La luz amortajada
surge con un soplo de árbol.
Vamos a bendecir la oscuridad
con ramos de sayales y murciélagos,
con velas sarmentosas y guitarras
que dobleguen al ángel de la furia.
Pero también vendrá a nuestras casas
con un alarido constante y seco,
y devorará los panes,
y beberá el vino que era agua
de nuestros propios labios.