Te dirán muchas veces que la vida
es como un viaje sin retorno.
Que aproveches el tiempo -‘carpe diem’ –
y no mires ni atrás ni hacia delante.
Esos no saben nada, créeme.
La vida es ciertamente como un viaje
al que siempre volvemos,
en el que siempre estamos regresando,
del que nunca salimos.
Los paisajes que vemos ¡los tenemos tan vistos!
Esos desconocidos ¡nos son tan familiares!
¡Cómo negar entonces que estuvimos aquí,
bajo esos mismos árboles sin frutos,
huérfanos de sus sombras protectoras,
de sus hojas caducas y sus ramas perennes?
Distingamos lo real de lo accesorio:
ya hemos vivido antes y a vivir volveremos.
Somos viajeros quietos en un mar que se mueve
y los pies se nos bañan en idénticas olas.
El mar es el que cambia.
Nuestro río es inmóvil.
Los Iconos Perfectos (2002).