Otras estampas románticas de Medardo Ángel Silva

I
Daba el heno cortado su olor y su frescura
y el sonámbulo río su monótona música.
Iba en el cielo azul, como una reina impúdica,
la luna sonrosada, soñolienta y desnuda.
La sombra de las ramas, en las aguas obscuras,
jugaba, azul y triste, sus mil danzas confusas;
y, luminosa escarcha, arrojaba la luna
su polvillo de plata sobre las rosas húmedas.

II
Como una sombra fría bajo la niebla lila…
el sol es eso triste, sin color, que se mira
entre las aguas palúdicas, entre flores podridas.
Como el agudo llanto de una niña
se oye la voz lejana del río que tirita…
tiemblan las hojas de oro al respirar la brisa
su congelado soplo sobre la tierra lívida…
danzan llamas alegres en todas las cocinas…
y aúlla a las cerradas puertas de la alquería,
el viento, como un lobo con hambre y sin guarida.

III
Fantasmas blancos en los miradores
y llanto de los pianos a las estrellas, sones
que apagan las cortinas y los tapices; roces
de largos trajes, leves como de apariciones,
temblando en los espejos amarillos; rumores
que expiran con la luz del horizonte…
Y son cosas de sueño melodías informes
sonando en penumbrosos laberintos; y voces
de lo Desconocido, que llegan con la Noche.

IV
La noche es un suspiro azul que tiembla
sobre el obscuro sueño de la Tierra.
El parque es un silencio perfumado…aletea,
como un pájaro herido, torpe, la brisa negra.
Se corta la palabra de la fuente, reseca
en la taza de piedra.
Se va a acabar la vida… soñolientas
las hojas cabecean.
Y cae sobre el alma la tristeza
igual que sobre un muerto, un puñado de tierra.