Ocúpame, temporal, al barroco de la oreja
Manta-raya de lengua déjame atravesar tus formas
redescubriendo latitudes al arrecife de tu córnea,
y júntame de lleno en apetencia marfil contra marfil,
abriendo a enamorada línea tus pezones,
desintegrando el control que reside en tus tobillos
hasta sentir como sortija la presión de tus piernas,
a punto de explosión tensar la aorta.
Invítate conmigo a lo distinto de acariciar navajas
a un punto de deseo que electrizante cruce
la ingobernable esquina de mi cuerpo,
su gusto de conquistar necesidad de alturas,
torbellinos.
Médula al crisantemo,
ayúdate a vivir como se debe:
en estación de cráneo, a filo de huracán,
pasión donde es posible penetrar en secreto
la inevitable dimensión, su derramada oscuridad,
sitio del gozo alimentando voces, desafiando panteras,
reproduciendo lo bizantino de una cala-lirio
a vértigo de asombro entre los dedos;
cuadratura geográfica donde el besar como instrumento,
puede,
duplicarse Sur sobre todo Norte a permanencia,
porque adentrar de golpe la existencia es simplemente
saborear o reducir el espacio a intensidad de amor
detrás del labio,
o en el hueco del cuello a su diverso,
a su implacable empalme, donde la dureza,
canta o destila su péndulo de éxtasistres
pulgadas debajo del ombligo,
sin condición,
porque gesto en silencio de otra voz me nombras
la única,
la más brillante y fuerte de tus sílabas.