este
es mi búnker
mi refugio subterráneo
el de estructuras firmes
el incognoscible
lo he bautizado
este
es mi búnker
mi refugio subterráneo
el de estructuras firmes
el incognoscible
lo he bautizado
Mejor signo de libertad
no encuentro
que esta noche a solas sin miedo al teléfono
babeando deliciosamente
la almohada
la pierna atravesada
el camisón enrollado
oscuridad total como me gusta
y la seguridad
de que nadie perturbará
mis sueños
hasta que yo misma lo determine
noche autónoma de absoluto silencio
en la que empiezo
como nunca antes
a gustar de mí
atrás quedan las luces de la oficina
mis párpados signan los cansancios del día
apenas si consigo acomodarme en el carro
enciendo el motor
me adentro en la avenida miserablemente
despoblada
cruzo a la izquierda
y tu risa reflejada en el retrovisor
se convierte en el único indicio de vida
en una noche de total aniquilamiento
Repto en mi cama
me enrosco
tiro el veneno
cambio de piel
y duermo
porque aquí está el paraíso
y no hay evas ni adanes
ni dioses
sola yo
y mi deliciosa
manzana
mi palabra es de pronto el vacío
la inhóspita biblioteca por las tardes
los corredores hondos del metro
las esperas con asepsia de martirio
y la pantalla negra
spéculum inconfundible
de un tiempo para siempre perdido
Detrás de mi dócil palabra
de mi sonrisa de mi erudición
y de mis juegos
la soledad
esa a la que
tu acostumbrado desgano
ha convertido
en una actriz
maquillada de total felicidad
contra la luz
de la propia conciencia
Segura
en esta noche sabia y entera
en que me basto a mí misma
liberta ya
de miedos y afectos
permeable
como nunca
a este tiempo incauto
que llega
Mi corazón se me va de mí.
¡Oh, Dios! ¿Acaso se me tornará?
¡Tan fuerte mi dolor por el amado!
Enfermo está, ¿Cuando sanará?
¡Cómo me entristece la paloma del valle
que se balancea sobre una rama trémula y tierna!
Juega porque nunca sufrió la altanería de Zaynad,
ni la aparición constante de su imagen en sueños.
No esperes vivir, si Zaynad te ha roto el corazón,
porque no se puede vivir sin corazón.
Ella era tan bella que si a la luna
le hubiesen preguntado: -¿Qué quieres luna?
La luna hubiese contestado: -‘Un destello de ella’
¿Qué haré o que será de mí?
¡Amigo mío
no te apartes de mí!
a Guadalupe Alonso
Fui por unos días la mujer más bella de mi ciudad. Llevaba un vestido con doble aura. Abajo, todo se flechaba en un tiempo preciso.
En el camellón de Insurgentes fui el tigre de Blake, en San Ángel hablé con los nimbados pájaros de Dios, en la Plaza del Carmen encontré a mi madre fumando un cigarrillo.
Antes de ser nombrados,
antes aún que el animal
perdiera su extensión sobre nosotros,
caías sobre mí.
La miro desde el agua: viene a ofrecerse en la fornicación del nombre. Dibujo su sombra, le hablo a lo negro del oído. Oh, amarga. No te toco. Acaso el ojo sólo deba verte y regresar.
El dios hijo cordero lobo en aguas de fondo inmenso calamar el dios
del soplo man in black el dios de estar en cavidades donde el negro
es primario ningún color El dios llameante
negro marfil sube al cúmulo de mí
seremos eco en sus porciones
sólo fragmentos
carencia
estatua en negro marfil black ivory
aquí los corazones
como la cabeza de Juan
y yo: despierta
Se es feliz en lo infeliz se es negro en blanco black in man se es
carbón molido se es color el miedo y el lugar del miedo se es la
esposa y el padre se es la hija la hermana la piedra cristal
soplado se es el cuerpo y el espíritu santo el dogma la consu-
mación El deseo incumplido el secreto guardado la pira del secreto
Desdicha en lo supuesto feliz Avanza la expiación
*
Se encuentra el amado entre sábanas negras se incorpora se vuelca hacia la piedra con trapo húmedo la moja aparece un fresco en rojos y amarillos La música porosa En tierra de nadie en tierra de ocres: La fe
*
Son melancólicos los tonos son deliberadamente en platas oigo las cuerdas contra el chelo oigo el arpa son los tonos no elegidos Son lo que son lo que empincela en tinta el borde de los cuerpos Como un país Como la lluvia de un país Como la lluvia del arpa contra el chelo: los dedos hurgando el punto de la emanación el punto negro-llama el centro de equilibrio llueve hacia el vacío dedos hurgando en el origen de un color que se degrada El todo se cierne en un aquí: donde se toca el propio extravío
*
Era el humo liberado de un incendio el gris elevante que surcaba el negro aún en el temblor los cuerpos se amalgaman están en otro y vuelven a lo solo como un vapor
En lo envolvente Como un dibujo
En marca de agua He perdido
Me he plegado Dónde
Si no El sino
De estos días
He vislumbrado el cielo en esta tierra.
