Esta mañana en fin, es diferente,
he mirado mis manos
las he visto distribuir, sin prisa,
los planetas,
transformar asteroides a una explosión de nova
y sin embargo
dóciles en su tarea de aquí,
me han acercado la taza de café,
los cigarrillos, mis espejuelos,
la pluma con que escribo,
hasta las hojas de papel me han dado
sin que por ello merme
el trabajo que tienen asignado
de crear nuevos siglos a la galaxia.
Este hacer de mis formas
es tan contigo, en su diversidad,
que no me asombra
su elocuencia de ser,
tiene esa simple cópula vertical
con que la lluvia
hace brotar higueras o cocoteros
que danzan en la brisa cegadora y ardiente
del desierto,
haciendo de la arena una cisterna,
un líquido milagro en el paisaje
para que todo lo que cruza
sediento de visión entre las dunas,
se reparta el vivir abiertamente.
Esta mañana en fin,
es diferente,
mis manos van queriéndose contigo,
en distancias de ti;
son dos amantes de un mismo corazón
en paralela línea,
que al besarse,
detrás de toda hechura,
se fabrican,
con esa misma gravidez que tiene
la boca del jazmín,
cuando se abre,
silenciosa,
en el centro de la noche.