Un sueño de celos

Caminando contigo y otra dama
por un parque boscoso, la susurrante hierba
corría sus dedos a través de nuestro silencio sospechoso
y los árboles se abrían hacia un sombreado
claro e inesperado donde nos sentamos.
Creo que el candor de la luz nos desalentó.

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El metro

Ahí estábamos corriendo por los túneles abovedados,
tú deprisa delante, con tu abrigo de estreno
y yo, yo entonces como un dios velocísimo ganándote
terreno antes de que te convirtieras en un junco

o alguna nueva flor blanca salpicada de rojo
mientras el abrigo batía salvajemente y botón tras botón
saltaban y caían, dejando un rastro
entre el metro y el Albert Hall.

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Acta de unión

I
Esta noche, un primer movimiento, un pulso,
como si la lluvia se acumulase en el pantano
hasta romper y desbordarse: una presa que estalla,
un tajo abriendo la cama de helechos.
Tu espalda es una firme línea de costa del este
y brazos y piernas se prolongan
más allá de tus colinas graduales.

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Casa de verano

I
¿Era el viento de los vertederos
o algo en el calor

que nos seguía los pasos, con el verano agriándose,
y un nido pestilente incubando en algún lugar?

¿De quién era la culpa?, me preguntaba, inquisidor
del aire poseído.

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Conduciendo de noche

Los olores cotidianos eran nuevos
en el viaje nocturno a través de Francia:
lluvia y heno y bosques en el aire
creaban cálidas corrientes de aire en el coche abierto.

Los postes blanqueaban sin cesar.
Montreuil, Abbeville, Beauvais
se prometían, prometían, llegaban y se iban,
garantizando cada lugar el cumplimiento de su nombre.

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Día de boda

Tengo miedo.
El sonido se ha parado en el día
y las imágenes se repiten
sin cesar. ¿Por qué esas lágrimas,

el pesar salvaje en su rostro
fuera del taxi? Crece
el jugo del lamento
en nuestros invitados que saludan.

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El recado

«¡Va, vete ya! Hijo, corre como el diablo
y dile a tu madre que intente
encontrarme una burbuja para el nivel del espíritu
y un nuevo nudo para esta corbata».

Pero aún así estaba contento, lo sé, cuando planté cara,
responsabilizándolo a él
con una sonrisa que superaba su sonrisa y su encargo de bufón,
esperando el siguiente movimiento en el huego.

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La dificultad de Inglaterra

Me movía como un agente doble entre los conceptos.
La palabra «enemigo» tenía la eficacia dental de un cortacésped. Era un ruido mecánico y distante más allá
de esa opaca seguridad, esa ignorancia autónoma.
«Cuando los alemanes bombardearon Belfast eran las partes orangistas más amargas las que peor fueron golpeadas».

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Las estaciones del oeste

En mi primera noche en la Gaeltacht la anciana me habló en inglés: «Estarás bien».
Me senté al borde de un lecho iluminado por el crepúsculo, escuchando a través de la pared un irlandés fluido,
con la nostalgia de un discurso que tuve que extirpar.

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Muerte de un naturalista

Durante todo el año el dique de lino supuraba
en el corazón del pueblo; verde y de cabeza pesada
el lino se pudría allí, aplastado por enormes terruños.
A diario chorreaba bajo un sol de justicia.
Burbujas gorgojeaban con delicadeza, moscardones
tejían una fuerte gasa de sonido en tomo al olor.

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Sibila

Mi lengua se movía, una relajante bisagra ondulante.
Le dije a ella, «¿qué será de nosotros?»
Y como agua olvidada en un pozo puede agitarse
tras una explosión bajo la mañana

o una fractura recorre un tejado,
empezó a hablar.

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Una llamada

«Espera,» dijo ella, «saldré simplemente e iré a por él.
El tiempo aquí es tan bueno, que aprovecha
para escardar Un poco.»
De modo que lo vi
apoyado sobre las manos y rodillas al lado del rastrillo,
tocando, inspeccionando, separando un
tallo del otro, estirando con suavidad
cada cosa no estrechada, frágil y sin hojas,
complacido de sentir cómo se abría cada raíz de malas hierbas,
pero también arrepentido…
Luego me encontré escuchando
al amplio y grave tic de los relojes de la entrada
donde el teléfono estaba desatendido en una calma
de espejo y péndulos iluminados por el sol…

y me encontré entonces pensando: si fuera hoy,
así es como la Muerte convocaría a Cualquiera.

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666 reencarnación de los carniceros

Y vi que los carniceros al tercer día,
al tercer día de la tercera noche,
comenzaban a florecer en los cementerios
como brumosos lirios o como líquenes.

