Esa araña dorada que vive en tu jardín
es la misma que se instaló una noche en medio de mis ojos.
Perforó mi frente y estableció su casa
nadie pudo sacarla.
Se irá cuando ella quiera
(Tal vez no se irá nunca)
O ya se ha ido.
Poemas de Olga Edith Romero
Amanecen memorias
saltan desde la noche
sin regreso / la certeza rompe las yemas de los dedos.
Callar es necesario.
La sombra se despide del pasado
el cielo aclara / señales luminosas
revelan misterios de ausencias/
la palabra no sirve / apaga el fuego
lluvias descienden del alba/
dan nombre a la desnudez / negación de heredades.
Tal vez no sea en vano
la herencia de una llaga púrpura
el límite del miedo pintado en espejos enfrentados
lamiendo tus paredes interiores.
Mi abuelo repetía
‘Siempre hay que mirar
el lado bueno de las cosas’.
Son ciertas sus palabras.
Sobre la dura camilla
con una goma que rodea la cabeza y mantiene mi boca abierta,
después de haber sentido náuseas tantas veces,
el médico y la enfermera bromean sobre la forma
de mantener a una mujer sin emitir palabra.
El monitor en colores muestra imágenes
que semejan instantes
de la película ‘2001.
A Natalia
Por un hilo descienden las estrellas
hasta el río sin peces/
tus sueños van y vienen
entre noches y días/
la tierra grávida respira primavera.
Tus manos siembran fragancias
despedazan la muerte/
indagan temores infantiles/
hay un dios que se luce entre tus dedos.
Dentro de mí hay una fuente
Me estoy ahogando en ella.
El insomnio ha llegado. Siempre llega.
Aturde.
Se levanta como un fantasma gigante
cubre con su sombra lo que toca.
Fabrica pájaros de vidrio
se deja caer entre letras entrelazadas.
He sido la cautiva
de palabras hambrientas de justicia.
Pero no soy la única.
Los campos y el fondo del río
son calendario de huesos
de los sin miedo.
Hierba de utopía.
I
Amanezco entre nieblas de jabón perfumado
y visito los cuartos.
Allí el sueño espía entre dos pétalos pequeños
y una boca perfecta
sonríe
quien sabe a qué duende secreto y misterioso.
Y también aquel otro
donde la frente pálida
esconde sus abismos
caminos que suelen bifurcarse
y que huelen a hierbas.
El otoño está cerca
nadie calla las chicharras/
el mediodía se desliza en fuego
desde la espuma nacen lágrimas redondas
pequeños rubíes encendidos.
Ese grano de sal resuelve eternidades/
la pequeñez se derrama
diluvio de amanecer
cardumen que remonta la vida.
‘Hay momentos en que la vida es
una bruma que no se puede navegar’
Juan Gelman (‘Valer la pena’)
Intentó ser historia amó lo natural
llenó el vacío/ creó un destino
conquistó el abismo de la grieta
y dudó de la huella.
Y pienso qué será de vos cuando me vaya
como se fue mi madre
Quién te ayudará a recordar
que la vida hay que vivirla con espadas de luz.
Como si fuera una pausa de la muerte.
A cada ser le brotan alas o muñones.
‘El perfume nocturno instala su cuerpo
en una segunda perfección de lo natural.’
Joaquín Giannuzzi (‘Poemas’)
Está sin nombre / es el cuerpo quien habla/
gesticula humanidad / expresa miradas en gemidos/
enuncia incomprensión / susurra soledad/
atrapa palpa se anuncia/
reconoce los olores/
reclama la piel tibia/
adentra música en palabras/
bebe la miel descubre las opciones/
y elige
la esperanza se muda a una botella
con marcas y medidas.