qué luego llegaste al panteón
del arrepentimiento
qué afán de penitencia ahora
levanta el telón don tenorio
la escena anterior fue tu engaño
deja ya el ridículo
te lo exigen
estos tiempos
Inés
sobre la tumba
te lo ordena
Poemas guatemaltecos
entonces
no encontré la contraseña
y revolví
y busqué
y volví a revolver
y tiré la bolsa
y maldije
y lloré
porque algo
estaba fuera de control
abandonado en el sueño
despojado y mudo
como mi bolsa
Estrangulada
entre dos tiempos
ella frente a la puerta
el cordón umbilical
revirtiéndose
impredecible vínculo femenino
atando fuertemente
como nunca antes
Cuando ya no esperé encontrar tu nombre
en la pantalla
y no me asustó el silencio
cuando ya no fuiste referencia en el tiempo
cuando la lejanía fue real
el olvido había borrado nuestros mejores archivos
éramos dos usuarios anónimos
en una intemperie infinita
a veces
nostálgica
me formulo
las preguntas obstinadas de las novelas rosa
y digo serás tú el hombre
existe en verdad el destino
y me río ni destino ni hombre ni nada
solo la ilusión pasajera
el recuerdo lujurioso que se queda
este
es mi búnker
mi refugio subterráneo
el de estructuras firmes
el incognoscible
lo he bautizado
Mejor signo de libertad
no encuentro
que esta noche a solas sin miedo al teléfono
babeando deliciosamente
la almohada
la pierna atravesada
el camisón enrollado
oscuridad total como me gusta
y la seguridad
de que nadie perturbará
mis sueños
hasta que yo misma lo determine
noche autónoma de absoluto silencio
en la que empiezo
como nunca antes
a gustar de mí
atrás quedan las luces de la oficina
mis párpados signan los cansancios del día
apenas si consigo acomodarme en el carro
enciendo el motor
me adentro en la avenida miserablemente
despoblada
cruzo a la izquierda
y tu risa reflejada en el retrovisor
se convierte en el único indicio de vida
en una noche de total aniquilamiento
Repto en mi cama
me enrosco
tiro el veneno
cambio de piel
y duermo
porque aquí está el paraíso
y no hay evas ni adanes
ni dioses
sola yo
y mi deliciosa
manzana
mi palabra es de pronto el vacío
la inhóspita biblioteca por las tardes
los corredores hondos del metro
las esperas con asepsia de martirio
y la pantalla negra
spéculum inconfundible
de un tiempo para siempre perdido
Detrás de mi dócil palabra
de mi sonrisa de mi erudición
y de mis juegos
la soledad
esa a la que
tu acostumbrado desgano
ha convertido
en una actriz
maquillada de total felicidad
contra la luz
de la propia conciencia
Segura
en esta noche sabia y entera
en que me basto a mí misma
liberta ya
de miedos y afectos
permeable
como nunca
a este tiempo incauto
que llega
Te molesta
el retoñar de mis ramas
las flores que me brotan
lo verde de mis hojas
Estás con miedo
porque va desapareciendo
esa triste palidez
que te gustó al conocerme
Me ves como sombra
que opaca tus deseos
esos…
los que de niño aprendiste
y ahora
no te permiten ver
que aquí
en la cuesta
una mujer
camina.
Libre de ataduras
Eros invadió la tierra,
húmedas cuevas desafiantes
cuerpos erectos, crepitantes
Eros desatado, libre
y ubérrimo
pueblas el mundo de deseo consumado.
El tiempo inexorable
se diluye entre los dedos
descarnados de la muerte
que ávida y voraz
aguarda
mi carne palpitante
y el alma
que escapa a su fatal llamado.
Acre veneno
que corroe mis venas
prolongará mi vida
a cambio del dolor.
Nunca la mano ha sido
tanto
alargamiento de un corazón
que late,
como en la mujer que trabajando
va bordando el mundo,
en los giros del barro que modela,
en la masa del pan que se cocina,
en la áspera tierra que rotura,
en el metal de la herramienta dura,
en las páginas del libro que penetra,
en todos los elementos que transforma,
mujer es el ser y hacer
lo que la iguala al hombre.
