Estancias de Medardo Ángel Silva

1. Aquella dulce tarde pasaste ante mi vista
soberbia, en el decoro de tu vestido rosa;
inefable, irreal, melodiosa, imprevista,
como si abandonara su plinto alguna diosa.

Y perfumando la hora de lilas, te perdiste
al fondo de la calle, cual tras una áurea gasa…
mis ojos te seguían, con la mirada triste
que lanza un moribundo a la salud que pasa

* * *

2. Qué rosas de armonía deshojas a la tarde…
Se han unido la hora, el piano y tu cuerpo
para hacerme morir de nostalgias fragantes.
Juan Ramón Jiménez

Qué rosas de harmonía deshojas a la tarde,
cuando sobre las teclas -lirios blancos y negros –
insinúan tus manos, en un lírico alarde, ~
las finas carcajadas de los locos allegros!

La agonía del sol pone de oro la estancia…
los verdinegros árboles son vagamente rojos…
y, desde el corazón, -búcaro de fragancia-
sube un dulzor de lágrimas que hace nublar los ojos!

* * *

3. Feuille d’Album

Tienes esa elegancia lánguida y exquisita
de las pálidas vírgenes que pintó Burne Jones
y así pasas, como una visión prerrafaelita,
por los parques floridos de mis vagas canciones…

Y si el cielo azulado tu mirar extasía,
cuando el Poniente riega sus fantásticas flores;
eres como esos ángeles, que alabando a María,
se ven en los retablos de los viejos pintores!

* * *

4. Se abren tus dos pupilas como dos precipicios
por los que ruedan almas al sueño y a la nada.
¡Mujer, dame a probar tus dulces maleficios;
húndeme el luminoso puñal de tu mirada!…

* * *

5. Surgen tus manos breves, lánguidas y perdidas,
como lirios carnales, de las batistas claras…
(Yo pienso que gustoso te daría mil vidas,
para que con tus manos finas me las quitaras!)

De la gasa inconsútil de tu rosa batista
surges, vibrante, en una danza de bayaderas.
(Te juro que en la corte del gran Tetrerca hubieras
obtenido la roja cabeza del Bautista!…)

Bailas… y el blanco sátiro, que decora la estancia,
sonríe desde el ángulo, coronado de viña…
(Y mientras me conmueve tu mirada de niña,
estremece mi carne tu lasciva fragancia…)

* * *

6. Dulzuras maternales de la hora matutina…
bajo cielos que evocan los caprichos de Goya,
mueven los frescos árboles su ropa esmeraldina
que el sol de primavera fastuosamente enjoya…

Suenan voces de niños… cristales de agua clara…
trina el mirlo… en la calle, cruje la diligencia…
en esta hora parece que del Azul bajara
una sedosa lluvia de paz y de inocencia…

* * *

7. Señor, no ha recorrido mi planta ni siquiera
la mitad de la senda, de que habló el Florentino
y estoy en plena sombra y voy a la manera
del niño que en un bosque no conoce el camino.

De profundis clamave, Pastor de corazones,
da a mi alma el fuego que hizo de la hetaira una santa;
renueva el milagro de las resurrecciones;
espero, como Lázaro, que me digas: Levanta!

* * *

8. Ni un ansia, ni un anhelo…
Mon ame est un beau lac solitaire qui tremble…
Albert Samain
Ni un ansia, ni un anhelo, ni siquiera un deseo,
agitan este lago crepuscular de mi alma.
Mis labios están húmedos del agua del Letheo.
La muerte me anticipa su don mejor: la calma.

De todas las pasiones llevo apagado el fuego,
no soy sino una sombra de todo lo que he sido
buscando en las tinieblas, igual a un niño ciego,
el mágico sendero que conduce al olvido.

* * *

9. Horas de intimidad y secreta harmonía…
en la paz melodiosa de las tibias estancias
son nuestros corazones, ebrios de melodía
dos rosas que confunden en una sus fragancias…

¡Qué lejos está el Mundo de nosotros, qué lejos
la existencia liviana!… (Las luces amarillas
de las arañas doran el piano y los espejos…)
Mi espíritu, en silencio, te adora de rodillas…

* * *

10. Sueño en el jardín

Inmóvil duerme el agua del estanque aceituna
bajo las melodiosas cúpulas florecidas.
Y, como Ofelina en Hamlet, va el cuerpo de la luna,
inerte, sobre el lecho de las ondas dormidas…

Las dos… soñando en Ella por la avenida voy…
mis brazos la presienten y mi labio la nombra…
Inútil idealismo! si únicamente soy
una sombra que busca las huellas de otra sombra!

