Cercenadme esta voz donde anida la estrella.
Cercenadme esta luz, esta naciente albura.
No dejéis que mi aliento
surja de su maraña más límpido que nunca.
Ni el gesto de muchacha que se sorprende libre,
ni este duro clamor, esta palabra impura.
Cercenadme esta voz donde anida la estrella.
Cercenadme esta luz, esta naciente albura.
No dejéis que mi aliento
surja de su maraña más límpido que nunca.
Ni el gesto de muchacha que se sorprende libre,
ni este duro clamor, esta palabra impura.
No pesantez de carne que se estanca,
sino ligero gesto en el espacio.
Curva que, prisionera,
hienda el aire en el salto.
Ritmo donde las alas
recuperen su brío.
(Los músculos se apresten a salvar los obstáculos.)
Oh, senos fugitivos, detenidos en vuelo
por el ineludible tallo de la cintura.
Yo soy esa muchacha que ha besado la tierra
para posar los besos que le sobran.
Yo soy esa muchacha que desea callando
lo que se aleja siempre de su mano vacía.
Blanda pulpa jugosa para mecer el aire;
blando temblor intacto que una caricia anega.