No existe lazo ya: todo está roto:
plúgole al cielo así: ¡bendito sea¡
Amargo cáliz con placer agoto:
mi alma reposa al fin: nada desea.
Te amé, no te amo ya: piénsolo al menos:
¡nunca, si fuere error, la verdad mire!
No existe lazo ya: todo está roto:
plúgole al cielo así: ¡bendito sea¡
Amargo cáliz con placer agoto:
mi alma reposa al fin: nada desea.
Te amé, no te amo ya: piénsolo al menos:
¡nunca, si fuere error, la verdad mire!
Reina el silencio: fúlgidas en tanto
Luces de paz, purísimas estrellas,
De la noche feliz lámparas bellas,
Bordáis con oro su luctuoso manto.
Duerme el placer, mas vela mi quebranto,
Y rompen el silencio mis querellas,
Volviendo el eco, unísono con ellas,
De aves nocturnas el siniestro canto.
Reina en el cielo. ¡Sol!, reina, e inflama
con tu almo fuego mi cansado pecho!
sin luz, sin brío, comprimido, estrecho,
un rayo anhela de tu ardiente llama.
A tu influjo feliz brote la grama;
el hielo caiga a tu fulgor deshecho:
¡Sal, del invierno rígido a despecho,
rey de la esfera, sol: mi voz te llama!
Tiñe ya el Sol extraños horizontes;
el aura vaga en la arboleda umbría;
y piérdese en la sombra de los montes
la tibia luz del moribundo día.
Reina en el campo plácido sosiego,
se alza la niebla del callado río,
y a dar al prado fecundante riego,
cae, convertida en límpido rocío.
¡Del huracán espíritu potente,
rudo como la pena que me agita!
¡Ven, con el tuyo mi furor excita!
¡Ven con tu aliento a enardecer mi mente!
¡Que zumbe el rayo y con fragor reviente,
mientras -cual a hoja seca o flor marchita-
tu fuerte soplo al roble precipita.
¡Mirad!, ya la tarde fenece…
La noche en el cielo
despliega su velo
propicio al amor.
La playa desierta parece;
las olas serenas
salpican apenas
su dique de arenas,
con blando rumor.
Del líquido seno la luna
su pálida frente
allá en occidente
comienza a elevar.
En vano ansiosa tu amistad procura
adivinar el mal que me atormenta;
en vano, amigo, conmovida intenta
revelarlo mi voz a tu ternura.
Puede explicarse el ansia, la locura
con que el amor sus fuegos alimenta…
Puede el dolor, la saña más violenta,
exhalar por el labio su amargura..
En esta tarde, Cristo del Calvario,
vine a rogarte por mi carne enferma;
pero, al verte, mis ojos van y vienen
de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza.
¿Cómo quejarme de mis pies cansados,
cuando veo los tuyos destrozados?
Imitación de Parny
Con yo amé dice cualquiera
Esta verdad desolante:
-Todo en el mundo es quimera,
No hay ventura verdadera
Ni sentimiento constante.
Yo amé significa: -Nada
le basta al hombre jamás:
La pasión más delicada,
La promesa más sagrada,
Son humo y viento… ¡y no más!
La flor delicada, que apenas existe una aurora,
tal vez largo tiempo al ambiente le deja
su olor…
Mas, ¡ay!, que del alma las flores, que un día
atesora
muriendo marchitas no dejan perfume en
redor.
La luz esplendente del astro fecundo del día
se apaga, y sus huellas aún forman hermoso
arrebol…
mas ¡ay!, cuando el alma le llega la noche
sombría,
que guarda el fuego sagrado
que ha sido su sol?
¡Feliz quien junto a ti por ti suspira,
quien oye el eco de tu voz sonora,
quien el halago de tu risa adora
y el blando aroma de tu aliento aspira!
Ventura tanta, que envidioso admira
el querubín que en el empíreo mora,
el alma turba, el corazón devora,
y el torpe acento, al expresarla, expira.
Le poète est semblable aux oiseaux de passage,
Qui ne batissent point leur nid sur le rivage.
Lamartine
Voz pavorosa en funeral lamento,
desde los mares de mi patria vuela
a las playas de Iberia; tristemente
en son confuso la dilata el viento;
el dulce canto en mi garganta hiela,
y sombras de dolor viste a mi mente.
Tus cuerdas de oro en vibración sonora
vuelve a agitar, ¡oh lira!,
que en este ambiente, que aromado gira,
su inercia sacudiendo abrumadora
la mente creadora,
de nuevo el fuego de entusiasmo aspira.
¡Me hallo en Guernica! Ese árbol que contemplo,
padrón es de alta gloria…
de un pueblo ilustre interesante historia…,
de augusta libertad sencillo templo,
que al mundo dando ejemplo
del patrio amor consagra la memoria.
¡Perla del mar! ¡Estrella de occidente!
¡Hermosa Cuba! Tu brillante cielo
la noche cubre con su opaco velo,
como cubre el dolor mi triste frente.
¡Voy a partir!… La chusma diligente,
para arrancarme del nativo suelo
las velas iza, y pronta a su desvelo
la brisa acude de tu zona ardiente.
Un tiempo hollaba por alfombras rosas;
y nobles vates, de mentidas diosas
prodigábanme nombres;
mas yo, altanera, con orgullo vano,
cual águila real a vil gusano,
contemplaba a los hombres.
Mi pensamiento en temerario vuelo
ardiente osaba demandar al cielo
objeto a mis amores,
y si a la tierra con desdén volvía
triste mirada, mi soberbia impía
marchitaba sus flores.
Suspende, mi caro amigo,
tus pasos por un instante:
no está la ermita distante,
y apenas las cinco son.
Ven a admirar —bajo el toldo
de aquellos verdes ramajes—
los pintorescos paisajes
de esta encantada región.
Mira a tus pies ese río,
cuyas herbosas orillas
millones de florecillas
cubren, difundiendo olor;
y desde el borde escarpado
oye las mansas corrientes
deslizarse transparentes
con soñoliento rumor.