Cómo me dueles, mujer de nylon y escaparate,
de belleza en siete días,
y norte deshabitado,
mujer colonizada y rota,
sin huella de alas sobre el tiempo,
cómo maldigo esa tela de araña
que decidió tus puntos cardinales.
Cómo me dueles, mujer de nylon y escaparate,
de belleza en siete días,
y norte deshabitado,
mujer colonizada y rota,
sin huella de alas sobre el tiempo,
cómo maldigo esa tela de araña
que decidió tus puntos cardinales.
Amor mío,
amor mío,
el tiempo de Al Capone
ya ha llegado,
es otoño y martes,
y cotiza en bolsa el miedo.
Cuando la lluvia se ha ido
he salido descalza al exterior,
el olor a tierra mojada era tan intenso….
parecía que toda la montaña
latía con fuerza dentro de mi estómago.
He sentido entonces mi silencio emocionado
como un manzano mecido por la brisa.
Aquella noche la abuela trajo dos mariposas blancas
y las colocó sobre los ojos del durmiente,
más tarde, cuando tras la cabeza de la luna
asomó frío el aullido del lobo,
los sueños de aquel hombre
que dormía bajo las mariposas,
nos ayudaron a crecer en la serenidad.
El pulso de los muertos
retumba insoportable
en los armarios,
ya no sabemos dónde guardar
nuestra comida hecha de relámpagos.
Abrasados en llanto,
El menor de los pájaros
es más fuerte que nosotros.
En invierno,
al llegar el tiempo de las plantaciones,
me gusta contemplar
ese desfile de jardineros desarmados
cruzando la ciudad,
llevando sobre sus hombros
en lugar de fusiles
árboles dormidos.
Esa imagen es para mí
tan hermosa
que vence toda la sinrazón
de la barbarie en la que estamos,
algo así
como asistir a la poderosa fragilidad
de las raíces de la menta
levantando las piedras.
En medio de todo esto
los niños siguen arrojando
sus caídos dientes a la luna
suplicando nuevos alfabetos de hueso
para nombrar la vida.
¡Este es mi tiempo!
ha dicho Caín,
y la gente asustada se ha ido por ahí
intentando vivir,
navegando con sus barquitas de colores
por las calles inundadas de llanto.
No será desde luego
hundiendo el tenedor
en el corazón de las golondrinas
como nos alimentaremos de libertad.
Bendita sea la terrible belleza de Franz Kafka
creyéndose un insecto entre nosotros,
hasta su recuerdo acudo en busca de consuelo.
Mi cabeza es un volcán que nunca duerme,
junto a mí todo es hoy El jardín de las delicias
pintado por El Bosco.
Y ahora escúchame cómo derramo
hasta tres veces el vino sacerdotal,
cómo profano el infalible
lenguaje de los héroes
y asciendo hasta tu templo
con un tigre de la mano.
Tú, que tantas veces me has herido,
escúchame ahora,
porque contra ti voy,
fiera que me matas.
El secreto de la poesía pertenece más al náufrago que al navegante.
***
Bajo la sandalia un círculo vacío, sobre el sombrero una mariposa.
***
La libre posesión del dolor, su dulce sombra,
rehaciéndonos de nuevo, diminutos.
Siete de la mañana, todavía no ha amanecido
desfilan por las vacías calles los nacionales espectros.
Atravieso el puente de la Avenida de la Libertad,
levanto los ojos al cielo,
allí está Marina Tsvíetaieva ahorcada de una estrella.
Oscila su cuerpo en la oscuridad,
péndulo del reloj de nuestros días.
Tengo frío junto a los estandartes,
el rumor de sus himnos
hiela mi corazón
como la negra memoria
de una guerra perpetua.
La vida es insoportable
sobre las cenizas de las víctimas.
No me hables de los héroes,
he visto todos los trajes de la muerte,
la sombra de la sangre derramada
es siempre imborrable y única.
Miro nuestra casa
y sólo veo fantasmas.