No me había
dado cuenta
cuánta falta me hacías
hasta que te volviste
a meter furtivamente en mi copla.
Me envolviste en
tus ojos de aguamansa
como envuelve el mar a
la arena dormida.
No me había
dado cuenta
cuán tiernas eran tus manos,
paseando,
explorando sobre mi piel,
cuánta falta me hacía
tu sol sobre mi sombra,
(dos cuerpos en danza ceremonial)
y había olvidado
cómo se sentía tu beso
enclavado en la mitad de mi deseo.