Fragmentos de «El inventor del amor»

Corre
de una sien a otra
la sangre de mi suicidio virtual

negra, vitriolada y silenciosa

Como si de verdad me hubiera suicidado

día y noche atraviesan las balas
mi cerebro

arrancando las raíces del nervio
óptico, acústico, táctil
-esos límites-
y expandiendo por el cráneo
un olor a pólvora quemada
a sangre coagulada y a caos

Con singular elegancia
llevo sobre mis hombros
esta testa de suicidado
que de un lugar a otro pasea
una sonrisa infame
que en un radio de varios kilómetros
empozoña
la respiración de los seres y las cosas

Visto con distancia
se diría de alguien abatido
por una ráfaga de metralleta

Mi paso incierto recuerda
al del condenado a muerte
al de la rata de campo
al del pájaro herido

Como el funambulista
sujeto a su sombrilla

me aferro
a mi propio desequilibrio

Sé de memoria
esos desconocidos caminos
que puedo recorrer
con los ojos cerrados

Mis movimientos
no tienen la gracia axiomática
del pez en el agua

del buitre y del tigre

parecen desordenados
como todo lo que se ve
por vez primera

Me siento obligado a inventar me
un modo propio de desplazamiento
de respiración
de existencia

en un mundo que no es ni agua
ni aire, ni tierra, ni fuego

cómo saber de antemano
si uno ha de nadar
volar, caminar o arder

Al inventar el quinto elemento
el sexto
me veo obligado a revisar mis tics
mis costumbres, mis certezas

pues pretender pasar de una vida acuática
a otra terrestre
sin modificar el funcionamiento
del aparato respiratorio
es la muerte

La cuarta dimensión (5ª, 6ª, 7ª, 8ª, 9ª)
el quinto elemento 6º, 7º, 8º, 9º, 10º, 11º)
el tercer sexo (4º, 5º, 6º, 7º)

Saludo a mi doble, a mi triple
Me miro en el espejo
y veo un rostro cubierto de ojos
de bocas, de orejas, de marcas

Bajo la luna
proyecta mi cuerpo una sombra
una penumbra,
una zanja
un lago sereno
una remolacha

Estoy francamente irreconocible

Beso a una mujer en los labios
que ignora
si ha sido envenenada
encerrada mil años en una torre
o si se ha quedado dormida
con la cabeza apoyada en la mesa

Todo debe ser reinventado
en el mundo ya no hay nada

Ni siquiera las cosas
de las que no se puede prescindir
de las que parece
que depende nuestra existencia

Ni siquiera la amada
esta suprema certeza
ni su cabellera
ni su sangre que con tanta voluptuosidad
extendemos
ni la emoción que desata
su sonrisa enigmática
cada tarde a las 4

(las 4
número prefijado
que bastaría para poner en duda
nuestros postreros abrazos)

todo
absolutamente toda iniciativa humana
tiene ese carácter
reductor y premeditado
del número 4

incluso ciertos encuentros fortuitos
los grandes amores, las súbitas
y grandes crisis de conciencia

Veo la mugrienta sangre del hombre
cubierta de relojes, de registros
de amores estereotipados
de complejos fatales
de límites…]

* * * * *

[…Prefiero estar entre la gente
más que como un asesino
como un peligro latente
como un provocador en pronunciada agonía

Merced a esta actitud no-edípica
ante la existencia
observo con ojo maléfico y negro
escucho con oreja no acústica
toco con mano insensible
artificial, inventada
el muslo de una mujer
de la que no retengo ni el perfume
ni el terciopelo -esas perennes atracciones
de su cuerpo magnífico- sólo el destello
eléctrico, las estrellas fugaces de su cuerpo
encendidas y apagadas una sola vez
a lo largo de la eternidad
el magnetismo y el flujo de ese muslo
y sus cósmicas radiaciones, la luz
y la oscuridad interiores, la ola de sangre
que la cruza, su sola ubicación
en el espacio y en el tiempo
revelándoseme bajo la monstruosa
lupa de mi cerebro
de mi corazón y de mi inhumano
aliento

No llego a comprender
el encanto de la vida
sin las solas revelaciones
del instante

Si la mujer que amamos
no se inventa bajo nuestra mirada

si los ojos no se desprenden
de los viejos clichés
de la imagen en la retina

si no se salen de sus órbitas
y se dejan sorprender y atraer por una región
desconocida

la vida me parece fijarse arbitrariamente
en un momento de nuestra infancia
o en la infancia de la humanidad

una forma de remedar
la vida de cualquier otro

En efecto, la vida se convierte en un escenario
en el que se interpreta a Romeo, Caín, César
y a otras figuras macabras