Y vi que los carniceros al tercer día,
llenos de tordos que eran ellos mismos,
volaban persiguiéndose, persiguiéndose,
constelados de azufres fosforescentes.

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Anotaciones en el diario de Rimbaud

I. África, 1880 – 1891

He llegado hasta aquí navegando por el Mar Rojo
después de darle muerte al indeseable

Tenía 20 años y era una de las vírgenes locas

Adén es el cráter de un volcán apagado
sin una brizna de pasto sin una gota de agua

No hay nada que ver o tocar excepto lava y ceniza

Monté en mi caballo y atravesé las arenas de Somalia
Ahora me encuentro en Harar la ciudad prohibida

Le llevé rifles y municiones al rey de Soa
pero no me pagó lo convenido el muy cabrón

Me han brotado várices en la pierna
Me duelen mucho y no me dejan dormir

Mientras me afeitaba frente al espejo
vi que el indeseable estaba detrás de mí
con el pelo teñido y las cejas depiladas

Me di vuelta de golpe pero no había nadie

En el desierto los espejismos se burlan de nosotros
Yo me burlo de los espejismos

Me dicen que la pierna se ha gangrenado
que tengo mucha fiebre que debo salir de aquí

Los nativos hicieron una litera de lona
y me cargaron los 300 kilómetros
que separan las montañas de Harar y el puerto de Zeila

II.

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Cafiche de la muerte

Cómo carne de cóndores hirvientes
o de tordos quemados como cresta
del rojo al negro se cambió la fiesta
y en silencio se fueron los clientes.
Se nos vació no más todo el prostíbulo
se vaciaron las camas y los bares
y todas las que estábamos de a pares
sollozamos de a una en el vestíbulo.

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Canis familiaris

Llegará. Siempre llega. Siempre llega puntual
el sin cesar ladrido del perro funerario.

Entra por la ventana y repleta tu cuerpo
con puntiagudos ruidos.

Es una larga máquina de escribir, con cabezas
de perro como teclas. No te deja dormir

el tecleo canino de ese perro canalla.

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Ciudad en llamas

Entrando en la ciudad por alta mar
la grande bestia vi: su rojo ser
Entré por alta luz por alto amor
entréme y encontréme padecer
Un sol al rojo blanco en mi interior
crecía y no crecía sin cesar
y el alma con las hordas del calor
templóse y contemplóse crepitar
Ardiendo el más secreto alrededor
mi cuerpo en llamas vivas vi flotar
y en medio del silencio y del dolor
hundióse y confundióse con la sal:
entrando en la ciudad por alto amor
entrando en la ciudad por alta mar

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De cirios y de lirios

El lirio azul el lirio fucsia el lirio
de color colorado el lirio triste
con pétalos de cera se reviste
y va a la fiesta convertido en cirio

En cirio gris en cirio negro en cirio
de las aguas sin luz en cirio triste
que al llegar de la fiesta se desviste
y vuelve a ser en el jardín un lirio

O este espejo se está poniendo viejo
o lo que estoy mirando es un delirio
dice la flor hablándole al espejo

Adentro del azogue brota un cirio
y al tiempo que se enciende su reflejo
al fondo del jardín se apaga un lirio

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En una estación del metro

Desventurados los que divisaron
a una muchacha en el Metro

y se enamoraron de golpe
y la siguieron enloquecidos

y la perdieron para siempre entre la multitud

Porque ellos serán condenados
a vagar sin rumbo por la estaciones

y a llorar con las canciones de amor
que los músicos ambulantes entonan en los túneles

Y quizás el amor no es más que eso:

una mujer o un hombre que desciende de un carro
en cualquier estación del Metro

y resplandece unos segundos
y se pierde en la noche sin nombre

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Escrito con tiza

Uno le dice a Cero que la nada existe
Cero replica que uno tampoco existe
porque el amor nos da la misma naturaleza

Cero mas Unos somos Dos le dice
y se van por el pizarrón tomados de la mano

Dos se besan debajo de los pupitres
Dos son Uno cerca del borrador agazapado
y Uno es Cero mi vida

Detrás de todo gran amor la nada acecha.

