Abre para mí tu puerta
pues Tú sólo abrirla puedes,
porque Tú sólo concedes
la gracia de verla abierta.
Tú el sendero me mostraste
de llegar a redimirme:
Y si no puedes abrirme,
¿para qué a Ti me llamaste?
Al ofrecerme su ayuda
muchos son los que te invocan;
mas mi rebelión provocan;
mi fe contra ellos me escuda.
Sólo ante Ti me prosterno;
sólo en tu auxilio confío;
todo muere en torno mío:
Sólo Tú eres Eterno.