Alonso Pérez de Salazar
Flotan acelgas en el caldo acedo.
Llueve
y el agua levanta una nube de insectos y de polvo.
En el adentro, la música de Monteverdi
(Vespro della Beata Vergine)
me abre la puerta del ciberespacio.
tenía el tiempo metido
en una botella de vino
lo agitabaNacho Buzón
lo emborrachaba
después me lo bebía
y me sentía mejor
tenía mi vida metida
en una botella de vino
la agitaba
la emborrachaba
después me la bebía
y me sentía peor
(a la mañana siguiente
claro)
nunca olvidaré
aquel día que amanecí
a tu lado
recuerdo que sin decir
palabra
nos besamos
nos fundimos
fuimos dos en uno
uno en dos
nunca olvidaré
aquel día que amanecí
a tu lado
máxime
si se vuelve a
repeti
soledad = tranquilidad
tranquilidad = momentos de inspiración
momentos de inspiración = cartas con forma de mujer
mujer = inspiración tranquila con forma de cartas de soledad
el hipódromo de unicornios
es un sitio especial y bien discreto
sólo pueden entrar en él
los aficionados a soñar despiertos
los que aún llevan un niño dentro
los que nunca hayan pisado la cola
a un gato
aquellos que cada noche le dan un beso
a su vieja
los que escriben con el corazón
los que besan a las feas
los nacidos en año bisiesto
quienes duermen con la luz encendida
los que dan sin recibir
los pieles rojas del asfalto
y los de las llanuras
aquellos que siempre dicen no
los que apuestan por lo desconocido
y sobre todo
los que aún creen en la magia
hay un dragón a los pies de mi cama
esperando que un día
me levante con mal pie
entonces ñam ñam
hay un tiburón dentro de mi bañera
esperando que un día
me resbale y caiga dentro
entonces ñam ñam
hay un oso polar metido en mi nevera
esperando que un día
me beba una cerveza
entonces ñam ñam
hay un zoológico metido en mi cabeza
esperando que un día
te metas en mi cama
entonces ñam ñam
agua. cae. mucha.
millones de gotas que forman
una húmeda cortina transparente.
noche. silencio. incesante repicar
de lágrimas divinas en las terrazas.
yo, desde dentro, bajo techo, soy sujeto
pasivo.
tú, proyectil de hidrógeno oxigenado,
allí fuera, eres sujeto activo.
sobre la mesa un cenicero
con siete colillas
sobre las colillas siete
marcas rojas de lápiz de labios
sobre las siete marcas rojas
el recuerdo de
algún beso
no sé que me da más
pena
la muerte
o
la pena de muerte
¿que te has enamorado de mí?
bueno
eso me hace sentir bien
pero yo no estoy enamorado de ti
vaya
eso me hace sentir mal
lo siento
por ti
no sufras por haberle perdido
no te lamentes por las cosas que no
habéis podido hacer
no maldigas
no blasfemes
no reniegues
no te culpes
no le culpes
no decaigas
no te rindas
no llores
no reces
no supliques
no implores perdón
no te hundas
no abandones
no te mueras con él
a Patrícia, en ese día
9 de enero de 2001
si quieres llorar sobre
mi hombro
no te preocupes
llora
así trasvasaremos el mar
de tus ojos
al estanque de mi
corazón
y se entregó a la muerte
encantado de la vida
L.E.Aute
la vida le dijo
a la muerte
¡vive!
pero esta no vivió
nunca
la muerte le dijo
a la vida
¡muere!