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Estrellas fijas en un cielo blanco

Estrellas fijas en un cielo blanco,
son los bellos sonetos pues no giran
en torno de orbe alguno
ni han rotado sus densas masas de catorce cifras

No reflejan la luz del sol tampoco
pero irradian su propia luz de adentro
Y en el albor parecen en reposo
o muertos cuyas tumbas son sus cuerpos

Y sin embargo las estrellas fijas
a veces bienhechoras o malignas
siempre de harta energía están cargadas

Y aunque hace miles de años extinguidas
su fulgor todavía nos alcanza
sea por vista o por astrología

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Hipótesis celeste

I
Las catedrales azules del cielo esplenden en la noche
sin fin
y sus vitrales de colores dejan pasar la luz de otros
mundos

Tu locura mi cielo brilla en la noche estelar

De tu frente sin orden
se alza un arco iris que acaba en mi frente

Mi doncella de singular hermosura
duerme a la orilla de un arroyo celeste

Recostado en la hierba espacial
yace un joven de risueñas formas y colores

Su figura de ojos instantáneos
se eleva sin mancha a plena luz

Y convertido en lluvia de oro
dora el cuerpo de la hermosa doncella

II
Tu cuerpo parecía moverse hacia cualquier lugar del
espacio

En medio de lo perecedero navega este astro sin luz

El cuerpo dio una vuelta completa alrededor de sus
polos

Diste un gran círculo alrededor del sol
según el orden de los signos

Las estrellas fijas parecían mecernos
pero se mantenían inmóviles

La tierra giraba contigo junto al aire circundante

Es preciso que el Cielo permanezca inmutable mi cielo
Es absolutamente necesario que no te muevas
ni un segundo-luz

El Sol real y el Sol irreal son uno y el mismo
me dijiste al oído

Retornan los astros a sus antiguas posiciones
y vuelven a alejarse querida

Repugna al orden del mundo que las cosas
estén fuera de su lugar natural
replicaste arreglándote el pelo

A los cuerpos simples
conviene un movimiento simple
murmuré penetrándote

En esto las esferas empezaron a rotar
en el aire vestido de hermosura y luz primera

Hace mucho tiempo que la tierra
saltó en pedazos mi amor

III
Ahora somos la luz
que se difunde en todas direcciones
y atraviesa los cuerpos opacos

Va fluyendo hacia el centro del universo
porque es la perfección de nuestros cuerpos

Cuando tu luz se multiplica un número infinito de
veces
mi materia se extiende en dimensiones infinitas

Nuestro cuerpo es llamado firmamento mi amor

Así procedió la luz en el principio
A extender la materia arrastrándola con ella

Nuestro amor infinito
es más largo que otros infinitos

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Hotel de las nostalgias

Música de Elvis Presley

Nosotros
los adolescentes de los años 50
los del jopo en la frente
y el pucho en la comisura

los bailatines de rock and roll
al compás del reloj

los jóvenes coléricos
maníacos discomaníacos

dónde estamos ahora
que la vida es de minutos nada más

asilados en qué Embajada
en qué país desterrados

enterrados
en qué cementerio clandestino

Porque no somos nada
sino perros sabuesos

Nada
sino perros

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Invocación al lenguaje

Con vos quería hablar, hijo de la grandísima.
Ya me tienes cansado
de tanta esquividad y apartamiento,
con tus significantes y tus significados
y tu látigo húmedo
para tiranizar mi pensamiento.
Ahora te quiero ver, hijo de la grandísima,
porque me marcho al tiro al país de los mudos
y de los sordos y de los sordomudos.

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Lee, Señor mis versos defectuosos

Lee, Señor mis versos defectuosos
que quisieran salir pero no salen:
ya ves que poco valen mis esfuerzos
y mis desdichas ay qué poco valen

Con tu ayuda saldrían universos
de palabras preñadas pero salen
débiles moribundos estos versos:
deja que el último suspiro exhalen

Ayúdame, Señor: que no zozobre
en la mitad de este terceto pobre
mira estas ruinas: palpa su estructura

dónales lo que tengas que donarles:
y la vida que yo no supe darles
dásela tú, Señor, con tu lectura.

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Meditación al atardecer

Esta calle que baja dura una eternidad

Aquí se cuecen vivos los grandes pensamientos

Ha llegado la hora del descanso en que no se descansa
Cuando los perros creen en santas y en fantasmas

En este punto mi madre y mi hermana preguntaron sin voz
¿Y qué sabes tú de todo eso?

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Misterio gozoso

Pongo la punta de mi lengua golosa en el centro
mismo
del misterio gozoso que ocultas entre tus piernas
tostadas por un sol calientísimo el muy cabrón
ayúdame
a ser mejor amor mío limpia mis lacras libérame de
todas
mis culpas y arrásame de nuevo con puros pecados
originales, ya?