Poseídos por esos cadáveres
recorremos como ataúdes
el camino que une
el nacimiento a la muerte…]

* * * * *

[…Esas mujeres fugitivas
que las apariencias
la calle y las costumbres
señalan
como a las locas del pueblo

hacen que surja ilimitadamente
en la pantalla de mi corazón
la amada fastuosa
inventada e inventable
a la que uno mi vida

Y me parece que el final de esta frase
en la que deposito una eterna fidelidad
a la amada
tiene un sabor único
en el momento en que la pronuncio

porque desde aquí veo
los alarmados rostros de mis semejantes
que querrían vaciar en bronce
mi efigie
entre la carroña
de su habitual trivialidad
entre los clichés familiares
que son Don Juan y Casanova
decepcionados por mi devota mirada
que acaricia con un amor infinito
a una mujer
a la que tengo la impresión de no conocer
desde hace mucho tiempo

desconcertados por una respuesta romántica
inocente y pueril
de mi satánica fidelidad

Estoy seguro
de que habría sido más tranquilizador
para la buena marcha
de la infamia humana
que yo hubiera sido un feroz asesino
o un incendiario sin sentido
ya que en ese caso podría ser reducido
a uno de sus datos más previsibles
pero nunca se me perdonarán
las arenas movedizas de mis gestos resueltos
vertiginosos y atroces como los volcanes
los movimientos de tierra
de un encuentro a otro
esta vibrante confusión
de mujeres fragmentadas
apenas conocidas o totalmente desconocidas
y que son atraídas hacia mí
con una fuerza irresistible
en ciertas circunstancias
sin equivalencia alguna
en el mundo preconcebido de los fenómenos
corrientes o excepcionales
pero que en ocasiones recuerdan
el proceso de desplazamiento
y condensación
que asciende desde la vida onírica

un vestido, un liviano velo
un ojo verde, un ojo azul, un perfume
o un veneno lento, un desmayo
una herida en la cadera
cabelleras revueltas
tantas alusiones vagas y lejanas
tantas corrientes favorables
que hacen que aflore a la superficie del agua
esa cabeza de tinieblas
la cabeza de la amada envuelta en una nebulosa
la cabeza de mi adorada bienamada
tentacular, radiante, jamás nacida

cuya suprema afirmación
es el inmenso cordón umbilical
a través del cual le chupo el corazón

Versión de Eugenio Castro

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Fragmentos de «La muerte muerta»

Con extrema voluptuosidad mental
y bajo un estado de excitación
afectivo y físico ininterrumpido
persigo en mí y fuera de mí
este número de acrobacia infinita

Estos saltos contemplativos y lúbricos
que ejecuto
simultáneamente tumbado y de pie

incluso en mi forma desconcertante
o innoble o profundamente afrodisíaca
o perfectamente ininteligible
de saludar de lejos a mis semejantes

de tocar o de mover
con indiferencia fingida
un cuchillo, una fruta
o la cabellera de una mujer

estos saltos convulsivos que provoco
en el interior de mi ser
convulsivamente integrado
en la grandiosa convulsión universal
y cuya dialéctica dominante
me era siempre accesible
aunque sólo captara
las relaciones aparentes,

han comenzado en los últimos tiempos
a oponerme su figura impenetrable
como si
ante la tentación de encontrarme
conmigo mismo
en la superficie de un espejo
arañara impacientemente el azogue
para asistir
estupefacto
a mi propia desaparición

No se trata aquí de torpeza alguna
en el plano del conocimiento
ni de la piadosa maniobra del hombre
que declara orgullosamente su ignorancia

No reconozco en mí ninguna
curiosidad intelectual

y sostengo sin el menor escrúpulo
mi poco interés
por algunas de las cuestiones fundamentales
que se plantean mis semejantes

Podría morir mil veces
sin que me plantee
un problema fundamental
como el de la muerte
en su dimensión filosófica

esta forma de dejarse inquietar
por el misterio que nos rodea
me ha parecido siempre depender
de un idealismo implícito
sea el enfoque materialista o no

La muerte en tanto que obstáculo
opresión, tiranía, límite
angustia universal

en tanto que enemiga real, diaria
insoportable, inadmisible e ininteligible
debe, para llegar a ser verdaderamente vulnerable
y, por tanto, soluble
aparecérseme en las relaciones dialécticas
minúsculas y gigantescas
que mantengo continuamente con ella
independientemente del lugar que ocupa
en la ridícula escala de valores

