1
Señores míos, con diecisiete años
llegué al mercado del amor
y mucho he aprendido.
Malo hubo mucho,
pero ése era el juego.
Aunque hubo Cosas que sí me molestaron
(al fin y al cabo también yo soy persona).
1
Los poemas épicos nos dan noticia
de los grandes de este mundo:
suben como astros,
como astros caen.
Resulta consolador y conviene saberlo.
Pero para nosotros, los que tenemos que alimentarlos,
siempre ha sido, ay, más o menos igual.
Ay, ya sé, no deberla reconocer
que tiemblo cuando su mano me toca.
Ay, qué me ha sucedido
que rezo para que me seduzca.
¡Ay, ni cien caballos me arrastrarían al pecado!
¡Si al menos no me apeteciese tanto!
Si me resisto tanto al amor
sólo me he resistido realmente en el fondo
porque sé que si estuviera ante él en camisón
me dejaría hasta sin camisa.
1. Lo sé, amada: ahora se me cae el pelo por mi vida salvaje,
y me tumbo en las piedras. Me veis beber el aguardiente más
barato, y camino desnudo al viento.
2. Pero hubo un tiempo, amada, en que fui puro.
Salmo 5
He apurado la copia hasta el fondo. Es decir, he sido seducido.
Era un niño, y me amaron.
El mundo se desesperaba, pues yo me mantenía puro. Ella
se revolcó por el suelo ante mí, con miembros tiernos
y atrayente trasero.
Tus penas eran mis penas,
las mías, tuyas.
Si no estabas tú contenta,
yo no lo estaba.
No os dejéis seducir:
no hay retorno alguno.
El día está a las puertas,
hay ya viento nocturno:
no vendrá otra mañana.
No os dejéis engañar
con que la vida es poco.
Bebedla a grandes tragos
porque no os bastará
cuando hayáis de perderla.
I
Cuando, más tarde, me alejé de ti
al hoy enorme
vi, cuando empecé a ver,
gente alegre y cabal.
Y desde aquella hora tardía,
tú sabes de cuál hablo,
tengo una boca más hermosa
y unas piernas más ágiles.
No tenías ninguna,
yo sólo una,
que amaba.
Escapé de los tigres
alimenté a las chinches
comido vivo fui
por las mediocridades.
Jamás, ma soeur, te he amado tanto
como cuando me fui de ti en aquel crepúsculo.
Me engulló el bosque, el bosque azul, ma soeur,
sobre el que los pálidos astros quedaban para siempre ya al oeste.
No me reí ni lo más mínimo, nada nada, ma soeur,
yo, que jugando me dirigía a mi oscuro destino-
mientras que ya los rostros tras de mí
lentos palidecían en el atardecer del bosque azul.
1
Hubo un tiempo en que creía, cuando aún era inocente,
y lo fui hace tiempo igual que tú:
quizás también me llegue uno a mí
y entonces tengo que saber qué hacer.
Y si tiene dinero
y si es amable
y su cuello está limpio también entre semana
y si sabe lo que le corresponde a una señora
entonces diré «No».
La cuerda cortada puede volver a anudarse,
vuelve a aguantar, pero
está cortada.
Quizá volvamos a tropezar, pero allí
donde me abandonaste no
volverás a encontrarme.
1
Marie Farrar, nacida en abril,
menor, sin señas particulares, raquítica, huérfana,
hasta el presente no fichada, dice haber
asesinado a un niño de la siguiente manera:
Que ya en el segundo mes intentó
en lo de una mujer que vivía en un sótano
abortarlo con dos inyecciones, que declara
fueron dolorosas.
Pero chiquilla, te recomiendo
algo de seducción en los grititos:
carnal me gusta el alma
y con alma la carne.
La castidad no puede rebajar la lujuria;
si estuviese hambriento me gustaría saciarme.
Me apetece que la virtud tenga trasero
y que el trasero tenga sus virtudes.
Pero ya sólo el hielo, en la fría noche, agrupaba
los cuerpos blanquecinos en el bosque de alisos.
Semidespiertos, escuchaban de noche, no susurros de amor
sino, aislados y pálidos, el aullar de los perros helados.
Ella se apartó por la noche el pelo de la frente, y se esforzó
por sonreír,
él miró, respirando hondo, mudo, hacia el deslucido cielo.
¡Escríbeme qué llevas puesto! ¿Es cálido?
¡Escríbeme en qué duermes! ¿Es también blando?
¡Escríbeme qué aspecto tienes! ¿Sigue siendo el mismo?
¡Escríbeme qué echas de menos! ¿Mi brazo?
¡Escríbeme cómo te va! ¿Te respetan?
¡Escríbeme qué andan haciendo! ¿Tienes bastante valor?
