En el frío de tu sonrisa
no quedaba ya resplandor …
pero aun la carne se me eriza
cuando pienso en aquel amor !.
Veinte años apenas los míos.
¡Pudiste haberme dado el ser!
Tú eras crepúsculo sombrío
y yo era un claro amanecer!.
En el frío de tu sonrisa
no quedaba ya resplandor …
pero aun la carne se me eriza
cuando pienso en aquel amor !.
Veinte años apenas los míos.
¡Pudiste haberme dado el ser!
Tú eras crepúsculo sombrío
y yo era un claro amanecer!.
Es que yo era la luna
y es que tú eras el sol.
Cuando resplandecías
blanca brillaba yo.
Me miraban diciendo:
‘¡qué dulce resplandor!’
y bajo mis destellos
de clara respiración
se amaban los amantes
con más ardiente amor.
¡Ah! ¡Mi vida! Te amo, te amo ¿has entendido?.
Estoy loco por ti, loco de mil locuras,
y aun digo palabras que son siempre las mismas,
te amo, como se ama sólo una vez, sólo una …
¡Te amo ! ¿ Me comprendes?
¡Muerta!, dicen los suyos, muerta dice la gente,
y muerta digo yo cuando la siento helada.
Y el sol alumbra como no pasara nada
y sigue el corazón marchitando indiferente.
No sé por qué no muero cuando beso su frente,
junto al mutismo trágico de su boca cerrada.
Juega como los pájaros y el viento
y yo, como los pájaros y el viento
le traje a mí, cuando me di al amor.
Juega como los pájaros y el viento
porque toda la tierra es su elemento
aunque le cerquen ya muerte y dolor.
La fortuna te dió un escaso privilegio.
Van sus cadenas áureas a tus manos prendidas
tornándote más bello su extraño sortilegio …
¡Y tu ambición recela que es poco aun, mi vida!.
Los honores doblaron en reverencia grave
su multitud de frentes a tu valer rendidas.
Copa de cristal pulido,
bebo, bebo y no me embriago,
con sabor a corazón
y sabor divino a labios.
Bacante soy de una orgía
deliciosa y no me exalto.
Ruedan abiertas las rosas
sobre mi corpiño intacto,
y yo bebo y bebo más
el licor que sabe a labios.
Me pesaba su nombre como un grillo de hierro,
me pesaba su nombre como férrea cadena,
me pesaba su nombre como un fardo en los hombros,
como atada a mi cuello me pesara una piedra.
Ya no está junto al mío la injuria de su nombre, y… me pesa!
a Luisa Ackermann
Como yo del amor me entrego a la corriente
y sumerjo, en las aguas a que me he abandonado,
mi corazón, y estrecho contra mí , locamente,
un ser idolatrado.
Yo sé que sólo estrecho como una quebradiza
forma, que puede helarse de pronto, sombra vana,
y que ese corazón de llama y ceniza
será polvo mañana.
I
Inquietud de Otoño,
soledad de los parques,
tristeza de las cosas,
languidez de los árboles,
cielos de esmaltes grises…
Otoño, oro y blancura,
¡tu sol es blanco y frío
como la luna!…
Nacen en ti los vientos,
hijos son del Ogro,
y roban a los parques
sus tapices de oro.
Amor único mío,
de mi vida, amor bueno,
que haces de nuevo cándida mi alma,
mi cuerpo virgen y mis labios nuevos.
Maravillosa esponja
de mis dolientes desengaños, fueron,
buen amor, el dulzor de tus palabras,
piadoso amor, la esencia de tus besos.
Porque te llevo bien metida en mis entrañas
y porque con mis ojos y con mi luz te alumbras,
porque pende tu vida de un hilo entre mis dedos
!no te olvidaré nunca!.
Porque el pan que te comes es mi amor quien lo amasa,
porque tengo la llave de tu llanto escondida,
porque guardo en mis manos tu copia sonrisa
¡te amaré por la vida!
1
Dentro de todo es dulce
vivir como yo vivo
pendiente de tu amor
como un globo cautivo.
Corre el mundo a mis pies,
pero yo no lo siento:
sólo tu amor me agita
como un ligero viento.
You are forced to be a good loser,
everything has run past you and away
from you.
Artur Lundkvist
‘…Ahora que llueve, que irrumpen las voces de la noche, el vientre de
la noche, la inspiración azul. Que todo se derrumba al fondo de sí mismo,
los héroes huyen, el silencio brama, lo cerrado es abierto, la parte el
todo, lo ambiguo ambiguo.
Como el alma que canta por sí misma
en su limpia casa de cristal
Hermann Broch
Tuve que viajar a Nevada para verte. Una gran planicie rodeaba la casa
donde me esperabas con una túnica blanca, más alta que de costumbre.