En relación con la muerte
un paraguas encontrado en la calle
me parece tan inquietante
como el sombrío diagnóstico de un médico

En mis relaciones con la muerte
(con los guantes, el fuego, el destino
los latidos del corazón, las flores … )

pronunciar fortuitamente
la palabra «moribunda»
en lugar de «bienamada»
basta para alarmar mi mediumnidad

y el peligro de muerte
que amenaza a mi bienamada
del cual tengo conocimiento
por ese lapsus de premonición subjetiva
(deseo su muerte)
y objetiva (está en peligro de muerte)
me inspira un contraataque
con la forma de un hechizo subjetivo
(no deseo su muerte
-ambivalencia interior, culpabilidad)
y objetivo (no está en peligro de muerte
-ambivalencia exterior, azar favorable)

Construyo un talismán-simulacro
siguiendo un procedimiento automático
de mi invención («El Ojo magnético»)…]

* * * * *

[…Sé en qué medida
mi desesperación proyectada sobre la totalidad
de las personas que me rodean
es susceptible de sugerir
la manía de persecución
en su fase aguda, pero esta faceta
de mi comportamiento no sabría cómo abolir
el significado objetivo
que atribuyo a la paranoia
ya que para denunciar a las personas que amo
dispongo de un material analítico
por sí mismo convincente
sin que sea necesario
el apoyo maníaco de mi persona

Además, poco importa que mis acusaciones
sean legítimas o no

Lo que me interesa, lo que experimento
como una necesidad irresistible
es apoyar con mis actos
hasta en sus consecuencias más absurdas
el vacío teórico que me ocupa
independientemente del dolor pasajero
que me inflijo y de la categoría masoquista
en la que supuestamente caigo

Para mí, el único placer
objetivamente deseable, aquel que jamás
ha sido experimentado, no puede suscitarse
más que por una euforia mental concomitante
jamás imaginada, jamás pensada

Los errores teóricos que haya podido cometer
y que me han vuelto en los últimos tiempos
tan vulnerable al sadismo incesante
del mundo exterior
no pueden encontrar una salida
si no es porque conservo en mí el equilibrio
inestable de la negación
y de la negación de la negación
única forma de estar siempre de acuerdo
con uno mismo

El vacío teórico que experimento
como si viviera día y noche
bajo una máquina neumática
me obliga a mandar a todos los que me quieren
cartas de ruptura en las que denuncio su odio
teniendo su amor por mí todos los caracteres
latentes del odio general

El alejamiento físico de estas personas
no es solamente la puesta en práctica
de mi vacío teórico
sino también una medida elemental de seguridad…]

* * * * *

[…La presencia permanente de la muerte
en la noche funeraria de mi ser
jamás adoptará, en tanto que necesidad
los aspectos paralizantes de la muerte
inventada por el Creador
esta muerte (esta vida) estructuralmente
religiosa desaparecerá con la última
represión

La muerte que yo acojo como una necesidad
como la válvula de la desesperación
como una réplica del amor y del odio
como una prolongación de mi ser
en el interior de mis propias contradicciones

esa muerte, yo la reconozco
en ciertos aspectos angustiosos
y lúbricos del sueño, en la toxicomanía
en la catalepsia, en el automatismo
ambulatorio

siempre en la intersección
del hombre y la sombra
de la sombra y la llama

la reconozco en mi necrofilia enmascarada
cuando obligo a mi amada
a guardar durante el amor
una pasividad glacial

la reconozco incluso en el acto mecánico
del sueño, en el desmayo
o en la epilepsia

pero nunca reconoceré
ni siquiera en mis ensueños más
autoflageladores
la objetividad de ese fenómeno siniestro
que nos vuelve monótonos
nos hace repetitivos y nos extermina
como si fuéramos la víctima
mil veces milenaria
de un monomaniaco senil y cínico

La prolongación de esta muerte necesaria
que ya no se opondrá traumáticamente
a la vida y que la resolverá
en el sentido de una negación ininterrumpida
en la que sean perpetuamente posibles
la reciprocidad y la inversión causal
la prolongación de esta muerte objetiva
como una réplica a mi vida objetiva
a través de la cual alcanza
una tensión siempre extrema
la objetividad incandescente de mis amores
me obliga hoy
en un estado de ilimitada desolación
pánica, de catalepsia moral
llevada hasta el vacío teórico
y de desesperación insoluble, macabra
y sintomáticamente revolucionaria
a agravar este estado de irritación aguda
exasperándolo hasta su imposible
negación, hasta la negación
exasperante de lo imposible
en donde la muerte
para ser devorada como una mujer
se libera de sus sumas traumáticas
y se ilumina cualitativamente
taumatúrgicamente y adorablemente
de humor