Quiero ir con aquel a quien amo.
No quiero calcular lo que cuesta.
No quiero averiguar si es bueno.
No quiero saber si me ama.
Quiero ir con aquél a quien amo.
1
En aquel día de luna azul de septiembre
en silencio bajo un joven ciruelo
estreché a mi pálido amor callado
entre mis brazos como un sueño bendito.
Y por encima de nosotros en el hermoso cielo estival
había una nube, que contemplé mucho tiempo;
era muy blanca y tremendamente alta
y cuando volví a mirar hacia arriba, ya no estaba.
La primera mirada por la ventana al despertarse, el viejo libro vuelto a encontrar, rostros entusiasmados, nieve, el cambio de las estaciones, el periódico, el perro, la dialéctica, ducharse, nadar, música antigua, zapatos cómodos, comprender, música nueva, escribir, plantar, viajar, cantar, ser amable.
Se requiere mujer hermosa;
senos mirando al cielo de por lo menos
dieciocho pulgadas cada uno
torneando suavemente una
cintura tierna que las manos
puedan abarcar dentro de veinte pulgadas
más abajo treinta y seis esta vez
sobre la pelvis
todo será canjeado por un viaje alrededor
del mundo automóvil último modelo
maridos eventuales presentacioens en TV
anuncios publicitarios
y el mejor maquillaje a prueba de agua
que se conozca.
Dos amigos por la vida andan
juntos como hermanos
se trenzan por la misma vía
van como tiburones jadeantes invencibles
reman con sus dos fuerzas contra
una corriente que luego de discutida y analizada
resulta lamentable a ojos vista
hasta que un día
uno de ellos ciego cogido por la cola
rompe el hechizo
-el amor no basta-
los dos amigos se hablan luego sólo de vez en cuando
ya no se miran a los ojos
justifican un encuentro casual con intermitencias
aisladas
de allí en adelante
seguirán siendo tiburones jadeantes enflaquecidos
con un par de tristezas sobre el río.
La única mujer que puede ser
es la que sabe que el sol para su vida empieza ahora
la que no derrama lágrimas sino dardos para
sembrar la alambrada de su territorio
la que no comete ruegos
la que opina y levanta su cabeza y agita su cuerpo
y es tierna sin vergüenza y dura sin odios
la que desaprende el alfabeto de la sumisión
y camina erguida
la que no le teme a la soledad porque siempre ha estado sola
la que deja pasar los alaridos grotescos de la violencia
y la ejecuta con gracia
la que se libera en el amor pleno
la que ama
la única mujer que puede ser la única
es la que dolorida y limpia decide por sí misma
salir de su prehistoria.
No significa nada, Patria, nuestro dolor de antes.
Es ahora cuando nos duele el cuerpo y el alma y la vida.
Es ahora cuando respiramos sangre por tanto tiempo contenida.
Es ahora, Patria,
cuando nos abrochamos el cordón umbilical al corazón
y podemos marchar contigo
y podemos dolernos, hacia adentro,
con dolor de Patria
por tantos muertos y tantos caídos.
Durante toda una mañana
contemplo niños jugando en el parque
en mi infancia yo fui como ellos
también disfruté del aire y lancé mis
manos como mariposas hacia la copa de los árboles
ahora en cambio ellos siguen corriendo
mientras yo permanezco
y no recuerdo en qué preciso momento
mis manos ya no fueron más mariposas
Eres más fuerte que una máquina
hasta ahora has hecho el trabajo
tuyo y el de otros
eres más inteligente que el tiempo
has ganado más batallas que los
que las han provocado
eres más suave que el rocío
más ligera que el viento
y todavía preguntas ¿qué hacer?
No como el hombre que plantea Prevert
que nada puede contra ese mundo
en el que sólo el hombre
llena los estómagos
no
como ese
que a duras penas
imagina
cabezas de ternera
o cualquier cosa
con tal que sea
comestible
no
como ese
que mueve suavemente
las mandíbulas
porque -claro- entre ellas
aprieta apenas viento
no
como ese
de ojos
de manos
de patas de borrego
no
como ese
que nada tiene que perder
pues nada tiene
sino
como este nuevo
que va a tomar lo suyo
lo que de siempre le perteneció
y le fue usurpado
todos los frutos las carnes las aguas las flores
-que también
pueden
comerse
las flores-
y sabe
que de ahora en adelante
destruirá
al que quiera arrebatarle
su dicha
Algún día
echaremos a los niños
el cuento del soldado Calley
que mató y mató
entre drogas tragos y chingongo
mascado
arriba y abajo de los dientes
algún día
echaremos a los niños
el cuento de Angela Davis
que se levantaba cada mañana
dudando
entre ponerse la armadura contra las balas
o llenarse los bolsillos
la carterita y la ropa interior
con glicerina
porque se dio cuenta que era negra
toda negra:
alma
cuerpo
futuro
y pensó en voz alta que era un lindo color
algún día
echaremos a los niños
el cuento aquel del águila
que se hizo vieja
viciosa
ciega
y no se enteró
sino muy muy tarde
que ya bajo sus garras
bajo sus patas bajo sus dos alas
momificadas
nadie
-porque ya no había locos criminales ni mafiosos-
esperó más
a que contáramos
esta historia
Si para trabajar te bastan las manos
para comer te bastan las manos
para luchar te bastan las manos
para amar te bastan las manos
para morir te bastarán las manos
¿para qué quieres más?
