LIRIO

Casi todo alma,
vaga Gerineldos
por esos jardines
del rey, a lo lejos,
junto a los macizos
de arrayanes…

Besos
de la reina dicen
los morados cercos
de sus ojos mustios,
dos idilios muertos.

 » Leer Mas…

LOS DÍAS SIN SOL

A M. Leo Rouanet

El lobo blanco del invierno,
el lobo blanco viene,
con los feroces ojos inyectados
en sangre helada, fijos y crueles.
¡Maldito lobo invierno, que te llevas
los viejos y los débiles!

¡Reunámonos, que todos
tengan una familia,
un libro y fuego alegre!

 » Leer Mas…

MELANCOLÍA

Me siento, a veces, triste
como una tarde del otoño viejo;
de saudades sin nombre,
de penas melancólicas tan lleno…
Mi pensamiento, entonces,
vaga junto a las tumbas de los muertos
y en torno a los cipreses y a los sauces
que, abatidos, se inclinan… Y me acuerdo
de historias tristes, sin poesía… Historias
que tienen casi blancos mis cabellos.

 » Leer Mas…

NESSUN MAGGIOR DOLORE

¡Qué tristes almas en pena
son las viejas alegrías…
Y qué fantasmas de días
las noches de luna llena!…

¡Qué lamentable cadena
de pobres melancolías
las horas largas y frías
de la barquilla en la arena!

¡Qué broma absurda y pesada
es la aventura de amor,
hoy sin amor evocada!…

¡Dolor!… ¿Dónde lo hay mayor
que recordar la pasada
alegría en el dolor?

 » Leer Mas…

OASIS

Sueña el león.
Junto a las tres palmeras
se amansa el sol. Existe
el agua. Y Dios deja un momento
que los pobres camellos se arrodillen…

Junto a las tres palmeras,
el árabe, tendido, al fin, sonríe
y suspira… Damasco
lejos aún le aguarda.

 » Leer Mas…

OCASO

Era un suspiro lánguido y sonoro
la voz del mar aquella tarde… El día,
no queriendo morir, con garras de oro
de los acantilados se prendía.

Pero su seno el mar alzó potente,
y el sol, al fin, como en soberbio lecho,
hundió en las olas la dorada frente,
en una brasa cárdena deshecho.

 » Leer Mas…

OTOÑO

En el parque, yo solo…
Han cerrado
y, olvidado
en el parque viejo, solo
me han dejado.

La hoja seca,
vagamente,
indolente,
roza el suelo…
Nada sé,
nada quiero,
nada espero.
Nada…

Solo
en el parque me han dejado
olvidado,
…y han cerrado.

 » Leer Mas…

REGRESO

Largas tardes campestres;
alamedas rosadas;
aire delgado que el aroma apenas
sostiene de la acacia;
huerto, pinar… Llanuras de oro viejo,
azul de la montaña…
Esquilas del arambre
y balido, sin fin, de la majada,
en el silencio claro…
¡Adiós, adiós!

 » Leer Mas…

RETABLO

Ya están ambos a diestra del Padre deseado,
los dos santos varones, el chantre y el cantado,
el Grant Santo Domingo de Silos venerado
y el Maestre Gonzalo de Berceo nommado.

Yo veo al Santo como en la sabida prosa
fecha en nombre de Christo y de la Gloriosa:
la color amariella, la marcha fatigosa,
el cabello tirado, la frente luminosa…

Y a su lado el poeta, romeo peregrino,
sonríe a los de ahora que andamos el camino,
y el galardón nos muestra de su claro destino:
una palma de gloria y un vaso de buen vino.

 » Leer Mas…

YO, POETA DECADENTE

Yo, poeta decadente,
español del siglo veinte,
que los toros he elogiado,
y cantado
las golfas y el aguardiente…,
y la noche de Madrid,
y los rincones impuros,
y los vicios más oscuros
de estos bisnietos del Cid:
de tanta canallería
harto estar un poco debo;
ya estoy malo, y ya no bebo
lo que han dicho que bebía.

 » Leer Mas…

Adoración

Tus manos presurosas se afanaron y luego,
como un montón de sombra, cayó el traje a tus pies,
y confiadamente, con divino sosiego,
surgió ante mí tu virgen y suave desnudez.

Tu cuerpo fino, elástico, su esbelta gracia erguía.
Eras en la penumbra como una claridad.

 » Leer Mas…

Amor

Amor que vida pones en mi muerte
como una milagrosa primavera:
ido ya te creí, porque en la espera,
amor, desesperaba de tenerte.

era el sueño tan largo y tan inerte,
que si con vigor tanto no sintiera
tu renacer, dudara, y te creyera,
amor, sólo un engaño de la suerte.

 » Leer Mas…

Apaisement

Tus ojos y mis ojos se contemplan
en la quietud crepuscular.
Nos bebemos el alma lentamente
y se nos duerme el desear.

