‘Lo Dios’ sería la palabra más justa.
Porque también hay diosas derrotadas.
Valerosas mujeres que han abierto caminos:
¡qué espléndido coraje para afrontar la vida!.
La mujer es arroz sembrado en la ribera,
verde crece y de pronto, ya sazonado el grano,
absorbe toda el agua de la estación creciente.
¡Qué formidable fuerza tiene entonces su garra
de pantera moteada, su lengua poderosa,
su acariciante mano!
Magníficas mujeres que derrotan fronteras:
¡cuántas fronteras rotas revueltas en añicos,
cuántas ténues prisiones abiertas de barrotes,
cuánta desierta muerte en flores convertida!.
Y sin embargo, aun diosas, son mujeres vencidas.
Mujeres que acurrucan su mirada extraviada,
que se encogen de hombros y suplican tu fuerza.
Mujeres que eternizan su instantánea ternura,
que se quedan llorando junto a sus ojos verdes,
toda una historia entera de amores desvaídos.
De esa debilidad de las diosas-mujeres
nutrimos los varones nuestra fuerza perdida.
Los Dioses Derrotados (2000)