Olimpia

Siento tu aroma, íntegramente,
desde los pies a la cabeza,
y sé que cuando llegue hasta tu cuello
desharé tu lazo con los dientes
y morderé tu oreja
y arrancaré la flor que llevas puesta
y extenderé tu pelo sobre la almohada,
respiraré otra vez toda tu piel desnuda,
me detendré en tus pechos
y pasearé despacio por tu cuerpo,
que será el escenario de mi sueño.

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Presagio

Sobre la sombra del viento, sangre, sangre, sangre.
Fotografías de Macbeth y Lady Macbeth
en las ventanas del castillo.
Con la sonrisa comida por los buitres.
En sus hombros, el tiempo resbala suavemente,
sobre los excrementos de los pájaros.
El viento se arrastra como la serpiente
que vuela y ataca sin piedad
entre la piedra y el árbol (ventana y abismo).

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Venus

Ven aquí, olvida el decorado,
siluetea mi cuerpo con tus ojos.

Voy a restregar estas flores
en tu barba de dos días.

Y aunque pienso que antes debieras afeitarte,
trataré de olvidar el daño que me harás.

Me imagino los pétalos rojos en tu boca,
mis uñas en tus nalgas,
tus dientes en mi lengua,
tus ojos tan abiertos
en el tiempo compartido

y sé
que vas a despeinarme.

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En la peña

En la peña, sobre la peña,
duerme la niña y sueña.
La niña, que amor había,
de amores se transportaba,
con su amigo se soñaba,
soñaba, mas no dormía;
que la dama enamorada
y en la peña,
no duerme, si amores sueña.

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FE DE VIDA

Esperar junto a este mar (en el que nacieron las ideas)
sin ninguna idea. (Y así tenerlas todas).
Ser sólo la brisa en la copa del pino grande,
el aroma del azahar, la noche de orquídeas
en las calas olvidadas.

Sólo permanecer viendo el ave que pasa
y no regresa; quedar
esperando a que el cielo amarillo
arda y se limpie de relámpagos
que llegarán saltando de una isla a otra isla.

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LA LLAMA

Hoy comienzo a escribir como quien llora.
No de rabia, o dolor, o pasión.
Comienzo a escribir como quien llora
de plenitud saciado,
como quien lleva un mar dentro del pecho,
como si el ojo contuviera toda
esa inmensa colmena que es el firmamento
en su breve pupila.

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LA PRUEBA

Mira: a punto estás de penetrar en el bosque.
Vas a dejar la casa blanca de la cima,
tan plácida, tan llena de música y sosiego,
y ahí te espera el bosque impenetrable.

Irremediablemente deberás cruzarlo:
el bosque que desciende por ladera escabrosa,
el bosque en que no hay nadie
y el bosque en el que puede haber de todo,
el bosque de humedades venenosas,
morada de lo negro
y de una luz que enturbia la mirada,

Entra en él con cuidado y sal sin prisas,
mas nunca se te ocurra abandonar la senda
que desciende y desciende y desciende.

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LETANÍA DEL CIEGO QUE VE

Que este celeste pan del firmamento
me alimente hasta el último suspiro.
Que estos campos tan fieros y tan puros
me sean buenos, cada día más buenos.
Que si en tiempo de estío se me encienden las manos
con cardos, con ortigas, que al llegar el invierno
los sienta como escarcha en mi tejado.

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LOS ÚLTIMOS VERANOS

Padres: aunque intuyo un vacío
que sólo con dolor podrá el tiempo llenar,
estos últimos años vuestros
son, en verdad, los más bellos años míos;
porque, aunque hay un final que puede amenazarlos,
los va intensificando el verdadero amor.
Sí, por maduros y temibles son
los instantes más bellos de mi vida,
porque al irse abriendo en mí el vacío
de vuestra ausencia
definitivamente cierro cada duda
del ser y del no ser.

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Indio

Quien ordenó la carga del arado
ordenaba tu muerte el mismo día.
Ella tuvo lugar junto al Salado
con paloma y calandria, a mano fría.

No te valió tu entrega de venado
frente al duro invasor que te temía.

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PLEGARIA EN LOS PÁRAMOS NEGROS

Gracias por la muerte de estos montes
y por la de estos pueblos, en los que sólo las piedras
se mantienen con vida;
gracias por estos negros páramos del invierno
en los que la tierra asciende a los cielos
y las nubes descienden hasta tocar la tierra;
gracias por esta hora de todos los vacíos
en la que se intuye un final.

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REGRESO A PETAVONIUM

Dejadme dormir en estas laderas
sobre las piedras del tiempo,
las piedras de la sangre helada de mis antepasados:
la piedra-musgo, la piedra-nieve, la piedra-lobo.
Que mis ojos se cierren en el ocaso salvaje
de los palomares en ruinas y de los encinares de hierro.

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Maternidad

(Fragmento)

Mujer: en un silencio que me sabrá a ternura,
durante nueve lunas crecerá tu cintura;
y en el mes de la siega tendrás color de espiga,
vestirás simplemente y andarás con fatiga.

-El hueco de tu almohada tendrá un olor a nido,
y a vino derramado nuestro mantel tendido-,
Si mi mano te toca,
tu voz, con vergüenza, se romperá en tu boca
lo mismo que una copa.

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Quinta luna

Con ojos que te sieguen huidiza,
soy el azor de tus benditos senos:
palomas que arrullando inflan el buche,
vasos que crecen a un divino fuego.

Y en verdad que tu vientre primerizo,
ni blanco ni moreno,
calladamente se deforma en cantaro
a la presion continua del misterio.

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ZAMIRA AMA LOS LOBOS

Zamira ama los lobos.
Yo quisiera ir con ella a buscarlos
a las tierras más altas,
donde los robledales rojos de Sotillo
han perdido sus hojas en las fuentes,
allá donde los caballos
beben el agua helada de las cascadas
y se espera la nieve
como una bendición.

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La vuelta de la aldea

Ya el sol oculta su radiosa frente;
melancólico brilla en occidente
su tímido esplendor;
ya en las selvas la noche inquieta vaga
y entre las brisas lánguido se apaga
el último cantar del ruiseñor.

¡Cuánto gozo escuchando embelesado
ese tímido acento apasionado
que en mi niñez oí!

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CAUPOLICÁN

Ya todos los caciques probaron el madero.
«¿Quién falta», y la respuesta fue un arrogante: «¡Yo!»
«¡Yo!», dijo; y, en la forma de una visión de Homero,
del fondo de los bosques Caupolicán surgió.

Echóse el tronco encima, con ademán ligero,
y estremecerse pudo, pero doblarse no.

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EL SUEÑO DEL CAIMÁN

Enorme tronco que arrastró la ola,
yace el caimán varado en la ribera;
espinazo de abrupta cordillera,
fauces de abismo y formidable cola.

El sol lo envuelve en fúlgida aureola;
y parece lucir cota y cimera,
cual monstruo de metal que reverbera
y que al reverberar se tornasola.

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NOSTALGIA

Hace ya diez años
que recorro el mundo.
¡He vivido poco!
¡Me he cansado mucho!

Quien vive de prisa no vive de veras,
quien no echa raíces no puede dar frutos.

Ser río que recorre, ser nube que pasa,
sin dejar recuerdo ni rastro ninguno,
es triste y más triste para quien se siente
nube en lo elevado, río en lo profundo.

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