Oh mis herederos
oh mis heredades
oh mis oh bestiales que aún puedo nombrar
con nombre limpio de caballo nupcial
cuerpos como heliotropos antropófagos
tibios para el beso para el apareamiento
frentes para sembrar sólamente la paz
tierra mía tierra nuestra tierra
para caber y pernoctar
sembrada de gavilanes peces huracanes
que aguardan agigantándose arañando
el único hueco del reposo
agua de nuestra lengua agua de
nuestra casa agua luminosa de nuestras bajamares
sofocada estación que nos señala
ahora y después
el camino que viene
Es toda la soledad quien está contigo
y te seduce
necesaria densa impávida como templo
al que aún no entras
recogida sangre la de tu vidamuerte
distraída tantas veces del horario sonoro
de la máquina que espera por tu sagacidad
crean números como serpientes
que comerán lentamente tu cráneo
y tu barrio de emociones se agolpa y milita
ojos han de salir a tus angustias
para llorar y barbas a tu corazón
para debilitar la esperanza que no morirá
y es que no muere esta vida inmortal
que te estoy heredando
Persigo una imagen como la babosa
acurrucada y lívida pegada a una hoja
sintiendo la luz que hunde su lengua
y corta venas puños genitales puros
suaves como nochebuenas de infancia
vértigo que mece el deseo profundo
espejo de mil tumbas con mil muertos
mis muertos
cantando y resucitando
tres días consecutivos
persigo la imagen que aún no conozco
le doy forma con sangre de otras sangres
que debo a hurtadillas como una ladrona
–mini-drácula de risa–
en cazuela ajena
imagen / deslumbradora
imagen que siento como gota
clara en el cerebro
Estas palabras las leerás mañana
y te sorprenderás
de cuán difícil era modularlas
no entenderás cómo era
en estos tiempos
mantenerse despierto a todas horas
recoger una pequeña piedra
cepillarte los dientes
jugar a la pelota
tener las manos limpias
acumular el deseo en la transparencia de unos ojos
que también
pudieron delatarte
será difícil pero a la larga
entenderás que este secreto
que tú y yo
estamos compartiendo
es el mismo que une
al cazador y su presa
Te miro y me cercioro que cada día
estás más lejos de mí
y me divierte comprobar que el aire
nos circunda igualmente
en esta ciudad y en otra
debe pasar lo mismo a tantos conocidos:
es la hora de alejarse
recordaré el hueco sereno de tu vientre
o el color de algún pañuelo
quizás alguna palabra recogida en otros labios
alguien ha de decir un nombre y yo
quedaré paralizada un instante
un ave graznará y luego
sonreiré a esos ojos nuevos que desearán
para sí todo este amor que ahora te entrego
A los gritos de un niño
que cae de un balcón
se me pone la
piel de gallina
y si leo en los diarios
la crónica de la tortura
se me pone la
piel de gallina
cuando conozco cuerpos
trenzados sin amor
se me pone la
piel de gallina
casi nunca ocurre algo
que deje de conmoverme
y me ponga la
piel de gallina
Si tu corazón te pide el ropaje
del amor
nada puedes hacer para engañarle
no hay manto de avaricia
que sea capaz de hartarle
ni halago hipócrita que le reprima
ni suficiente oro en el mundo
para comprarle apaciguamiento
lo que vale a tu corazón ansioso
es sólo la compañía piadosa
cálida
del trabajo compartido
del alimento para las largas horas de vigilia
del susurro tiernísimo de los dedos
sobre la espalda
y siempre
y sobretodo
los ojos límpidos y confortables
-nido de ave en celo-
de ángel ciego del canto liberador
La casa del silencio
rómpese a menudo
y se escucha en el cielo
el tránsito del aire
sobre mi testa terca
prodúcese su impacto:
reconozco en mí misma
la imagen fiel del canto
capullo liso vuelve
a conocer mi mano
y en la ruta del labio
sangra lenta la herida
Nueve de enero, número inicial
principio germinal de independencia.
