Suena vieja música de esparto
En las estancias negras, en el ojo gris.
Viejo polvo de muerte baja
Sobre los hombros a las piernas óseas.
Cera del candelabro se alza
En metralla de lenguas de sangre.
Surca el techo una punta de lava
Dilapidándose en dos, allá y acá.
Huele a corteza verdosa de brujas,
A humo de aceite esparcido en la bóveda.
Las tráqueas chirrían
Y se comban en curva de cáliz.
Suena viejo barro afuera de las puertas,
Viejas pisadas como engrudo de plomo.
Rompe la noche a desgajarse en fuego.
Rompe el mundo.