A Giselheer joven

De mi pestaña cuelga una estrella,
Hay tanto resplandor
Cómo voy a dormir

Y quiero jugar contigo,
No tengo patria
Jugamos a rey y príncipe.

*»Giselheer» , «Nibelungo» o el «Bárbaro», fueron los nombres
con los cuales llamaba Else a Gottfried Benn, con quien tuvo
una relación sentimental que dejó una honda huella en sus poemas.

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Escucha

«Ultima canción a Giselheer*»

Robo en las noches
Las rosas de tu boca,
Que ninguna mujer te beba.

La que te abraza
Me arranca lo que en mi sobrecogimiento
Pinté en torno a tus miembros.

Soy el borde de tu camino
La que te roza
cae desde lo alto.

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Estoy triste

Tus besos oscurecen, sobre mi boca.
Ya no me quieres.

¡Y cómo viniste!
Azul a causa del paraíso;

En torno a tus más dulces fuentes
Revoloteó mi corazón.

Ahora quiero maquillarlo,
Igual que las prostitutas
Colorean de rojo la rosa marchita de sus caderas.

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Mi piano azul

Tengo en casa un piano azul
Aunque no sé ninguna nota.

Está a la sombra de la puerta del sótano,
Desde que el mundo se enrudeció.

Tocan cuatro manos de estrella
-La mujer-luna cantó en la barca-,
Ahora bailan las ratas en el teclado.

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Obertura

Nos separamos en el preludio del amor…
En mi corazón resplandecía aún clara tu palabra,
Y callados fuimos extinguiéndonos en el torbellino urbano,
Bajo el velo de la tarde del turbio septiembre
En un sollozante acorde.
Así en la breve obertura de amor
Nos esfumamos de esta tierra
A través de paraísos hasta las puertas del cielo-
Y no fueron necesarios los juramentos de amor eterno
Ni los besos del azul y mágico crimen.

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Resignación

Abrázame maternal y suave,
y muéstrame el reino celeste,
Tú noche soñadora;
Y haz descansar mis pesares,
~ Ocultos en tu regazo ~
Sobre rosas y sobre hojas de plata
En el profundo polvo de la tierra.

En la luz crepuscular, en el brillo crepuscular
Se pulverizan tus ensueños
En la suntuosidad azul de las nubes.

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Sulamita

¡Oh, yo he aprendido en tu dulce boca
a conocer tanto de las bienaventuranzas!

Ya siento los labios de Gabriel
ardiendo sobre mi corazón…

Y la nube de la noche se bebe
mi profundo sueño de cedro.

¡Oh, cómo me hace señas tu vida!

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Tarde

Pálidas están mis ganas de vivir, …
Caí tan sola sobre la tierra,
Nunca ha sabido un hombre de dónde vine,
Sólo tú, pues algún día me uniré contigo.

Las bahías me rodean desde lejos,
Todas las cosas las vivo en la espuma.

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Viene la noche

Viene la noche y me sumerjo en las estrellas,
Para no olvidar en el alma el camino a casa
Pues se enlutó hace mucho tiempo mi pobre país.

Descansan nuestros corazones emparentados de amor,
Emparejados en una cáscara:
Blancas almendras-

Sé que tienes, como antes, mi mano
Encantada en la eternidad de la lejanía…
Ah, mi alma crujió cuando me lo confesó tu boca.

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