* * *

11. Esposa Inevitable, dulce Hermana Tornera…

Ven, muerte adorable y balsámica
Walt Whitman
Esposa Inevitable, dulce Hermana Tornera,
que al llevarnos dormidos en tu regazo blando
nos das la clave de lo que dijo la Quimera
y en voz baja respondes a nuestros cómo y cuándo;

Apenas si fulgura mi lámpara encendida,
derroché mis tesoros como una reina loca,
me adelanté a la cita y, al margen de la vida,
ha dos siglos que espero los besos de tu boca!

* * *

12. Deja sobre tu seno que caiga mi cabeza…

Sur votre jeune seine laissez rouler ma tete
Paul Verlaine

Deja sobre tu seno que caiga mi cabeza,
como un mundo cargado de recuerdos sombríos;
y dime la palabra santa y única, esa
palabra que consuela mis perennes hastíos…

O mejor, calla. ..deja que en el silencio blando
de la extinguida tarde, sobre divanes rojos,
me siento agonizar lentamente mirando
cómo se llenan de astros los cielos de tus ojos!

* * *

13. Por donde Ella pasaba la tragedia surgía;
tenía la belleza de una predestinada
y una noche de otoño febril aparecía
en sus ojos inn1ensos y obscuros retratada…

Y fue bajo el auspicio del padrino Saturno
que deshojé a sus plantas mi juventud florida…
desde entonces padezco de este mal taciturno
que hace una noche eterna del alba de mi vida!

* * *

14. Velada del sábado

Marcha la luna trágica entre nubes de gasa…
sin que nadie las toque se han cerrado las puertas…
El miedo, como un lobo, pasea por la casa…
se pronuncian los nombres de personas ya muertas…

El abuelo las lámparas, por vez octava, prende…
se iluminan de súbito, semblantes aturdidos…
Es la hora en que atraviesan las alcobas el duende…
que despierta llorando, a los niños dormidos…

* * *

15. Como el aire se aroma con tu carne bendita
mi corazón comprende por el lugar que pasas,
omnipotente como la divina Afrodita,
entre una ola sutil de flores y de gasas.

Y al mirarte parece que miro a Anadyomena,
pues, como ella, el influjo de tu mirar, fascinas;
-sembradora impasible de mi angustia y mi pena,
por quien mi alma es un Cristo coronado de espinas-

* * *

16. Hastíos otoñales. ..Ya nada me entusiasma…

enfermo, peregrino
en tenebrosa noche…
Góngora

Hastíos otoñales. ..Ya nada me entusiasma
de cuanto me causara infantiles asombros
y así voy por la vida, cual pálido fantasma
que atraviesa las calles de una ciudad de escombros.

Y mi alma, que creía la Primavera eterna
al emprender sus locas y dulces romerías,
hoy ve, como un leproso aislado en su caverna,
podrirse lentamente los frutos de sus días!

* * *

17. Para los que llevamos, como un puñal sutil,
dentro del alma una ponzoña:
para los que miramos nuestra ilusión de abril
hecha una mísera carroña;

Inútilmente suena tu pandero de histrión
-oh, vida frívola y banal!-
si no es de nuestros labios la divina canción,
primaveral y matinal!

* * *

18. Amor, dí ¿qué sendero se gozan con tu paso?
¿cuáles los reyes magos a que sirves de guía?…
¿qué rubicunda aurora, que sonrosado ocaso
vio tu carro de fuego en el triunfo del día? …

Ah! si tu alba luciera para mi noche obscura!
si mis rosas abrieran temblorosas a verte!
se endulzaría el hondo cáliz de mi amargura
con el néctar con que haces tan amable la Muerte.

* * *

19. Bendigo el sufrimiento que viene de tu mano
y el vértigo radiante en que tu voz me sume.
Mi amor es para Ti como un jardín lejano
que a una alcoba de reina envuelve en su perfume.

Y eternamente oirás en tus noches sin calma
mi sombría plegaria que, rugiendo, te invoca:
Al precio de mi sangre y al precio de mi alma
véndeme una limosna de un beso de tu boca!

* * *

20. -Qué lejos aquel tímido y dulce adolescente
de este vicioso pálido triste de haber pecado!…
-Tomó del árbol malo la flor concupiscente
y el corazón se ha envenenado!…

* * *

21. …¿Y la luz verdadera?… ¿Y la absoluta paz?
¿Y la cifra segura de la Sabiduría?…
-Da la tregua al Tiempo, iluso corazón, ya entrarás
al gran silencio donde llegaremos un día!…