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Ningún lugar está aquí o está ahí

Ningún lugar está aquí o está ahí
Todo lugar es proyectado desde adentro
Todo lugar es superpuesto en el espacio

Ahora estoy echando un lugar para afuera
estoy tratando de ponerlo encima de ahí
encima del espacio donde no estás
a ver si de tanto hacer fuerza si de tanto hacer fuerza
te apareces ahí sonriente otra vez

Aparécete ahí aparécete sin miedo
y desde afuera avanza hacia aquí
y haz harta fuerza harta fuerza
a ver si yo me aparezco otra vez si aparezco otra vez
si reaparecemos los dos tomados de la mano
en el espacio
donde coinciden
todos nuestros lugares

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¿Por qué escribe usted?

Porque el fantasma porque ayer porque hoy:
porque mañana porque sí porque no
Porque el principio porque la bestia porque el fin:
porque la bomba porque el medio porque el jardín

Porque Góngora porque la tierra porque el sol:
porque San Juan porque la luna porque Rimbaud
Porque el claro porque la sangre porque el papel:
porque la carne porque la tinta porque la piel

Porque la noche porque me odio porque la luz:
porque el infierno porque el cielo porque tú
Porque casi porque nada porque la sed

porque el amor porque el grito porque no sé
Porque la muerte porque apenas porque más
porque algún día porque todos porque quizás

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Sábana de arriba

Me instalé cuidadosamente doblado
entre la ropa blanca del closet
Sacaste las sábanas de tu cama
y me pusiste de sábana de arriba

Te deslizaste debajo de las tapas
y te cubrí centímetro a centímetro

Entonces fuimos barridos por el huracán
y caímos jadeando en el ojo de la tormenta

Ahora yaces bañada en transpiración
con la vista perdida en el cielo raso

y la sábana de arriba aún enredada entre las piernas.

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Sociedad de consumo

Caminamos de la mano por el supermercado
entre las filas de cereales y detergentes

Avanzamos de estante en estante
hasta llegar a los tarros de conserva

Examinamos el nuevo producto
anunciado por la televisión

Y de pronto nos miramos a los ojos
y nos sumimos uno en el otro

y nos consumimos

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Televidente

Aquí estoy otra vez de vuelta
en mi cuarto de Iowa City

tomo a sorbos mi plato de sopa Campbell
frente al televisor apagado

la pantalla refleja la imagen
de la cuchara entrando en mi boca.

Y soy el aviso comercial de mí mismo
que anuncia nada a nadie.

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Tractatus de sortilegiis

En el jardín había unas magnolias curiosísimas, oye,
unas rosas re-raras, oh,
y había un tremendo olor a incesto, a violetas macho,
y un semen volando de picaflor en picaflor.
Entonces entraron las niñas en el jardín,
llenas de lluvia, de cucarachas blancas,
y la mayonesa se cortó en la cocina
y sus muñecas empezaron a menstruar.

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Madrigal

Dijo el Amor, sentado a las orillas
de un arroyuelo puro, manso y lento:
«Silencio, florecillas,
no retocéis con el lascivo viento;
que duerme Galatea, y si despierta,
tened por cosa cierta
que no habéis de ser flores
en viendo sus colores,
ni yo de hoy más Amor, si ella me mira».

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Romance amoroso

A lágrimas y a silencios
reducida, Elisio, el alma,
modo le falta a la queja,
de referirse mis ansias.

No tiene la voz acento,
no encuentra el labio palabras;
todo la pena lo oprime,
todo el dolor lo embaraza.

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Antes

Antes,
nunca hubo el silencio necesario entre abrazo y abrazo
para advertir el parpadeo de esta guillotina
que hoy,
al rozar por sorpresa mi nuca con sus manos de lejía
me ha puesto los ojos amargos.

Yo misma no me oigo cuando grito.

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Deslumbramientos sombríos

Esta mañana, el helado y marchito sol de enero hizo estragos
en mis ojos.
Por él, vi con más intensidad a esa gitanilla en manga corta
que pedía junto al metro,
tuve plena consciencia de lo arduo de nuestro amor,
me horroricé al contemplar los ametralladores grabados de Goya,
y salí de nuevo a la calle con las manos encogidas de angustia
sin saber
-pálida prisionera de los subterráneos-
si me bajaba en Velásquez o en Lista.

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En un banco

En un banco,
meneando aburrida mis zapatos de bruja,
yo veía al invierno entrar y salir,
flirtear con el aire y sentarse finalmente a mi lado.
(Otro -pensé- que tampoco tiene nada que hacer
esta tarde.)

Ya me iba a levantar cuando descubrí su espalda
en la ventana de enfrente.

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Foto antigua

Y esa monicaca de chocolate hasta los kikis de rosados lacitos soy yo.
Quién lo diría.
Quién adivinaría en esos ojitos dulces un atisbo, sólo un atisbo de
amargura.
¡Si ella, la otra yo, la que fue voraz consumidora de leche condensada,
me conociera ahora!

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