Venecia completamente hundida. Sólo se ven los duomos, estatuas sobre
los duomos, el cobre de algún campanil. En la tarde, el agua tiene el
color de los espejos falsos. Melancolía en gris, duelo a la deriva. Pasa
un zapato de charol negro, enorme, de taco altísimo.
al estilo de cendrars o del franco alsaciano arp
que posaban de
políglotas
enamorada de las palabras que acentúan
lo inentendible o verosímil
en aras de pequeñas
desorientaciones
imprescindibles
querida:
exponerse por ahí es verdad que luce el gesto / pero fluctuar entre
representar algo y ser eso / ha sido tarea de cíclopes / desde mary
carmichael para acá.
I can sing of myself a true song, of my voyages telling
‘The Seafarer’
Life is an affair of people, not of places.
But for me, life is an affair of places
and that is the trouble
Wallace Stevens
Pensó que si no volvía a escuchar el chirrido de los
carros sobre las piedras de Fleet Street, no escribiría
jamás otro verso
Virginia Woolf
Otro esplendor hubiera sido la historia
de un naufragio.
Como si de tanto ser abril, abril se esfumara. Y yo, esa mujer cansada, sin
saber qué hacer con tanta huida, dónde esconder las armas del exilio y
la astucia. Al entrar, primero a un corredor y luego a un patio cuadrado
y generoso, alcanzo a ver al hombre que tal vez me enseñe a amar.
¡Infausta noche oscura
en que mi amable Esposo se ha ausentado!
Por gozar su hermosura
dejaré patria, casa y pueblo amado;
herida de su amor salgo a buscarle,
y no he de descansar hasta encontrarle.
Como divina esencia
estás presente; poderoso, en todo;
pero vuestra clemencia
suspendéis, ¡oh, Señor!, y de tal modo,
que celoso de mí, Dueño querido,
para probar mi fe te has escondido.
Desgajado el ciprés, rota la lira,
Mal concertado el susto con el canto,
empiece el triste númen que me inspira
a dar tímida voz envuelta en llanto;
Que mal entre congojas se respira,
Que poco explica quien padece tanto;
Pero si he de cantar, sea el tormento
El que sirva esta vez por instrumento.
Oigo del mundo el eco lisonjero
sonar gozoso en torno de mi mente,
y la insensata gente
veo correr en vano
sin poder halagar ningún sentido:
¿será, que la fortuna a los mortales
jamás otorgue algún placer cumplido;
o que el fastidio siga a las pasiones,
que no pueden saciar sus corazones?
¡Portentosa natura! Yo en mi mente
Saludo tus augustas maravillas,
Obra de un Dios de eterna omnipotencia;
Permíteme que pueda reverente
Al tiempo que me humillas
Con tu magnificencia,
Del Teyde abrasador cantar la cumbre,
Su altura prodigiosa,
Su hondo abismo y su mole cavernosa.
Noche desoladora, fiel imagen
de mis continuos bárbaros tormentos,
no cese tu rigor, no tus furores;
el hórrido silbido de los vientos,
el rayo desprendido de la esfera,
el ronco son del pavoroso trueno
halaga un corazón desesperado.
¡Ah!
Ajena a la cordura, con la pasión al hombro ensangren-
tado por breves mordeduras de placer, camina.
Nadie le ha dado un nombre. Todavía retumban en la plaza
las aguas silenciosas del olvido, ciegas en la distancia de
los cuerpos.
Nadie la ha despojado.
Desmedida en tu huella,
eres hija inocente
del desierto y las olas.
Azul incandescencia.
Remota en tus senderos,
en la cumbre perfecta
del racimo y los labios,
cíngulo de tu aliento,
dormido en las adelfas.
¿Eres diosa o camino?
Tregua para bañar el pensamiento, para lavarlo y perfumarlo, para raspar
la rémora de sargazos.
Tregua para quien bebe un vaso de vino y la nostalgia le obtura la gar-
ganta.
Tregua para quien pide amor y le dan una piedra de sílex.
Aunque siempre viviste
con préstamos de amor, por cuenta ajena,
tú también necesitas
mirar alguna vez la luna llena
a través de los árboles;
perder el poco tiempo que te queda
buscando esa palabra
que significa todas las respuestas.
Tristes mis ojos, triste la alborada,
triste porque mi cuerpo se despoja
del tuyo, despertar donde se aloja
toda la soledad inexplicada.
Muerte del corazón, luz agotada,
tu aliento entre mi pecho, y esa hoja
marchita en su dolor, porque se moja
con lágrimas de un todo en esta nada.
Alguien que no soy yo lleva la cuenta
de las horas felices, de las tardes
en que tuvo al amor como aliado,
de las noches libradas cuerpo a cuerpo.
Alguien que no soy yo sale de casa
y rompe sus cadenas, como aquellos
que, tras cumplir con su dolor, un día
cualquiera se fugaron de la muerte.