Lúgubre silencio letal de palomas
soltadas en el centro de la vida
donde nacieron los soldados de la Patria
donde murieron: quemados sus ojos
acongojados por dentro
ultrajados en su casta y en su sangre
violados en su lengua y sus hijos
acogotados, sumidos en la ira y la barbarie
los militantes de la Patria nueva
de la Patria sangrante
de la gimiente Patria
de la despedazada, dulce, buena Patria
con su pecho abierto por la metralla
la soberbia, la odiosa conquista del imperio
de Estados Unidos por el crimen.
Cuando sea mayor padre
y entiendas
que las cosas son así de sencillas:
uno nace lleno de alegría
y vive
hasta los siete años con ella
luego
le presentan la familia
cuatro tíos once primos
el lugar donde vivió el abuelo
le enseñan qué es un hogar
le tienen la comida caliente
le dan hasta una cama y sábanas
navidades con juguetes
niño-dios
y uno conoce el nombre que eso tiene:
dicha
entonces se cumplen los quince años
y uno sigue creciendo
la madre es buena
la casa es buena
el silencio que va cubriendo los actos
cotidianos es bueno
uno lo cree así
se está seguro de algo
hasta se es capaz de reír a carcajadas
pero padre cuando sea mayor
comprenderás cuando llega la época de la desnudez
cuando no se tiene con qué cubrirse
y uno se da cuenta que las lecciones
de la escuela no le han servido de mucho
y que uno es más triste que un caracol abandonado
por el mar
que uno es más solitario que el árbol
primero se quedó sin hojas
que se ha estado tanto tiempo como un tonto
preguntando por un sitio increíble
que no existe que no ha sido creado
se está definitivamente
como un pichón de golondrina
queriendo entrar al huevo nuevamente.
Ese busto de yeso que respira
lunas de noche antiguas y metales
rodillas mutiladas desiguales
que si la noche cubre el sueño mira.
Esa mano de flores que conspira
al abrir y cerrar dedos cristales,
sonrisa y caracol en espirales,
ajeno mar donde la voz expira.
No la amante, el amor. La singladura
de la noche que arrastra fuego frío
por las venas del sueño, poderío
de la encendida palidez oscura.
El amor, no la amante. El goce mío,
la imagen que desbasto. La onda pura
que invade entre las ruinas mi locura
de tallar en diamante lo sombrío.
Paraíso del aire congelado,
muerte de cielo y tierra celadores.
¿De qué color los ojos? Los colores.
más por su vibración que por su grado.
Y más por la mirada miradores
que por la luz los ojos que he soñado
cuerpo que flota sin pesar, velado
en un clima de puros impudores.
Amor de sueño amante que otro cielo
revive en su interior desdoblamiento,
unión la de los ojos y el aliento
que las manos aparta de su celo.
Amor de cuerpo y sombra ceniciento
de paisajes recónditos al hielo
de color y de aroma y de desvelo
puro como la muerte y como el viento.
Porque el tiempo se mide, no se cuenta,
su luz a la distancia sobrevive,
el aire pierde espacio en la tormenta
y en el suelo extraño se percibe.
Porque el tiempo, se goza, no se cuenta
la secreta aventura que se vive,
burlas del horror y sed nos alimenta
y en alta noche amor su mano escribe.
El trompo que gira músicas menores
movido, sin tregua, por tenue cordón,
el trompo de siete colores
¿no es un corazón?
Una historia. Dos letras
que bordaron tus manos en mi vida.
¡Abecedario de las cosas muertas
en el pañuelo blanco de los días!
ODA
¿De quién es? ¿De quién es esa corona
que en la orilla del Vístula sangriento
rota se ve? ¿De quién esos gemidos
que lleva el ronco viento
por la inmensa región? ¿De quién la lira,
que entre secos manojos de laureles
ni canta, ni suspira?
SONETO
De asombro y de dolor el alma llena,
severa juzga al que en el mal camina;
al bárbaro Nerón en la colina,
juez sin piedad la humanidad condena;
Lucrecia que el pudor desencadena;
Calígula, Tiberio, Mesalina,
cuantos hollaron la verdad divina,
afrenta son de la mundana escena.
ODA
Sagrada libertad; a tus altares
llega el cantor; su fatigada frente
tímida no ambiciona
el sagrado laurel resplandeciente
que del genio feliz la sien corona:
a ti van mis cantares
siguiendo su destino
como rueda el torrente hacia los mares:
pues fiel a ti, sin que el poder me asombre,
bendigo a Dios al bendecir tu nombre.
Arte, palabra divina
que gloria al talento augura;
plácida luz que fulgura
sobre una santa colina;
pura fuente cristalina;
águila de eterno vuelo;
ángel que canta en el suelo
melancólicos amores,
brindando al talento flores
de los jardines del cielo.