Invocando ??si existen-
a los dioses de la creación
ofrecí tiempo y vida
a cambio de palabras.
Hoy, ofrezco mis palabras
por tiempo y vida
con la certeza
de su anticipada negativa.
Los dioses de la creación
-si existen- son sordos
y, en tu caso, es lo mismo
responderán: «No hay trato’
Nuestras voces resuenan
por el mundo
desde el diálogo uterino
que el feto entabla
con el cuerpo que lo alberga
Desde la naturaleza
la cultura y la historia,
que hemos perpetuado
y son nombres de mujeres
Desde la marginalia
e injusta situación
en que estamos sumergidas,
invadimos la tierra
y rescatamos la vida,
las voces milenarias
de mujeres en el tiempo
y el espacio
A Jennifer
Tu mundo de árboles cometas y
castillos
máscaras flores y caminos
es también el mío, Jennifer.
Tú tripulas pompas de jabón
que a mí se me rompen demasiado pronto
y sueñas con tu traje de encajes
de cuando seas señorita
mientras que a mí
el traje de hombre que soñé
me queda a veces demasiado grande.
una bomba
de tiempo
entrelíneas
al poema.
Que
se
derrumbe.
Luego
construya
una poesía
más justa.
Hallará lo necesario
entre los escombros.
La consigna es: fusilar
palabras, en detrimento
-o quizá provecho
de nuestro ‘rico lenguaje’,
romperle el sexo al verbo,
descodificar el caos,
asestarle en suma
un golpe
en el trasero
a lo sublime.
Nada
podrá
contra esta avalancha
del amor.
Contra este rearme del hombre
en sus más nobles estructuras.
Nada
podrá
contra la fe del pueblo
en la sola potencia de sus manos.
Nada
podrá
contra la vida.
Está naciendo
la ternura en tus manos,
esta tarde,
mi dulce visitante.
Acudes
alegremente
al vuelo golondrino
de tus dedos
que se inician
de entrega.
Sabes.
La ternura se despierta
para siempre,
y tus manos descubren
muy pronto
que les gusta su rostro.
Tenemos
por ti
tantos golpes
acumulados
en la piel,
que ya ni de pie
cabemos en la muerte.
En mi país,
la libertad no es sólo
un delicado viento del alma,
sino también un coraje de piel.
Se habían
encontrado hace poco.
Y hace pronto
se habían separado,
llevándose
cada uno consigo
su nunca o su jamás
su afirmación de olvido,
su golpeador dolor.
Pero el último beso
que volara de sus bocas,
era un planeta azul.
De veras, nunca estoy solo.
Tan solo estoy triste
cuando tus ojos
huyen
del sitio
en que debimos
encontrarnos
por la tarde.
Ahora
se pudre la espera
debajo del tiempo,
del tiempo que se ríe
de mí, gran amador,
desprovisto de amada
en búsqueda siempre
Si me preguntaras
qué es lo que más quiero
sobre la anchura de la tierra,
yo te contestaría:
a ti, amor mío, y a la gente
sencilla de mi pueblo.
Dulce eres, como la tierra.
como ella frutal y hermosa.
He vuelto
después de cinco años.
Y sola estaba la calle
para mí.
Este viejo viento
que conozco desde niño,
caracoleó un poco en mis cabellos
y se quedó ahí de pie, y alegre
tal vez por mi regreso.
Tú no sabes,
mi delicada bailarina,
el amargo sabor a luto
que tiene la tierra
donde mi corazón humea.
Si alguien toca a la puerta,
nunca sabes si es la vida
o la muerte
la que pide una limosna.
Para que los pasos no me lloren,
para que las palabras no me sangren:
canto.
Para tu rostro fronterizo del alma
que me ha nacido entre las manos:
canto.
Para decir qe me has crecido clara
en los huesos más amargos de la voz:
canto.