Utilizando los signos cifrados
de nuestro tatuaje interior
apelando de nuevo
al Irrespirable Triángulo del artificio
a la Mujer de las mil Pieles
del automatismo
al Corazón Doble del sonambulismo provocado
y a la Gran, a la Inigualable Ballena
del simulacro

Hace varios días que llevo a cabo
algunos intentos de suicidio
que no son sólo
una consecuencia lógica
de mis decepciones, de mi saturación
y de mi desesperación subjetiva
sino la primera victoria real
y virtual
sobre esa Paralítica General Absoluta
que es la muerte

Versión de Eugenio Castro

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No soporto más esta vida de privaciones

Carta dejada sobre la mesa antes del primer intento de suicidio (I)

Trato de suicidarme estrangulándome
con ayuda de una corbata que ato
al pomo de la puerta

He dejado sobre la mesa una carta
que me parece de una comicidad irresistible

La ausencia de toda razón perceptible
halla en mi suicidio «a causa de la miseria»
una réplica groseramente económica
pero llena de encanto

De todas las razones aparentes
invocadas por los suicidas
esta me ha provocado siempre
una repulsa especial
debido a su carácter esclavista, masoquista
y claramente contrarrevolucionario

No podía dejar una carta
más desconcertante sobre mi cadáver

Para él la sola palabra «privaciones»
resume toda la languidez
y la beatitud del miserable

Aunque saque la lengua
con una involuntaria tendencia
satírica antagónica
mi arribista cadáver supera
gracias a esta carta
el primer grado de la escala social
Un vértigo en el que reconozco mi pasión
por la intoxicación, por la asfixia
por la desaparición de las certidumbres

Llevo las manos a mi garganta
probablemente para impedir el estrangulamiento
pero el gesto es tan violento
que se diría que quiero rematarlo
No me he puesto una corbata desde hace ocho años

(Anotación inmediata)

Versión de Eugenio Castro

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Que no se busquen las causas de mi muerte

Que no se busquen las causas de mi muerte
nadie es culpable, ni siquiera yo

Dejo la vida sin ningún pesar

Solicito ser enterrado con sobriedad
y, a ser posible, incinerado

Ni flores, ni coronas

Carta dejada sobre la mesa antes del segundo intento de suicidio (II)

Texto escrito durante el segundo intento (II)

Versión de Eugenio Castro

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La pronunciación cansina
e intencionadamente teatral
de la interjección ¡oh!
seguida del nombre adorado de la amada
basta para expresar
la melancolía latente de mi amor
y, anestesiando mi cólera
mi desesperación y mi exhibicionismo
los reemplaza por una crueldad sorda
como en los ejercicios vampíricos
y catalépticos del amor
de las plantas carnívoras

A pesar de esto, con rabia
me golpeo con un cuchillo
en el corazón

El garabato trazado con la mano izquierda
mientras la derecha sostiene el cuchillo
guarda la melancolía latente del amor

La guarda y la chupa

(Anotación inmediata)

¡Oh, querida!

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Una enfermedad nerviosa nunca incurable

Una enfermedad nerviosa nunca incurable
nunca que nunca me tortura
desde hace varios años nunca
me obliga nunca a poner fin a mis días

Nunca pago con mi vida los errores
de mis padres nunca mi herencia
nunca cargada

Si nunca he hecho daño a alguien
le ruego que nunca me perdone

Carta dejada sobre la mesa antes del cuarto intento de suicidio (IV)

Texto escrito durante el cuarto intento de suicidio (IV)

Versión de Eugenio Castro

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Si es verdad, como se pretende

Si es verdad, como se pretende
que tras la muerte el hombre persigue
una existencia fantasmagórica
te lo haré saber

Si no doy señales de «vida»
durante un mes
que sepas que se muere como se pudre
una cebolla, una silla, un sombrero

Me suicido por asco

Carta dejada sobre la mesa antes del quinto intento de suicidio (V)

Texto escrito durante el cuarto intento de suicidio (IV)

Versión de Eugenio Castro

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Para evitar esta huida

Para evitar esta huida
hacia una ilusión consoladora
prefiero desenmascarar la complicidad parcial
de la amada antes que idealizar
sus compensadores encantos
prefiero llevar mi desesperación
hasta sus últimas consecuencias
(lo que debe comportar
una solución dialéctica favorable)
antes que…

Versión de Eugenio Castro

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