Como dos niños que jamás supieron
de los ardores del amor,
en la paz de la tarde nos miramos
con novedad de corazón.

 » Leer Mas…

Aquella tarde

Aquella tarde única se ha quedado en mi alma.
Su luz flota en la sombra de mi noche interior.

Sólo una fugitiva vislumbre en la ventana,
sólo un azul reflejo, nada más que un vapor
de luz que se filtraba por las breves junturas,
sólo un vaho de cielo, no más que una ilusión
de claridad fluyendo por entre los postigos.

 » Leer Mas…

de mis días tristes

Quedo, muy quedo penetré a tu alcoba
y ahogando el rumor de mis pisadas.
avancé…
Ya la luz desfallecía.
El aposento sumergido estaba
en una claridad tenue y dudosa;
y era esa claridad así tan lánguida
como la suave luz de tus pupilas
cuando mi boca febriciente y ávida
muerde la dulce carne de tus labios…
Entonces languidecen tus miradas
con desfallecimientos de crepúsculo.

 » Leer Mas…

El buen olvido

¡Hace ya tanto tiempo! Te creí tan distante,
tan perdida en el hondo sendero del olvido,
y ha bastado esta noche tranquila e inquietante,
y han bastado este aroma en el aire doemido,
y estas sombras profundas y este vago claror
de la luna en creciente, para que yo te tienda
mi alma a través de todo, como una buena senda
lunada de esperanza y olorosa de amor.

 » Leer Mas…

El paseo solitario

Ya estoy solo, mi amor. Tras el penoso
ascender por atajos y quebradas
domino la extensión del mar ruidoso,
cuyas olas se rompen en cascadas
al pie del farellón en que reposo.

El mar, la soledad… Allá la ardiente
fulguración del sol que ya declina,
y abajo un remover de espuma hirviente
y un chorrear de agua cristalina
que está corriendo interminablemente.

 » Leer Mas…

El regreso

Me detuve en la entreabierta
puerta de mi oscuro hogar
y besó mi boca yerta
aquella bendita puerta
que me convidaba a entrar.

Mi corazón fatigado
de luchar y de sufrir,
cuando escuchó el sosegado
rumor del hogar amado
de nuevo empezó a latir.

 » Leer Mas…

El vendimiador a su amada

En los frescos lagares duerme el zumo oloroso
de las uvas maduras. Turbador, amoroso,
es el vapor que sube de los frescos lagares.

¡Y tu aliento oloroso como los azahares!

Ayer, cuando en la viña cogías los maduros
racimos, yo observaba los finos, los seguros
perfiles de tus amplias caderas y los llenos
contornos de tus breves y poderosos senos.

 » Leer Mas…

Ella y él

ELLA:
Sus ojos suplicantes me pidieron
una tierna mirada, y por piedad
mis ojos se posaron en los suyos…
Pero él me dijo : ¡más!

Sus ojos suplicantes me pidieron
una dulce sonrisa, y por piedad
mis labios sonrieron a sus ojos…
Pero él me dijo : ¡más!

 » Leer Mas…

Jamás

Ante nosotros las olas
corren, corren sin cesar,
como si algo persiguieran
sin alcanzarlo jamás.

Dice la esposa: ¿No es cierto
que nunca habrás de tornar
junto a esa mujer lejana?
Y yo contesto: ¡Jamás!

Ella pregunta: ¿No es cierto
que ya nunca volverás
a celebrar su hermosura?

 » Leer Mas…

Nadie ve, ni tu misma

Como el rayo de sol que envuelve al árbol
y que hace florecer todas sus ramas;
como la onda de agua cristalina
que da al rugoso tronco fresca savia,
así en redor de mí, como un divino
efluvio que hace florecer mi alma,
así como la onda cristalina,
dándome un vigor nuevo estás, mi amada.

 » Leer Mas…

Recuerdas (¿Recuerdas?)

¿Recuerdas? Una linda mañana de verano.
La playa sola. El vuelo de alas grandes y lerdas.
Sol y viento. Florida…el mar azul. ¿Recuerdas?
Mi mano suavemente oprimía tu mano.

Después, a un tiempo mismo, nuestras lentas miradas
posáronse en la sombra de un barco que surgía
sobre el cansado límite de la azul lejanía,
recortando en el cielo sus velas desplegadas.

 » Leer Mas…

Sobremesa alegre

La viejecita ríe como una muchachuela,
contándonos la historia de sus días más bellos.
Dice la viejecita: «¡Oh, qué tiempos aquellos
cuando yo enamoraba a ocultas de la abuela!»

La viejecita ríe como una picaruela
y en sus ojillos brincan maliciosos destellos
¡Qué bien luce la plata de sus blancos cabellos
sobre su tez rugosa de color de canela!

 » Leer Mas…