El día terminó; la noche llega;
he sentido, he pensado y he llorado;
amé y odié, pero jamás ha dado
asilo el alma á la pasión que ciega.
La fé en el porvenir mi ser anega;
constante y rudamente he trabajado;
sufrí el dolor con ánimo esforzado
y sembré mucho, sin hacer la siega.
Gané el descanso en la región ignota
donde reina la paz del sueño inerte;
pero la luz que de la mente brota
y en ruta eterna sus destellos vierte
será encendida en estación remota.
¡Tendré otro día al terminar la muerte!