A veces creo
que es bueno
darse una cagadita de zopilote
y es cuando
escurro ideas
por donde el sol
no pega
Poemas de Haroldo Shetemul
Construimos los castillos
y la arena se movía
con cada marea
se derrumbaban ambiciosos proyectos
y cada tarde diáfana
las romerías se acercaban
palas y manos
dedos y collares
para construir las murallas
y luego otros castillos
que a la noche
tocada de espantos
el mar barría sin ruido alguno
nada más aquel necesario
para acercarse a la muchedumbre
y trastocar los cimientos
de los seres que afanosos
aún creían en su grano de arena
De espaldas al mundo
como desafiante
al bullicio de la gente
la vida
pasa de prisa
bañándome de sudo
¡Déjenme!
Déjenme columpiar
el despertar de la razón…
Déjenme
Acariciar levemente
la distancia en el viento
y su destierro…
El cabello al aire volando
proyectado sobre los hombros
y un desaparecer sin huellas
eran acaso
la visión perfecta
encubierta de nácar
y sin luz
Estas certidumbres
vienen a cada momento
Tal pareciera
ser lo único
que puede suceder
Otra vez
saqué el diccionario
busqué la palabra precisa
rondó una mariposa
rojaoscura en la cama
apagué la luz
y me puse a dormi
Este colapso estrellado
que abarca los ángulos
más exactos de la ambigüedad
está presente y
sin embargo
para asirlo no tiene densidad precisa
¿Dónde quedó el tiempo
incrustado de balas y jazmines?
¿Dónde ladra el perro
persiguiendo un eclipse?
He nacido sobre las astillas
de este tiempo nuestro
recogido en las mamparas
del llano oleaje
y aún me pregunto
¿cuánto hace que he muerto
y que mi hora ha llegado sin sentir
los pasos que se han vuelto sordos?
Regalame tu vestido
bordado de apocalipsis
para vestirlo en mi entierro
en que iré cargando las prótesis
de mis buenos augurios
a donde morarán nunca
junto a las vírgenes silentes
custodiadas por ángeles andróginos
Embriadas las imágenes
emularán desde la raíz de su tiempo
los pasos del féretro
hacia la feria celestial
Quizá allí envidien tu vestimenta
que me colocaré con jaulas de pirañas
para abalanzarme
entre los mercaderes de caimanes
y tal vez así
reine
de una vez por todas
en la morada
donde el tríptico de la vida
no sea más que un brete sempiterno
Tengo el tiempo luctuoso
petrificado en las venas
en anaqueles
y fantoches
La orfebrería de sus continentes
renace y se va
en cada paso de día
que languidece
entre los árboles del cielo
Tengo el hambre de luz
grabado en la arcilla
y levanto los adoquines
para encontrar aunque sea
una burbuja milenaria de sustento
entre las piedras del camino
Una ventana puesta al revés
llegará a ser la expresión
más nítida del universo
El tálamo donde se incuben
los centauros que alzarán
las columnas de fuego
para detener los cuatro vientos
en un esquizofrénico octubre
De cabeza
como el mar embravecido
irrumpe en la dermis bronceada
y descubre la catedral silvestre
para llevarla al fondo marino
A tientas las naufragadas naves
abrirán sus labios
para darle su verdadera razón
a la incomensurabilidad de lo estoico:
lo que no concuerda con nada
Yo
miro a través
de estos lentes
culitos de botella
y cuando están sucios
es como si subjetivamente
sobre el mundo hubiera
una defecación de mosca