Si ustedes me lo permiten
escribiré en español,
porque hoy no me da la gana
de hacer versos en «folk-lore».
Y si no me lo permiten,
concédanme su perdón
y sin más contemplaciones
doblen la hoja y.. . se acabó.
Pero como yo les debo
dar alguna explicación
del motivo que me obliga
a escribir en español,
o en algo que se parezca
a ese idioma encantador
(no vaya a venir alguno
y diga que es presunción
llamar lengua castellana
a ésta en que escribiendo estoy),
voy a explicarles a ustedes
la causa por la que yo
hoy escribo estas cuartillas
en mal romance español.
Imaginense que anoche
un amigo me pidió
que fuera en su compañía
a cierta amable reunión;
y yo, que soy complaciente,
no quise decir que no
y fui a donde me llevaba mi amigo;
pero, por Dios puedo jurarles
a ustedes que no imaginaba yo
la plancha que iba a tirarme
en la famosa reunión,
por causa de una señora
que me tildó de impostor
en el preciso momento
en que alguien me presentó
diciéndole que yo era Rivas Larrauri,
el autor de aquellas rimas vernáculas
de «grata» recordación
(lo de «grata» lo dijo él,
no vayan a creer que yo).
Y es que la buena señora,
en su inocente candor,
no quiere admitir la idea,
ni jurándolo por Dios,
de que pueda quien escribe
esas «cosas» de «folk.lore»,
vestir de gente decente
y hablar «casi» en español.
La muy… ingenua pensaba
que este humilde servidor,
en vez de usar un «plumaje»
cortado a la perfección
(esto es para que Martínez,
mi sastre, con esta flor
me cobre un poquito menos
en la próxima ocasión),
vistiera de rigurosa mezclilla
un buen «overol»;
y en lugar del «Borsalino»,
del «Stetson» o del «Dobbs»,
un sombrero de petate
o un gorrito muy… «folk.lore».
Mucho menos concebía
que pudiera hablarle yo
sin decir «dialtiro», «ansina»,
«me cuadra», «no li aunque» y «pos.»
Y como sé que la duda
dialtiro se le quedó,
pos he querido prebarle
que también en español
echa verso, si. se ofrece,
su gúen cuate y servidor…
Pero. . . ¡ caray! si ora caigo
en que ya se mi olvidó
qu’encomencé en castellano
y ya rigresé al «folk.lore».
¡ Lo que preba mesmamente
que tiene muncha razón
la siñora que no créiba
ni de relajo que yo
juera persona decente
y qui hablara en español…!
Y preba también, de plano,
qu’en cualesquera ocasión
«¡el que nace pa maceta,
no pasa del corredor…!»