, las mismas respuestas;
como si el domingo hubieran compartido la mesa
o el miércoles se prestaran el hilo dental.

 » Leer Mas…

Humo sobre Belgrado

(marzo, 1999)

Para Vladimir Arsenijevic

En espera de una señal,
un chasquido de nuez
bajo el peso de un tacón.
Dicen que no volveremos
a estar tendidos sobre la hierba
del parque Kalemegdan;
que no se escuchará ladrar a los perros
en la calle Todorovica
y nadie contestará al teléfono
en el departamento del quinto piso.

 » Leer Mas…

Las trasterradas

Regresamos a la tierra nunca propia
huella de patria imaginaria. Llevamos
por dentro la casa, el árbol y el sueño.

En una pared rentada
mi hermana retiene una fotografía:
fragmentos mediterráneos.

Hablamos el idioma donde no existe
posesión de las circunstancias.

 » Leer Mas…

Mar de Irlanda

Para Mauro Bozeto
y Marino Zeppa

Las piernas sostenían el galope de animal
luchando contra el aire:
corre, corre, muchacha.
Tanto mar para una isla,
laderas por recorrer,
tanto cielo sobre la bruma.
Desde Dun Laoghaire
se escucha ese golpe de agua
y se desborda el índigo en las landas
de la península de Dingle:
corre, corre, muchacha.

 » Leer Mas…

Miami flamingo

El sol que baña la costa Florida
no es el mismo que engarza en el sueño del niño.
Flamingo de yeso y plástico, flamígera Habana Chica.
¿Se puede ser hipócrita a los seis años?
La ilusión va en portalápices,
en la bolsa sin fondo de mi madre,
en las cachuchas beisboleras de los viejos
Y en las chancletas de pasos perfumados.

 » Leer Mas…

Nieve en la terraza

Dicen que conocí la nieve en una terraza,
pero jamás la he tocado,
su blandura o su dureza desconozco.
En cambio recuerdo esa terraza
por un pino enorme en una maceta,
por mis padres bailando Lady day en voz de Sinatra,
por la felicidad que ofrecía mirar hacia todos lados.

 » Leer Mas…

Palabras para un día de campo

Para Coral Bracho

No conocimos la experiencia de un mantel
a cuadros sobre la hierba, no presenciamos
la huida de un sombrero de paja con el viento.
Quizás segar el campo hubiera sido útil
como importante es para las mujeres
lavar la ropa juntas, contarse anécdotas
que jamás sucedieron.

 » Leer Mas…

Pietralunga

Para María Volpi

Regresaste, María, a la tierra cansada
que aún engendra la semilla de anís:
Pietralunga del terco dialecto.

Las mujeres manchan sus dedos en el aroma
de las almendras, detienen la vista
ante la colina preciada por su reserva de caza.

 » Leer Mas…

Plátanos en el Main

Era otoño en Francfort
y la primera visión del río fue un cuerpo
ahogado en su sed.
Juraste que los árboles aledaños al Main
se llamaban plátanos y eran sus hojas
las que se arremolinaban en ese cuerpo.
Y a espaldas de esa premonición
recorrimos los adoquines del Römer
insensibles a las nubes estampadas
en los ojos del muerto.

 » Leer Mas…

Señora Lexotán

Qué son seis miligramos
tres veces al día si con ello
se pueden anestesiar los sentimientos,
si controla la ansiedad del todo.
No ríes, no lloras, no percibes
ni el principio ni el fin del mundo.
Basta con abrir la boca:
el ama de casa no es indecisa
ante la gama del supermercado;
los adúlteros no discuten
la orfandad en el tálamo;
nada agrede al taxista
sólo el alto que obliga el rojo.

 » Leer Mas…