Estoy solo en la vasta soledad de la tarde,
solo entre todo el mundo; junto a la vida, solo.
Caen sobre el camino polvoriento del parque
las hojas de oro.
Tú cruzas el camino, como yo, solitaria,
envuelta en una pálida claridad otoñal.
Inevitablemente, se hallan nuestras miradas,
y en la paz del crepúsculo, nos miramos en paz.
Pasas. Y yo te quiero a mi lado, este otoño.
Tu también me quisieras tener juntos a tus sombras.
Te llamo desde el fondo de mi ser. Y estoy solo.
Y tú vas sola.
Me han contado tus ojos lo que tú me amarías.
(lo que yo te amaría, quién lo podrá contar)
si llegaran a unirse nuestras dos soledades
en una sola soledad.
No ha de ser. Ya la tarde siente venir las sombras
y en el camino caen tristes hojas de oro.
me has llamado desde el fondo de tu alma. Y sigues sola.
Y me quedo solo.