la muerte está en todas partes
en los aviones
en las carreteras
tras un árbol
en los pasos de cebra
dentro de un water
en los campos de maíz
en las botellas
en los combates de boxeo
dentro de una ola
en los parkings subterráneos
en las jeringuillas
en los casinos
tras un rayo
en la bombona de butano
acurrucada en un coche
en las pistolas
en los baños públicos
en tus manos
dentro de un furgón blindado
en la noche
la muerte no hace distinciones
de sexo raza o religión
se lleva a tu padre
a tu madre
al repartidor de pizzas
a la portera de la calle 14
al tres veces campeón de tenis
a los aztecas
romanos
fenicios
contemporáneos
al cantante de moda
al derviche de turno
al pobre
al más pobre
al rico
a mi abuela
a los jugadores de fútbol
al muchacho de color
y al blanquito
a las modelos
a los camellos
gualtrapas
santurrones
y filósofos de ocasión
a los tres reyes magos
al vecino de arriba
y también al de debajo
a ti
a mí
ante la inminencia de la muerte
no es necesario precipitarse
en hacer esas cosas que uno siempre quiso
y nunca pudo
teñirse el pelo
matar a un hombre
follarse a la mujer de tu hermano
robar un banco
ir a un concierto de leonard cohen
meterse un pico
tener un gato
comer iguana
bañarse en champagne
visitar egipto
ser político
tocar el piano
tener un hijo
o dos
comprarse un coche
nadar cien metros
casarse
donar un riñon
ver la tele
amar
ante la muerte sólo nos
queda morirnos
si mis sábanas hablasen…
si un día decidieran contar todo lo que
han visto y oído…
contarían por ejemplo lo suave que era mi
piel cuando era niño.
contarían también la cantidad de veces
que se bañaron en mi agüita amarilla.
Estás cansado, viejo tigre.
La casta te sirvió no del todo.
Tardaste mucho en comprender la vida,
el tiempo se te quiebra en las garras
pero sigues sin darte por vencido.
Lamen las tardes tus heridas.
Más leve ya el dolor de la floresta,
a tu último trecho te recoges.
Aquí estoy, ya dispuesta al sacrificio.
Al preludio se abrieron los salones,
bandos de aves volaron y pasaron,
Los reflejos verdosos de la laguna en los tapices
y el ruido de la seda color antiguo,
los retratos helados, las paredes salobres,
la luz azul de un diamante.
Verano 1985
Sola y bella entre el oro de la seda y los frescos descoloridos,
lenta te veo bajar escaleras solemnes,
las piedras altaneras, las mescolanzas de esta arquitectura
insatisfecha y pretenciosa.
El parque, el río, los sauces,
junto a ti todo y descontento aun hoy
y todavía circulan sin
reposo tus suspiros, tu tedio.
I
Algo de cierto hay en esta historia,
en esta casa
que nos mira crecer sin hijos.
La misma casa
construida piedra a piedra de los sueños
y que nunca pensé para mí.
Todo me pertenece:
la mesa, los árboles, la repetida canción del silencio.
I
En el adentro de un corazón en jirones:
voces desgajadas
en el filo de la tragedia.
Cierro los ojos:
cuerpos, túneles en oscura sangre,
avispas,
cantos de palomas
como maldiciones,
conjuros.
Entre la espuma y la marea
se levanta su espalda
cuando la tarde ya
iba cayendo sola.
Tuve sus ojos negros, como hierbas,
entre las conchas brunas del Pacífico.
Tuve sus labios finos
como una sal hervida en las arenas.
Todavía despoblada,
brillando en el corazón sin habla
de la peregrina,
entro hacia tus corrientes
sumida por ahora bajo las presiones
de un golfo mudo
que toca el fondo de las islas.
Un mono pequeñito
asoma sus ojazos de lechuza intranquila
y acecha en la penumbra la sombra de la Reina;
monito vivaz
como un colibrí chiapaneco.
Suelta mi trenza
para que dance
en el mojado viento…
Vuela, bailotea,
con asustadas alas
y al revolotear
revela su origen africano.
Mi cabellera crespa
trae un furor,
un oleaje,
un ancestro
que viene desde lejos.
Cuando miro hacia atrás
y veo tantos negros,
cuando miro hacia arriba
o hacia abajo
y son negros los que veo
qué alegría vernos tantos
cuántos;
y por ahí nos llaman ‘minorías’
y sin embargo
nos sigo viendo
Esto es lo que dignifica nuestra lucha
ir por el mundo y seguirnos viendo,
en Universidades y Favelas
en Subterráneos y Rascacielos,
entre giros y mutaciones
barriendo mierda
pariendo versos.
El frío cala los pies
y esta premura de la rosa
nos conmueve, al nacer.
Estamos en una presa de trentaidós kilómetros
y los papeles del universo giran
ante esas hojas de flamboyán
que dan sombra en verano.
Los enamorados se tumban en el sol
sobre el suelo de un yate,
mientras respiran con válvulas mojadas
por el soplo del mar
que viene del Sur.
Camino sobre el río.
La luz del sol alumbra suavemente.
Mecida por un haz de extrañas flores,
lianas, peces y algas, voy bogando.
Una fuerza me empuja y no lo sé.
Un marino de cobre me contempla desnudo.
Mecido por un haz de extrañas flores,
voy bogando entre peces, lianas y algas.
Mi madre no tuvo jardín
sino islas acantiladas
flotando, bajo el sol,
en sus corales delicados.
No hubo una rama limpia
en su pupila sino muchos garrotes.
Qué tiempo aquel cuando corría, descalza,
sobre la cal de los orfelinatos
y no sabía reir
y podía siquiera mirar el horizonte.
Nada más que una marimba,
un guasá, un bombo
y la astilla de un grito
para poner el cielo
al nivel de mis pies.
Sube un temblor
asentado
en la raíz misma
de mi ancestro.
Los ojos de Abel Santamaría
están en el jardín.
Mi hermano duerme bajo las semillas.
Santiago alumbra
las frescura del tiempo
que nos tocó vivir.
Un niño baila
el dulce aire de julio
en la montaña.
Alguien escucha su canción
bajo el estruedo puro
de una rosa.
Amemos, Amado, gocemos
Perdámonos en los profundos bosques verdes
Vaciémonos el uno en el otro
y desprendidos del cuerpo elevemos el alma desnuda
a los confines invencibles del deseo.
Penetremos los límites vastos que dividen el paraíso
y el infierno.
A iván, a la pasión de amar
Me has penetrado
has abierto en mi cuerpo una herida profunda
honda como la oscuridad océanica del alma
vacía y vastísima.
Y tu boca es un río que se acaba en mi boca
y mi boca una grieta donde se extingue y renace el universo
y mi vientre una gruta lasciva
un manantial de donde nace el agua subterránea
dadora de nuestro eterno aliento y alimento
y tu espada un rayo de lumbre que me parte
y el amor un astro luminoso que atraviesa la noche
y unifica la carne y el espíritu.
Abusé de tí, malamada.
Te maltraté como al peor de los esclavos.
Te obligué a desnudarte ante los otros,
a descender conmigo hasta los bajos fondos.
Eras objeto de saciedad y de goce:
Acudías como una perra obediente a mi llamado.
Nunca le pregunté al destino
si me tocaba seguirte.
Simplemente me fui.
Me desnudé y te dije:
bajemos. Metámonos
más hondo en el infierno.
Hagamos ahí dentro en lo obscuro
el paraíso del placer.
Abre la puerta negra
Hurga Entra
Desciende el misterioso abismo.
En el calor del trópico
En el silencio de la noche
En el murmullo del mar
En el rozar del viento
En el sol ardiente
En el canto del ave
En el rosado amanecer
En el apacible ocaso
En la turbulencia del huracán
En la brisa matinal
En la ausencia de nuestra voz
En el recuerdo de nuestro tiempo
En la monotonía de la lluvia
En la espera de la esquina
En el latir acelerado del corazón
En la carcajada limpia
En el trepidar del fuego
En la hierba salvaje
En la selva perdida
En el rugido del jaguar
En el silencio cuando nos miramos
En el tacto de nuestras manos
En el camino que lleva a casa…
Ya ves que nada pudo,
contigo amor,
ni las pruebas de los años
ni los celos infundidos
ni las aventuras secretas
ni el beso furtivo
ni las ansias nocturnas
del deseo prohibido
ni las ausencias obligadas
del enojo torturante
Ni siquiera, amor,
el desdén o el odio…
la rabia o la risa
la alegría o la tristeza…
Tampoco el naufragio de tu vida…
Ya ves que nada pudo,
contigo amor…